JkltvUa ye*» !•* Mi*»*..... UNA AVENTURA DE UN PERRO Alaska es un país muy al norte, más allá del lejano mar, y las personas de este país se llaman esquimales. No conocen a Jesús y creen en los espíritus. Su totein-pole es algo muy sagrado y hacen mandas a este ídolo. Consiste de un palo grande con cabezas y alas y cada figura tiene su significado. El totem-pole es su guía espiritual, así como los perros adiestrados que se usan para arrastrar los trineos sobre las nieves en las regiones árticas son sus guías físicos. El perro, por su inteligencia y sus sentimientos, no pocas veces se muestra casi humano. Entre todas las clases de perros pocos habrá más inteligentes y de mayor sensibilidad que los perros adiestrados que se usan para arrastrar los trineos sobre las nieves en las regiones árticas. De esta clase de perros era Thor, y he aquí su historia: Un misionero médico de una misión en el norte de Alaska nos cuenta la siguiente historia de Thor, el perro principal y el guía de la tropilla. Una mañana llegaron noticias al buen médico de que había una niña muy enferma más allá del lago donde la misión estaba ubicada. Preparando su trineo y llevando consigo a un viejo baquiano, el médico no tardó en emprender su largo viaje sobre la nieve, para cumplir con su sagrada misión, siguieron los pasos de su Señor y Maestro: el gran Médico de amor. Ni las peticiones a su sagrado Totem-pole habían dado resultado, y la esquima-llta seguía de mal en peor, por eso llamaron al misionero médico. Thor, el perro guía del médico, estaba en buenas condiciones y llevaba a buena velocidad la tropilla que encabezaba. Al principio, parecía haber perspectiva de un buen viaje; pero luego el viento empezó a inquieta!- al baquiano, quien vaticinaba que no tardaría en llegar una tempestad de nieve, y como si hubiese entendido la conversación, el buen Thor aumentó aún más la velocidad de la marcha, poniendo a prueba toda la resistencia de los compañeros que lo secundaban. Llegados a su destino, el médico halló a la enferma en estado tan grave que la única esperanza de vida era llevarla inmediatamente al hospital. Así que, envolviéndola bien en frazadas, la acomodó en el trineo y el viaje de regreso se emprendió sin demora. Resolvieron, en bien de la enferma, volver por el lado opuesto del lago por ser más suave el camino. De nuevo los perros se adelantaron a toda velocidad, bajo el mando de Thor; pues el inteligente perro sabía tanto como el indio el significado de las ráfagas que empezaron a arreciar, y la necesidad de llegar a casa cuanto antes. Los remolinos de nieve hacían cada vez más difícil distinguir el camino: pero confiaron en el noble animal que a menudo los había conducido a su destino en medio de tormentas enfurecidas. "¡Adelante, viejo!" gritó el doctor a su perro. "Te dejamos todo a ti, pues bien sabes lo que haces." Thor respondió serpeando con su tropilla alrededor de los obstáculos, pero avanzando siempre hacia casa. "No podemos estar muy lejos", gritó por fin el doctor a su compañero; pero apenas habían salido las palabras de su boca cuando a consternación de todos, Thor se paró de repente, echándose al suelo, y nada consiguió moverlo, ni los golpes del guía, ni los reproches de su dueño, ni aun ios hirientes latigazos. Todo lo sufrió sin moverse y sin un gruñido. Desesperado el baquiano corrió adelante en busca de algún indicio de donde se hallaba; pero volvió horrorizado: "Thor, Thor". gritó. "Nos salvó a todos." El perro se había parado a pocos pasos de un río correntoso que allí entraba en el lago, sobre el cual el hielo era tan débil que no podría haberlos sostenido. Dios, mediante la inteligencia de un perro, los había salvado del peligro de morir ahogados en las heladas aguas del río. Habiéndosele ordenado pues volver ahora sobre sus pasos, el perro se levantó, y dejándolo que tomara su dirección, volvió como un kilómetro, y luego, cruzando el hielo firme del lago, el buen perro los condujo sanos y salvos a la población. Regresando del hospital donde había hecho todo lo que podía para la enferma, el doctor halló a los perros devorando vorazmente su ración de carne. Todos menos uno. ¡Faltaba Thor! La tormenta había amainado, brillaba la luna, y allá a la distancia se destacaba sobre la blancura de la nieve la figura solitaria, inmóvil y triste del perro que, como herido en su espíritu, se había apartado de los demás y de su dueño en muda protesta. En vano lo llamó el médico y, cansado 14 IL HOGAR CRISTIANO