General von Gilgenheimb. de mendigo, desoladoras, cuya lectura deja a uno disgustado. —Cuando se les dá crédito------dije yo—-porque a los diez años de vivir en París ha recibido uno tantas epis-to'as semejantes---y si entre el moni tón hubiera siquiera dos sinceras- —Más vale exponerse a que le engañen a uno todas las demás veces, que dejar de atender a esas dos—replicó el pintor.—Por otra parte, en aquel momento no puse en duda la sinceridad de Ladral. Quiso la- casualidad que aquel d a hubiese yo cobrado los mil quinietos francos ta juzgada: es una medianía. Adios,_______Ahí Jiehe usted un pobre modeló'. —No—dijo AÍiraút—no era ese el género de lyadrat. Daba las gracias, se echaba a llorar, juraba que trabajaría y liego se iba al café y se envenenaba con ajenjo. Entonces" le daba"vergüenza y" no vó'via á presentarse en muchos días. Sus pedidos, por otra parte era insginrficantes: casi nunca pasaban de cien sueldos. Asi .es qué me extrañó mucho una tarde al en^óntrar eh mi casa una larg^ carta st^a. en qué me pedia nada menos qife’• •dcísricntos- ftáñeos. Hacía más "de "seis-‘meses qué no lé -habia vistt; "CBÍfitabá en1 ella ÍQue todo esé tieñüjro, habür-éstádo lúc^árrdo coñ y; su vrcíd.-eraenio^kábra bebido.‘trae-ha -• • v: bía qúefnki trá^aját. que sus fuerzas í‘* le habian ’vendido, que sn mujer estaba enferma 4 seguía • vinendo con la cantméf¿X¿ trr trirnma/cir-wis cartjts :- - Después comprendí que aquel mozo me había tentado para jugar él con la buena suerte de un principiante. Pero yo me hubiera bastado solo para caer en la tentación. Me encontraba en uno de esos momentos en que gritaría uno. romo aquel otro, al barquero durante la tormenta: "Llevas a César fortuna-----------” ¡Oh! Un César bjen pequeño y una fortuna reducidísima. porque me senté a la mesa diciendo a mi compañero; —Voy a firmar un pagaré de cinco luises y si pierdo, me voy---- —Y perdió usted y .se quedó. ¡Me acuerdo de haber formado tan tas veces esas pn dentes resoluciones ,v de no haberlas cumplido —La cosa no fué -tan fácil—rep i-cn Alirauí. —Mi tentador, que se habia senta