KI. 31 K.VSJJ KK<> 4 DONDE ESTAN LOS NUEVE? Con estas palabras, preguntó el Maestro por la ausente personalidad de los representantes de la ingratitud, a quienes todavía señalamos con el anterior epíteto. ‘‘los malagradecidos**. Diez leprosos habían recibido del Señor una sanidad. que era imposible, y todavía lo es, humana y físicamente hablando; y después de haberlos despachado a los sacerdotes, El vino a ser objeto de la gratitud de un samaritano. Y el Señor preguntó por el resto, que siendo judíos. hijos de su mismo pueblo, y criados seguramente en los atrios del Templo mosaico de su día. se fueron sin volver la vista al que tan poderosa y bondadosamente les había curado de su lepra. Los cristianos actuales, aún lanzamos la piedra sobre aquellos ingratos, y decimos algo para aumentar su fealdad. Cristo, todavía repite la pregunta a nosotros, cada vez que leemos el mencionado pasaje, diciéndonos: ¿Dónde están los nueve, no fueron diez los que fueron sanados? Y la pregunta sigue: DONDE están los nueve? Aun está allí para conminarnos a la gratitud, para recordarnos que el Maestro, el Señor, el bendito Salvador nos sigue con la mirada tierna de un padre, con el afecto fraterno del hermano, y aun pregunta, DONDE ESTAS TU? Cuando los furores de la tempestad azotan nuestros corazones, cuando la tristeza invade con su negro manto nuestro espíritu, cuando nuestros pies flaquean y nuestra mirada se opaca, entonces llenos de angustia clamamos cual el Pedro de la tempestad: Señor, sálvame; cuando la terrífica niebla del infortunio amenaza cubrir nuestro camino, impidiéndonos el paso, enton. ces clamamos, pidiendo que Dios disipe las tinieblas. Y como aquellos diez leprosos, vamos al Sanador, suplicándole nos sane de la lepra del pecado: cual el ciego, le pedimos que nos ayude a ver; cual el agoni. zante, le pedimos alivio: cual el ladrón moribundo, le pedimos nos tome en cuenta cuando venga en su reino. Pero . .. una vez sanados, cuando ha desaparecido el peligro, la enfermedad.el pánico, qué hacemos, caemos en el mismo lugar de aquellos nueve que por mirar hacia adelante, se olvidaron de inquirir hacia atrás para saber si todavía su Sanador estaba allí para darle gracias. por su salvación. Cuando el pecado nos abruma, y la tentación nos cobija; cuando la luz de Dios nos señala los nuevos senderos, entonces, llenos de gratitud le ofrecemos fidelidad. asistir a sus servicios, leer su palabra, amar a nuestros hermanos, interesarnos por los caídos, ser misericordiosos para los que como nosotros, han menester la mano de poder. Pero, cuando nos sentimos libres, nos olvidamos, y frecuentemente volvemos a ser los TEMPERANCIA La humanidad sigue su curso en la pendiente que el príncipe de este mundo le ha trazado, y no en el que le dejó trazado el Eterno. La corriente del vicio se ha ensanchado, y estamos de acuerdo en que la débil mano del hombre no podrá jamas detener la marcha constante de los que van ha cia el abismo eterno, guiados por la mano del malefactor. El vicio, en sus diferentes manifestaciones, está llevando a la ruina a miliares de hogares, y como una diabólica inundación, invade los pueblos, las ciudades, las naciones formadas todas por hogares donde se mueven los niños, pidiendo ayuda para escapar de la avalancha fatal. El país ha recibido con aparente benevolencia, el regreso del tráfico de bebidas, y ya tenemos en todas partes una cantina, pues siempre y en todas partes hay algo que probar: en los cabarets, en los restaurantes, en los hoteles, en las boticas, en los dispensarios; tenemos licores en las bodegas, y en los expendios legalmente autorizados. La cerveza se muestra con su espumosa apariencia, en casi toda mesa de comidas, o expendios de e las; las bebidas suaves las tenemos anunciadas en los estancos; y tras el mostrador, como ruborizadas por un falso pudor, están las bebidas fuertes, esperando la invitación de los bebedores, ya alcoholizados. Repetimos que la nación está ya puesta en licor, o en alcohol y no seguramente para su conservación, sino para su eterna corrupción, si los hijos de Dios no se aprestan a una obra de redención. Los políticos, ofrecieron volver al país a la libertad ‘‘del vicio" y lo han cumplido, ahora toca a los hijos de Dios, a los que luchan por la justicia, a luchar para que Dios retire el azote de los vicios, disponiendo los medios para que el térrible vicio no invada los atrios de la Iglesia, los hogares de los cristianos, las moradas de los creyentes, que no moje con su maldito humor los jardines de la niñez, y las aulas de la juventud; ruguemos a Dios que este infamante tráfico no traiga la era prostitucionai que amenaza si nuestra sociedad se llena con los zumos alcohólicos. Se calcula que la nación pagará al vicio, de licores solamente, la enorme cantidad de $5,000 000.000.00, cinco mil millones de dólares que equivale a casi un gasto diario de $13.000 000.00 trece mi Iones con el consiguiente costo de dignidad, tranquilidad, moralidad, protección, honradez, santidad, salud etc. Y la Iglesia de D os qué hace? Hermano, qué haces TU? ____________________________________K. P. .Muño». mismos, con mayor cúmulo de ingratitud que aquellos nueve, pues aquellos no veían a Cristo sino como un rabino, que les ayudaba con una sanidad corporal. Hermano, lector, amigo: Si Cristo te ha sanado, demuestra tu gratitud a El. con tu fidelidad, con tu aprecio a su obra, con tu misericordia a los caídos, con tu humildad en toda tu existencia. Si el Señor te ha salvado ya. ve muéstrate al Padre. reconoce sus bendiciones, su paternal protección, y ven otra vez a Cristo, y dale gracias por las cosas que ha hecho contigo Hermano, a cuál grupo perteneces? eres del agradecido, o de los nueve K. P. Afurioz.