brero REVISTA EVANGELICA 119 ■nnr o caridad, que tiende a dis-■iiuir (Mateo, 24: 12), siendo «lantado por sus contrarios; el ■cismo, el sensualismo, el in-lés y el utilitarismo. ■F.n fin, que pareciera que todo mancomunara para decirnos rgritos a los creyentes que debedlos estar listos, preparados y telando, para que, cualesquiera pue lleguen a ser los acontecimientos que en el futuro inmediato sobrevengan en el mundo, no nos tomen de sorpresa (Mar- -------(o) - EL PODER DE LA ORACION eos, 13: 36, 37), sino que nos hallen armados con la panoplia espiritual de que se nos habla en Efesios VI, como cumple a soldados del ejército de Jesucristo, los que deben mantenerse armados y velando. Para ello, bueno será que tengamos bien presente la solemne admonición que el Señor nos hace en Marcos, 13: 37: "Y las cosas que a vosotros digo, a todos las digo: Velad”. ¡Que el Señor nos dé gracia para que asi lo hagamos! Lo que dice la Biblia acerca del poder de la oración, es lo mejor que se ha dicho o que se puede decir sobre el tema: El criado de Abraham oró—y apareció Rebeca. Jacob oró—venció al angel y la ira de Esaú se trocó en fraternal abrazo. José oró—y fué librado de la cárcel donde se encontraba preso, en Egipto. Moisés oró—y Amalech fué derrotado. Ana oró—y nacióle su hijito Samuel. Josué oró—y el sol se detuvo hasta que Israel hubo derrotado al enemigo. Josaphat oró—y Dios apaciguó su ira y se sonrió con él. Elias oró—y apareció la nubecita, y tras ella la lluvia que tanto necesitaba la tierra sedienta. Eliseo oró—y se dividieron las aguas del Jordán; niño que habia muerto. Isaías oró—y cayeron muertos ciento ochenta y asirios. Ezequias oró—y le fué concedida la vida. Nehemias oró—y Dios enterneció el corazón del Esdras oró—y comenzaron a levantarse los Jerusalén. La Iglesia oró—y Pedro fué librado de la cárcel. Pablo y Silas oraron—y la cárcel tembló, las abrieron y los presos quedaron en libertad. Mas, de ¿qué sirve que sepamos lo que dicen los libros de la Biblia, que recordemos los capítulos y versículos, si no sabemos cuáles son las verdades que contienen? Dice el Salmista: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca Por heredad he tomado tus testimonios para siempre; porque son el gozo de mi corazón.” resucitó al cuatro mil rey. muros de puertas.se