Organo Oficial de la Conferencia Mexicana del Occidente de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur No. 34 El Paso, Texas. Septiembre de 1935 Epoca II "Sé fiel hasta la muerte, yo y te dare la corona de la vida”. Rev. 2:10 El Señor Jesu Cristo no pierde de vista a su pueblo, El está presente con su Iglesia, así lo aseguró en repetidas ocasiones a sus Discípulos antes de subir a la diestra del Padre, promesa que por su parte ha cumpli do fielmente. Al mismo tiempo también después de glorificado envía mensajes por medio de sus siervos según las necesidades espirituales a cada iglesia. El mensaje a la Iglesia de Smirna, una de las siete iglesias de Asia, le dice: “Sé fiel hasta la muerte”. La fidelidad en aquellos tiempos como en la actualidad es la gran necesidad del Cristianismo, la fidelidad ha sido y será siempre el gran distintivo de los verdaderos cristianos. I. Fieles al Evangelio. El Apóstol Pablo dice: “No me avergüenzo del Evangelio: porque es potencia de Dios a todo aquel que cree”, Rom. 1:16. El Evangelio es la gran revelación de Dios, satisface todas las necesidades espirituales de la humanidad, no basta que demos un simple asentimiento de que es la verdad, sino que debe penetrar a lo íntimo de nuestra experiencia. La fidelidad al Evangelio se manifiesta en la vida individual de cada creyente que habla y obra de acuerdo con el carácter sublime de los Evangelios que es Cristo Nuestro Salvador, el mejor testimonio en favor del Evangelio es un verdadero cristiano. Sólo la fidelidad al Evangelio nos mantendrá libres del dominio del pecado, el fanatismo ignorante, supersticiones absurdas, y el Espíritu de Verdad nos capacitará para toda buena obra, para honra y gloria de Aquél que nos ha llamado a esta soberana vocación. “Por sus frutos los conoceréis”, Mat 7:16. II. Fidelidad, a la Iglesia. El aumento asombroso de centros de diversiones, la mayor parte de ellos carentes en absoluto de moralidad donde se pierde el pudor y la vergüenza, es el motivo más elocuente que llama a todos los cristianos conscientes a mayor fidelidad a la Iglesia donde se cultiva el amor cristiano y las buenas costumbres. La costumbre de obligar a los hijos que asistan a la Iglesia cuando los padres quedan en la casa, no es buena, porque muy pronto los muchachos consideran que deben de seguir el mismo ejemplo, abandonan la Iglesia y se van al mundo donde en compañía de perversos se entregan a toda clase de vicios. ¿No tiene esto algo que ver con nuestra actitud de infidelidad? Somos muy FIDELIO AD CRISTI AN A por p. vui..™.™ responsables, nuestra presencia en los servicios de nuestra Iglesia es la manifestación más clara de nuestra fidelidad e interés por la Obra de Dios. Debemos de opo- nernos a esa viciosa costumbre de abandonar la congregación, pues es el resbaladero o la puerta falsa que conduce a la indiferencia, y de ésta a la más descarada mundanaiidad, Heb 10:25. Muchos motivos que se ponen para no asistir a la Casa de Oración, no son sino otros tantos pretextos donde se respalda la infidelidad. Los más comunes son estos: <—“Estaba saliendo para la Iglesia cuando me llegó visita y no pude ir”. Esta es una demostración de pobreza de carácter, ¿por qué no invitar a dichas visitas a que nos acompañen al servicio de Dios? ¿tienes miedo oe tu religión? ¿hay algo en tu conciencia que te reprocha para no dar a saber que eres cristiano? Examina bien tu conciencia y ve que esta conducta es indigna de un cristiano fiel. Otros dicen que tenían deseos de ir a la Iglesia pero que estaban tan pobres que no tenían para la “limosna”. ¡Qué concepto de tales personas sobre la Igle sia! es un insulto al carácter y la misión del Bendito Redentor que vino a buscar y salvar lo que se había perdido, El ve a tu corazón para encontrar gratitud, y tú miras a la bolsa; la pobreza no debe ser un motivo para estar ausente de la Iglesia, sino debe ser motivo de estar más cerca de nuestro Dios. Alguien ha dicho que la Iglesia no es un hospital en que los santos enfermos deben cuidarse desús enfermedades espirituales, ni es un lugar donde los discípulos disgustados y descontentos deben ser acariciados o complacidos para quitar su mal humor. Al contrario es un cuerpo por medio del cual podemos trabajar para la gloria de Dios y para la salvación de la humanidad perdida. El hecho de unirse con la Iglesia indica o presupone salud espiritual Debemos ser fieles a nuestra profesión de fé, recordemos que nos unimos a la Iglesia Metodista por convicción y no por conveniencia mezquina. Si algunos se preocupan por desprestigiar a la Iglesia, diciendo que no es cristiana o tiene defectos, esto no debe inquietar a nadie, peores cosas pueden decir los infieles. Debe ser motivo de satisfacción para todos los metodistas saber que estamos unidos a una Iglesia que no fue mecida en divisiones sensuales ni al calor de discusiones teológicas, sino que surgió a la vida “con el objeto de promover el mejoramiento intelectual y espiritual”, y nuestra fidelidad a este principio será la mejor forma de ayudar a que la Iglesia cumpla fielmente con el programa designado por su Divino Fundador, Cristo Jesus.