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H1íí<aKJ3OS DEL REY Dicienibre 11 de 1932» Bosquejo de la Lección
UNA VEZ MAS, queridos ¡ectorcitos, tenemos nuestra lección en dos pasajes: Uno del Antiguo Testamento y el otro del Nuevo.
1. Una reunión popular. En un lugar amplio se reunió una grande multitud de hombres, mujeres y niños para escuchar la lectura de la ley de Dios. Sin duda que aquella hermosa reunión tenía todo el aspecto de una grande escuela dominical en nuestros días. “Desde el alba hasta el medio día,” estuvieron escuchando la Palabra de Dios. ¡ Qué cansados se sentirían mis lee-
chando la Palabra de Dios, torcitos, si hubieran estado allí! Pero aquella multitud no, porque todos estaban atentos a la lectura de la Palabra de Dios y se sentían como en la presencia del Señor.
2.	Lloro y alegría. Estaban hondamente impresionados con los mandamientos de la ley, y al pensar en lo que Dios pedía de ellos y cuán desobedientes habían sido se sentían muy tristes y lloraban de dolor. Pero cuando les explicaron que era necesario acallar el llanto y estar alegres, por ser aquel un día de consagración al Señor, un día de alegría en la presencia de Dios, el pueblo regresó a sus hogares muy alegre de haber entendido la ley. Era este un día de regocijo nacional y los que tenían alimentos mandaban a los que no los tenían, para que todos comieran y estuvieran alegres.
3.	La fiesta de las cabañas. Los guías religiosos del pueblo israelita encontraron en el libro de la ley, que pór muchos años no habían celebrado la fiesta de los tabernáculos o de las cabañas. Enviaron mensajeros a todos los pueblos convocando a las gentes para reunirse en Jerusalem y celebrar esta hermosa fiesta que les recordaba los años que vivieron en tabernáculos en el desierto. Los israelitas se congregaron en Jerusalem y todos alegremente cortaron ramos de árboles y se construyeron cabañas y por ocho días se regocijaron en la celebración de esta fiesta nacional religiosa.
4.	Jesús y los discípulos buscando descanso. Jesús mandó a sus discípulos que había elegido a predicar el evangelio. Cuando volvieron estos fieles siervos venían muy cansados. Nuestro Señor los condujo a un lugar desierto, esto es, a un lugar desha-