que un alma le salude en la gloria. ¿Cuántos huéspedes habrá allí para saludarlo como resultado de sus ofrendas?" Querido hermano, ¿verdad que no merece la pena hacer tesoros en la tierra donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan? ¿Qué podremos comprar con esa décima parte, que sea más grato, más útil, más duradero, más agradable a Dios y de mayor beneficio para nosotros y las almas perdidas? Tu alma y la mía han sido rescatadas del infierno porque otro hermano dio la décima parte de sus entradas para que el evangelio llegara a nosotros. ¿Rehusarás hacer lo mismo para que otros lo conozcan y se salven también? Y puedes estar seguro que el beneficio mayor será para ti. En el ras de mar de Santa Cruz del Sur (Cuba), un hombre que iba con su familia sobre unas tablas, vio que alguien era envuelto por las aguas y pensó, por el esfuerzo y peligro que implicaba, dejarlo seguir, pero se tiró y asiéndole por las ropas lo trajo a su improvisada balsa.... ¡qué sorpresa!, era una de sus hijas que el agua y el viento la habian arrastrado de su lado. Por otra parte, nuestras iglesias y misiones se deben a la generosidad de hermanos que han comprendido su privilegio y sienten profundo amor por los perdidos y se gozan en obedecer al Señor. Pero no es justo que sigamos, indefinidamente, dependiendo de la generosidad de otros, mientras nuestras manos permanecen cerradas hacia la obra más gloriosa y sublime en que el hombre pueda tomar parte. ¡Cuánto dinero para tabaco, cosméticos, cines, revistas, periódicos, etc., mientras la obra misionera depende de un número asombrosamente pequeño! El Dr. C. Redford lo ha expresado en frases difíciles de superar: "No es justo que otros hagan por ustedes lo que ustedes pueden hacer por si. Nosotros arruinamos a otros al no dar lo que podemos y al no hacer lo que debemos. Siempre que se pide a la Junta lo que uno puede dar, se defrauda el programa (Pasa a la página 11) 6 EI Amor Santifica y Embellece la Vida A. Pereira Alves A MOR, es sinónimo de dicha. Amando, caminamos en pos de la felicidad. El odio, la antítesis del amor; equivale a desdicha. Odiando, cava el hombre su propia ruina. El amor inspira las primeras caricias que recibimos al nacer, y las últimas palabras de consuelo que oímos de parte de amigos y familiares que nos rodean, cuando nos acercamos al borde de la tumba. । El amor santifica y embellece nuestra vida. Es la aurora de la dicha y la tarde que nos ofrece paz y consuelo. Ama a los seres que te rodean, si quieres ser feliz en este mundo. Por el amor, conquistamos la buena voluntad de los que tienen relaciones con nosotros. Por el odio, convertimos a nuestros semejantes en terribles enemigos. El amor es una fuerza que nos eleva hacia Dios, Ser de Suprema Bondad. El odio, es debilidad. Anemia fatal que imposibilita a nuestra alma obtener el grado de bondad para la cual ha sido creada. Odiando, damos salida al instinto bestial que todos llevamos oculto en lo más intimo de nuestro ser, convirtiéndonos en brutos. Amor, pasión bendita, que nos hace felices y buenos. Odio, aversión cruel; instinto bajo, que nos aleja de la felicidad y de Dios. Por el amor, nuestra alma se purifica de muchas impurezas, aproximándose al Creador, fuente pura de amor y santidad. Por el odio, nos degradamos. Cuando amamos, nuestro corazón se vuelve noble y altruista Cuando odiamos, nuestra alma se empaña, por efecto de esa baja y vil pasión. Obedece a tu corazón, cuando él se halla inspirado en el amor. Desobedécelo, si hay en ti odio contra alguien. Cuando Cristo recomendaba a sus discípulos que se amasen unos a los otros, comprendía que sin amor, no podía haber vida digna y feliz. Jamás odies a tu prójimo, aun cuando él te haya ofendido. El odio es el calvario de las almas y la tumba de la felicidad humana. Aprende a perdonar las ofensas de los hombres. Perdonando, imitas a aquel gran profeta, crucificado en el Calvario, victima del odio de los sacerdotes de Palestina. ¡A quién preferís imitar, a Cristo, la personificación del amor, o a los hipócritas "renovadores", que llenos de odio hacia el hombre bueno, buscaban conseguir de Pílato, lo que al fin consiguieron, la crucifixión del inocente! Cultiva, pues, el amor en tu corazón, que eso te hará más bien, que odiando a tus semejantes. EL PROMOTOR DE Educación Cristiana en la Iglesia LAS instituciones de fundamento meramente humano demandan de parte de sus componentes cierto grado de cultura que sirva de índice de la calidad de tal institución. La iglesia, de origen divino y cuyos propósitos son eternos en sus resultados, demanda mayor educación de parte de sus miembros. No sólo instrucción del intelecto, sino cultivo de espíritu, es decir, verdadera educación en los negocios que conciernen al mundo por venir, del cual la vida en el presente no es sino preludio: El ministerio personal de Jesús como Maestro de los Doce da prueba del propósito divino de que sus discípulos fueran educados e instruidos en las cosas del Reino. Todas las buenas cualidades que deseamos ver en los maestros las reunió Jesús en su personalidad admirabilísima. Y los discípulos gozaron de la enseñanza infalible de uno que había estado cerca del Padre y que había recibido de El toda su doctrina. Escoger a doce hombres y tenerlos junto a si tuvo más de un propósito: no sólo el de gozar de su compañetfsmo, sino, esencialmente, el de prepararlos a fin de enviarlos a hacer una obra que requería vasta preparación intelectual y honda convicción espiritual. Y aunque los enemigos de los apóstoles sabían que éstos "eran hombres sin letras e ignorantes, se maravillaban de su constancia y les conocían que habían estado con Jesús." Palabras éstas que prueban que la verdadera sabiduría, la que vale para la vida eterna, no es la de los eruditos sino, la de aquellos que han hecho suyas las palabras de Cristo y su personalidad salvadora. Las doctrinas maravillosas que Pedro y Juan desenvolvieron en sus epístolas inmortales las aprendieron en su compañerismo con su Maestro. La exhortación de Cristo fue que siempre estuvieran dispuestos al escrutinio de las cosas de Dios. "Escudriñad las Escrituras" EDUCACION CRISTIANA José Rivas es imperativo que ahonda en los propósitos educativos del Señor. Y quien escudriña Las Escrituras bajo la dirección del Espíritu Santo, se educa en las cosas que verdaderamente valen. No sólo adquiere instrucción acerca de las cosas del Reino; sino que adquiere, por constante comunión con el Autor del Libro, educación espiritual que vale por santificación del alma. Por otra parte, hallamos la constante exhortación apostólica. A Timoteo le dijo Pablo: "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina": lo que equivale a sujeción del hombre viejo a la doctrina nueva del hombre espiritual; y vigilancia estrecha, con propósitos de crecimiento, de la doctrina. Tener cuidado de la doctrina significa, primero, posesión de ella por experiencia personal salvadora; segundo, íntimo conocimiento por estudio concienzudo de la doctrina, lo que supone dedicación constante al escrutinio de la Palabra divina; y tercero, disposición decidida a tener cuidado de la doctrina, cuidado que implica, no la guarda pasiva de ese buen depósito como lo llama Pablo, sino cuidado que reditúa para salvación de otros. A Timoteo mismo le dice su padre en la fe: "Entretanto que voy, ocúpate en leer ..." Es decir, llena -tu espíritu del conocimiento de los Libros Sagrados para que puedas ser enseñador también de otros. Y no sólo Pablo, sino también Pedro y Judas y los demás escritores hicieron fuerza sobre el aspecto educativo de su ministerio aoostólico. "Estad siempre aparejados para responder con mansedumbre y reverencia a cada uno que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros," escribió Pedro. Y Judas: "... amonestándoos que contendáis eficazmente por la fe una vez dada a los santos." ¿Y cómo podrá contender con eficacia quien no haya sido instruido, ejercitado para tales santas li- des? El cristianismo primitivo pasó por terribles pruebas de persecución. Los creyentes fueron llevados al martirio; sus templos fueron cerrados, confiscados o destruidos; sus libros fueron pasto de las llamos; pero la fe inquebrantable que habían adquirido y robustecido mediante la comunión devota con su Dios, los mantuvo firmes hasta el fin. Estaban aparejados: sabían qué hacer. Y cuando vinieron los ataques, éstos hallaron a hombres y mujeres de fe inteligentes. No la fe ciega que se exige por allí, sino creencia inteligente que supo imponerse al embate del adversario. Creer ciegamente en algo o en alguien es actitud nunca pedida por Dios. Por el contrario, abundan las expresiones que muestran conocl-miendo profundo, experimental, de Dios y de sus asuntos. Otra prueba del propósito de Cristo de que su iglesia fuera compuesta de hombres y mujeres capacitados para hacer frente a las investigaciones de los incrédulos. la hallamos en el hecho mencionado en Efesios 4:11-13: "Y él mismo dio unos, ciertamente apóstoles; y otros profetas; y otros evangelistas; y (Pasa a la página 31) José Rivas