MEMORIA SOBRE EL MATRIMONIO. U011JM AFVNTes bOWXl LA COqufcTZKIA. Desde entonces pasaba tas hora* enteras debate del espejo, no arreglando mi peinado, ■i entallándome el trage, uno entallándome el modo de eonreir, y do mirar, colocándome en posiciones voluptuosas y academicas.Ya me reclinaba muellemente en c! sillón, con la cabeza ligeramente inclinada á un lado y ' loe ojos entre lánguidos y dormidos; ya me colocaba inhiesta y con semblante orgulloso; ya procuraba dar í mi rostro un aire do melancolía, y al descuido arreglaba mi trage, de manera que el pi*. y una peque-fii parte do le pierna, quedara visible, ya en "frn, me ponía en pie y estudiaba la manera con que debía andar, sentarme, y dar vuelta. Quien me hubiera visto, habria dichó que éra una loca: era simplemente uaa coqueta y todo va í dar alia. No crea vd. quo había nacido en mi co razo» eee sentimiento puro y celestial, que fe llama amor; por el contrario, mi deseo era brillar solamente, arrebatar fa admira clon de loe hombres, y tener un gran pt-mero de amantes para despreciarlos á todos, para divertirme con sus necedades, para reírtele á cargadas cuando be veia filmes y consientes, sufriendo recios aguaceros embutidos en»’el umbral de eoa puerta, frente de mi nal con. Sin embargo, les otorgaba, dr vex en cuando alguna recompensa; por ejemplo, un saludo espresibo en el paseo, una mireds, tina seis, una eonrrisa, una tor, cualquier cosa: el caso es que Hegue a cootar hasta treinta, y entonces penré reriacente en fijarme en el que me pereciera menos malo. Un joven píMJo, de porte serio, de andar mesurad» y de agradables maneras, fué el preferido. Conocía yo que el pobre diablo me adoraba con delirio: nunca me habi. ‘ es crito, nunca roe habia bocho una sefln, ni dirigido una palabra en la calle, d al entrar a la iglesia 6 al teatro; pero cada vez que roe veía obscrvubn yo que so demudaba que casi vacilaba y queria caerse, y una que otra vez vi también, que el, disimulo engugaha una Ingrima que rodaba por sus mejillas. Ti raido basta el ostremo, como, vérdedero a-tnsnte, no se habia atrevido á tentar ningún médio para manifestarme su cariño de una manera mas terminante; pero Antonia se encargo de esto, y defacto 6 los ties diaj tenia yo en mi poder una carta suya, sen cilla pero tierna y elocuente ve conocía que <¡l infeliz muchacho la habia escrito con el corazón. .*ie la eonte-te haciéndolo concebir alguna* esperanzas y me respondió otra lio na de tanta ternura y emoción, que estuvo 6 punto de qnc ec'rr.e saltarín les lagrimas. Para no fastidiar á vd. le dire, que al fin do nn mes nuestra correspondencia cataba perfectamente arreglada, y que ya le había concedido una entrevista, en la que por cielo no pudo decirme ni una acia pn