476 la voz Fue un soberbio momento y que prestaría la materia de un bello cuadro el de la entrevista de-Canosa cerca de Regio en 1077, cuando teniendo este Papa lá sagrada. Eucaristía entre sus manos, se volvió al emperador y le intimó “jurase, coino juraba él mismo sobre su salvación eterna, de ‘ no ¿haber jamas obrado sino con una pureza perfecta^dé intención por “ la gloria de Diós y la felicidad de los puebos; ” sin que el emperador oprimido por su conciéiíciá y por el ascendiente del Pontífice, sé atreviese á repetir la fórmula, ni recibir la comunión. ^Contimiará?) Para la Dominica segunda después de Pascua. “ En aquel tiempo dijo Jesus á sus discípulos* Yo soy Pastor bueno. El buen Pastor “ da su vida por sus ovejas. Mas el mercenario 6 asalariado, aquel de quien no son “ propiaslas ovejas,ye venir allobo, déjalas ovejas y huye, y el lobo roba y esparce. “ las ovejas. El aródariadeí, pues, huye porque es .asiláriado y no tiene parte en lasove-“ jas. -Yo soy el buenPastór y ednózbo mis ovejas, y mis ovejas tie conocen á mí. “ Como el Padre me conoce, así conozco yo al Padre, y pongo mi. alma por mis ovejas. “ Y tenge otrás ovejas qué no son de esté redil; conviene que yo las traiga y ellas oirán “ mi voz, y de todas se formará un solo aprisco y uií pastor. ” (Si -Juan, cap. X .) Sobre la verdadera caridad.—Primera regla de gobierno. No puede haber caridad mayor que la que mueve á dar la vida por aquellos á quienes se ama. Este amor sublime, desinteresado, heroico.... amor que pocas veces se ha visto realizado por los hombres del mundo, y ninguna por los hijos del filosofismo que todos son duros con el prójimo y crueles, al paso que afeminados, blandos, muelles y egoístas, es no obstante el amor que el Evangelio predica, él que promueve y el que quisiera ver realizado por todosy y sobre todo en los que gobiernan y están al frente de otros hombres. . Cuando Jesucristo proclamó como principio de política el qúe fuese ministro de los demás, el que tuviese mayor rango entre todos, sancionó una ley de gobierno por la que el gobernante quedó obligado á ser todo y para todos sus gobernados, á los que por tanto debía mirar con todo el interés de un padre, y por los cuales debía estar pronto á sacrificarse y á perecer en todo evento. De ahí el que todos los moralistas cristianos hayan mirado los cetros y las diademas como una carga pesadísima, como una cruz que oculta bajo un oropel engañoso las espinas y los dolores de la corona del Salvador. Entre los filósofos ha sido esta política desconocida, y así lafilosófia adulando al poder ha formado los tiranos, mientras que el Evangelio predicándole la caridad los ha hecho mártires; y s|^pn no son muchos los monarcas que, en la elevada region del trono domiéSos vaporas de la adu-lacign condensados impiden llegue la verdad, han prestado oido á las severas predicaciones del Evangelio,.ha habido no obstante los suficientes que escuchándolas^ que practicándolas, nos han demostrado cuanto podia y debía esperar el género humano si todos las oyesen y las practicasen.