PAKA LAS HAMAS La Familia y cl Niño París, mayo de 1933. A nuestra manera de ver. nada más ab surdo que la pretensión de ios sociólogos ex tremistas al proponerse organizar la vida del hombre con exclusión de la familia. Los niños—según esta ideología—son propiedad del Estado, el cual los atiende y educa por bu cuenta, como si dijéramos en serio, pro duciendo así un tipo STANDARD, del cual en cada caso saca el partido que puede. Es posible que estas doctrinas sean muy prácticas y que su aplicación llegara a evitar en ciertos casos la desgracia y hasta la muerte de muchos niños, cuyas madres re está capacitadas, por falta dé instrucción o de medios económicos, para dar a sus vástagos la preparación necesaria a la lucha por la vida ni para alimentarlos en la forma precisa a la buena conservación de la salud y a su natural desarrollo. Pero ello equivale, en resumidas cuentas, a decretar que todos los niños deben ser hospr cianos, lo cual salta a la vista que es un verdadero disparate. Evítese en buena hora toda posibilidad de miseria; organícese la instrucción sobre bases racionales y generosas, a fin de que lote niños po carezcan en ninguna circunstancia de la ahmentación corporal e intelectual necesaria a su economía y en forma que cada individuo pueda prestar a la sociedad y a sí mismo el mejor servicio posible. Inspecciónese si se quiere con el debí-dd rigor a los padres, para evitar atropelles e impedir que la tutela paterna se transforme en torpe y odiosa tiranía. Pero de aquí a querer anular el espíritu de cohesión entre los individuos de un mismo origen, entre frutos humanos de una misma rama, media un abismo. El hombre nuede vivir fuera de la familia, pero el desarrollo del niño necesita, exige el ambiente familiar y los cuidados especiales que le prodiga la madre. A esta ley no escapan ni aún los animales y me nos puede eludirla el hombre, animal delicado y de difícil amortización, qúe crece y se desarrolla car. enorme lentitud y cuya vltEVTSTA MI COAHÜHiA crianza supone por regla general un sacrificio para los padres. Los brazos de la madre son para el niño un verdadero trono y el más preciado regalo que la naturaleza puede otorgarle. Ellos equiparan al hijo del obrero con el del potentado y son la base de su persona' lidad futura y de su conciencia de hombre. Un pensador ha dicho: 4,La infancia es como un espejo que refleja en la vida ulterior las imágenes que le han presentado al principio. Y otro: “Una buena madre vale por cien maestros de escuelas”. Por lo tanto, el secreto está en hacer que los hogares se hallen rej idos por influen-más persistente del niño, sea propicia a in ducirle por el camino del bien y de la rectitud y a formar un carácter y una educación. “Colocad al filósofo más culto en medio de aflicciones diarias, de inmoralidades y de envilecimientos,— ha dicho Smiles,—y se inclinará insensiblemente hacia la brutalidad. Pero : cuánto más susceptible es el niño, impresionable y débil, en un circulo comd éste! No es posible educar una naturaleza dulce, sensible al mal, pura de espíritu y de corazón, en medio de la vulgaridad, de la miseria y de la impureza ’. Para el niño no significa nada aquello de “Haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. En él se desarrolla muy temprano- el sentido de la observación y sí ve inconsecuencia entre la conducta de los padres y sus preceptos morales, lejos de perfeccionarse, su educación se hará viciosa y se le inducirá a la hipocresía. No se olvide que el niño aprende por instinto de imitación y que esta es la mecánica principal de sum reflejos. Cowley decía que los primeros ejemploi y las primeras ideas qus penetran en nur tra alma son como las letras esculpidas < n la, corteza, de los árboles nuevos que < r< cen que no se borrarán jamás-de su rm uh ni de su corazón, podemos decir con Em< • son que la influecia dé las mujeres virtuo sc.fe da la medida justa de Ja civllizacH t '.. ÍSigtié en la 'pagina 20) •i