RECREACION LA VOZ DEL ARTE TXn Plan px*hx* uw (íanc^uete. Navegando ¿Amor filial VíoZíí Campbell Invitación: Se recortará un barquito de cartulina y se escribirá la siguiente invitación: Los barcos levan anclas Del puerto rumbo a su destino. El dia 8 de abril de 1951 a las 8 p. m. Partiendo de la Primera Iglesia Bautista. Venga a despedirlos. Ornato: El salón se adornará como un puerto usando barcos de distintas clases., etc. En el centro de cada mesa se colocará un vidrio con papel azul abajo simulando el mar, y sobre éste se colocará un barco. A cada invitado que vaya llegando se le pondrá como distintivo un ancla. Programa: Los programas se harán en forma de un barco y adentro se escribirán las partes que se desarrollarán. PROGRAMA Piloto «Maestro de ceremonias i «Viene de la página 181 LA ESCUELA DOMIICAL EN LA SEMANA DE EVANGELISMO cillez. Los labios del Señor Jesús jamás produjeron excentricidades; nunca tuvieron para los hombres una cadena de términos rebuscados y obscuros, y cuando hubo alguna dificultad para entender, siempre dio una explicación pública o privada de sus palabras a los interesados en conocer la verdad. El Señor no padecía de los achaques retóricos de que muchos predicadores y maestros de escuela dominical adolecen, ni tuvo delirios filosóficos en sus conversaciones. No. Siempre brillaron con esplendor divino en su enseñanza, la transparencia y la sencillez, que si son capaces de conducir a la verdad a los más incultos e igncrantes. Quizá l.t norma general de la mente hum na. pueda explicarse mejor por la siguiente experiencia quj tuve: Una vez estábamos esperando a un predicador que iba a dirigir cultos especiales: con este motivo invité a las reuniones a cierta dama de presunciones intelectuales, di-ciendole que esperábamos a un buen predicador; quizá un gran predicador. Asistió, escuchó con atención; posteriormente la visité y luego me dijo: "Oiga, este no es, sin duda, el predicador de quien usted me habló, ni es tampoco el predicador que yo esperaba oir." "¿Por qué?", le pregunté. "¿no resultó de su agrado lo que dijo? ¿En qué estuvo «Viene de la página 9) PROGRAMA PARA EL DIA DE LAS MADRES De todos tus pesares hay la historia. De todas las dolencias la memoria Sellados con tus lágrimas y besos. 30 Subiendo a Bordo «Música ejecutada en el piano mientras encuentran los lugares en la mesai. "Maestro se Encrespan las Aguas" Todos Levar Anclas Remando Historia de los Viajeros Carta de Navegación Feliz Viaje Todos a Cubierta Dedicación de los Viajeros «Gracias i «Cena» । Mensaje i «Oración i En lugar de lo que está escrito entre paréntesis deberá ponerse el nombre de la persona que tiene parte en el programa. Durante el programa puede cantarse "Habia una Vez un Barco Chiquito." Las partes del programa se adaptarán al propósito del banquete. el defecto?" Ella repuso: "En que entendi todo lo que él dijo." Parece que según este modo singular de ver las cosas, las ideas son mejores mientras menos se entienden. Aun cuando algunas mentes por pedantería y presunción hallan deleite en las especulaciones del pensamiento, se gozan en las ideas grises e incoloras, indefinidas y obscuras, fuera de toda discusión razonable permanece el hecho irrefutable de lo que realmente edifica, deleita, ennoblece y sirve para la salvación que es en Cristo Jesús, es la sencillez característica inseparable de la enseñanza de la escuela dominical que hace accesible la instrucción a todos a fin de ganarlos para Cristo por medio del evangelis-mo. Cantémosle a su nombre sacrosanto, Loemos ese nombre bendito. Sus cinco letras nos inspiran tanto, Que quizá no lo habíamos comprendido. —Carmen G. Basurto. EL PROMOTOR DE Teresa O. de Zazueta He aquí una pequeña historia que me contó mi buena madre mientras me enseñaba a coser. No sé si ella la leyó o es uno de tantos hechos verídicos que pasan entre las familias que tratamos Ella empezó de esta manera: Cuando Luisito cumplió dos años su querida mamá le regaló un bonito muñeco vestido con un traje de muchos colores, a quien el niño llamó "Pepin." Desde que lo recibió fue su juguete favorito. Nunca lo dejaba ni para ir a comer, ni para tomar su baño diario y mucho menos para dormir. Llegó a creerlo su hermanito, ya que Luisito era el hijo único en aquel hogar, y dormía con el muñeco bien abrazado. Un dia le sorprendió que su mamá no se levantara como acostumbraba para bañarlo, pero su papá vino a su cuarto y le dijo muy triste: —Tu mamá está muy enferma y esta vez te bañará tu tía Anita. Debes obedecerla procurando no dar ninguna molestia y ser muy dócil para que tu mamá no sufra y se sienta feliz al saber que sigues siendo un niño bueno como siempre. Luisito se sintió muy triste y procuró obedecer a su padre y a su tía, a quien conocía muy poco, pero que se parecía mucho a su mamá, sólo que era un poco de más edad que ella. Después del desayuno, Luisito rogó a su tía que lo llevara a ver a su mamá, pero sólo le permitieron cinco minutos para que la viera pues el doctor habia prohibido que entraran a la alcoba de la enferma. Sólo la enfermera y su papá podían estar con ella para atenderla. A Luisito le impresionó mucho el roetro pálido y los ojos cerrados de su madre que ni siquiera abrió cuando él se acercó para besar sus manos. En la tarde de ese mismo dia, se dio cuenta de que muchas personas de la familia habían venido a la casa y muchos amigos entraban y salían con rostros graves, y saludaban a su padre de una manera distinta a la que acostumbraban. Por fin se hizo noche, y su tia llevó al niño a su cama tratando de t .an-quilizarlo con la esperanza de que su mamá muy pronto se pondria bien y vendría a estarse con él. Luisito abrazó su muñeco y se quedó profundamente dormido. Soñó con su mamá que lo besaba con mucho cariño. Cuando despertó a la hora acostumbrada su tía estaba a su lado pero con los ojos muy irritados, como llorosos, y muy triste. Su papá también estaba allí y al besarlo vio su rostro bañado en lágrimas. ¿Qué habría pasado que todos estaban tan tristes? Pensó Lui- EDUCACION CRISTIANA sito. Pidió que lo llevaran a ver a su mamá pero su padre le dijo: —Luisito, tu mamá se nos fue. —Pero ¿a dónde se fue?— gritó el niño empezando a llorar. —Se fue al cielo a vivir con Dios. —Y ¿cuándo viene?— preguntó Luisito. —Ella no vendrá porque de allí nadie vuelve, mas nosotros iremos a donde ella está,— dijo su padre tratando de reprimir su llanto para infundir en su hijito la esperanza consoladora de que vería algún dia a su mamá. A medida que pasaban los meses, el papá de Luisito, la tia Ana y los demás familiares se veían más contentos. Luisito no olvidaba a su mamá ni un momento y cada dia aumentaba en él la seguridad de que volvería a verla, asi como estaba seguro de que nadie lo habia amado tanto como ella. Habia mucho sobre este asunto que él no podia explicarse y a menudo se hacia estas reflexiones. ¿por qué si su mamá se habia ido al cielo a vivir con Dios y los redimidos por Jesús, su padre y su tia Ana llevaban seguido flores a cierto lugar a donde a él nunca lo llevaban? Un dia domingo en la escuela dominical le pareció hallar la respuesta en una lección bíblica que su maestra enseñó con mucha claridad. Se trataba de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y cuando ella hizo la aplicación aseguró a los niños que asi como Jesús se levantó de entre los muertos, nuestros cuerpos muertos resucitarían para estar presentes con el Señor ... Era el aniversario de la muerte de la mamá de nuestro amiguito y el papá de Luisito dijo a la tia Anita: —Ya está todo listo para ir a dejar las flores a Elena. El niño tenia puesto el vestido nuevo y llevaba consigo a su querido Pepin que estaba engalanado mejor que nunca porque la tia era tan hacendosa que cuidaba de todo. Al niño le extrañó que lo llevaran con ellos en el carro junto a las flores y decía para si: —Ahora aprenderé algo nuevo. — Mientras avanzaban en el viaje Luisito platicaba con su muñeco mostrándole las bonitas calles, después el campo lleno de verdor pues era en primavera. Al fin llegaron a un lugar más hermoso aún; pasaron frente a una gran puerta, entraron, y después de andar una corta distancia depositaron las flores en una (Pasa a la página 32) 31