el ataque a la Ciudadela con ufn cañoneo nutrido que es contestado con la misma intensidad, sembrando el terror sobre los habitantes de la Ciudad. El combate de artillería dura ocho horas consecutivas. Se lanzan sobre la-ciudadela fuerzas rurales, por los cuatro rumbos. Por la Avenida de Balderas y la calle de Nuevo México se lanzan al alegue por haberlo solicitado su jefe, Gabriel Hernández, rurales montados, que son aniquilados por el fuego de cañón y de ametralladoras de la Ciudad y quedan sobre el pavimento más de cien cadáveres, sin contar los heridos. Las posiciones del Gobierno ocupan los lugares siguientes: Rinconada de San Diego, Estación del F. C. Nacional; Hotel Imperial, frente al Café Colón, esquina de las calles de Lucerna y Prim; Teatro Nacional, (esta última fue acallada prontamente por la artillería felicista,) y en la esquina de los Arcos de Belém y Niño Perdido. Desde todos estos puestos se hacen disparos,de artillería sobre la Ciudadela, pero sin dañar a esta, causando enormes destrozos en los edificios circunvecinos y aun en Jos lejanos. Las balas perdidas de fusilería causan grandes destrozos en todos los rumbos de la Ciudad, donde caen hombres y mujeres heridos súbitamente. Los muertos este día llegan a doscientos; pasan de trescientos los heridos. El Sr. Madero se muestra optimista y cree que al día siguiente habrá desalojado a los rebeldes. MIERCOLES 12. Continúan los combates. Fue recuperada la Sexta Comisaría, esquina de Victoria y Revillagigedo, por las fuerzas del Gral. Delgado, quien avanza hasta el jardín Carlos Pacheco, que tiene que abandonar por el mortífero fuego enemigo. Los cañones de la Ciudadela, contestando un ataque por el Sur, abren una brecha en los muros de la Cárcel de Belém; los reclusos, bajo el fuego. se evaden de la prisión. Muchos de ellos perecen, otros logran salvarse y van a unirse a las fuerzas fe-licistas. El Embajador de los Estados Unidos y algunos Ministros Extranjeros piden al Presidente se establezca una Una batería de aitillería bajo el mando directo de Felipe Angeles zona neutral, pues empiezan a sufrir grandes daños las colonias Juárez y Roma, donde hay muchos extranjeros. Queda la Ciudad en tinieblas, aumentando el pavor de la situación. Un gran número de familias abandona sus hogares, en la zona de peligro, y busca refugio en las Colonias de Santa María, en Peralvillo y en la Villa de Guadalupe. A la media noche, el espanto crece por el nutrido fuego de fusilería y de artillería que parte de la Ciudadela para proteger la introducción de provisiones. JUEVES 13. El bombardeo de este día es el más terrible. La batería al mando del Gral. Angeles, situada en la cercanía de la Estación del F. C. Nacional, no logra fijar sus tiros sobre la Ciudadela y causa grandes destrozos en otros edificios. Otra batería, colocada en el Hotel Guardiola, atrae el fuego sobre el centro de la Ciudad. Los curiosos se acercan a ver el efecto de los disparos y nuevos proyectiles matan a muchos de ellos. El Ministro de la Guerra envía una comunicación al Gral. Félix Díaz diciéndole que como el fuego de sus cañones causa daños en residencias de particulares y de extranjeros, al tomar la posición serán considerados todos ios que la ocupan, fuera de la ley. Contesta el Gral. Díaz que no depende de él hacer cesar el fuego, puesto que tiene que defenderse del que hacen sobre él y que, por otra parte, él y los suyos prefieren morir en su puesto, sin solicitar ni desear clemencia. Los cañones de la Ciudadela son apuntados a Palacio, y caen Jas granadas en eF edificio, una de ellas én la puerta Mariana, matando a varios soldados. VIERNES 14. Los Senadores, catados por el Ministro Lascurain, se reúnen en la Casa de D. Sebastián Camacho, y son informados de que el Gobierno Americano ha ordenado el envío de buques de guerra a puertos de la República. Como resultado de esa junta, se