TIEMPO DE B. O.. Y SONORA — PAGINA 17 Navojoa: Tercera Etapa QUE OCANA LIM LA CASA DEL SEÑOR Por Enrique LEE V- i Llego a mi casa, al REENCUENTRO DE LOS ■AMIGOS", eso dijo Samuel Ocaña, el hombre, el candidato, al arribad a Navojoa, región de sus inquietudes y de sus annelos, en donde desarrollo su carácter, lugar en donde paso los momentos más dulces y °® su existencia.... EN NAVOJOA, Ocaña recibió las mayores muestras de júbilo que haya tenido hasta la fecha cualquier visitante de prominente estatura política. Samuel considera al Mayo como el escenario de su conformación ideológica. Allí en esa tierra noble, pero cerrada ideológicamente por gentes de un abolengo social de estructuras medievales. a| ¡oven médico luc. .o oor la vida, se oercató de aue el juicio de la historia de todo hombre proviene únicamente de sus esfuerzos en la lucha v de sus higiénicas conformaciones mentales. Navojoa es inhóspito sociolmente poro ei exrra-ño. Sus gentes creen en los heráldicas, en los apellidos suntuarios, en los fondos económicos depositados en los bancos. Son conservadores radicales, extremistas. Allí han abortado los mejores esfuerzos liberales; han fracasado las más estupendas y lógicas estructuras revolucionarias. La oligarquía es una costra enconchado, metida en un caparazón de siglos. Nadie ha sido el osado de tratar de romper esas estructuras de un abolengo medieval, igual que en Alamos, cuyo clarinada liberal contra la intervención francesa tuvo que tener repercusiones aceradas, para romper los viejos moldes conservadores, en Navajeo se ha quedado como herencia estática en medio del camino, la conformación triste de una sociedad cerrada a toda liberación, a todo esfuerzo popular, a todo acto colectivo que revista progreso. Los detentadores de la riqueza son los dueños de todo: de negocios, de bancos, de la agricultura, y hasta de honras. Nadie había roto esa armazón. Un médico joven, modesto, con sus ¡déos firmes de visionarios propósitos llegó allí hace años. El joven aquel palpó la situación de uno sociedad cerrado a todo anhelo reivindicante y confrontó las posibilidades. Armó un plan de combate en el que intervenían factores renovadores y firmes. Lo valentía era como un escudo. Lo voluntad ero la compañera inseparable. Luchó denodadamente. Creó afectos. Conformó su ideología liberal a través de la persuación y el convencimiento. Y empezó a romper las viejas estructuras: sin alardes, sin el garrote indignante, sin el vicio inoperante de agredir ideológicamente. Lo Qente aquello equivocada, pero noble, empezó a reaccionar positivamente. Y en unos años se empezó a palpar el milagro. Ayudaron al galeno, aunque mezquinamente, al principio, paro fundar un hospital que tanto necesitaba la región. Y se hizo. Así empezó el milagro y prosiguió lo toreo. Terca, denodadamente, la lucha de aquel joven médico se perdía en la incomprensión de muchos. Mientras se tomaban vinos europeos en el viejo y quejumbroso Casino albergador de egoísmos y orgullo oropelescos, el modesto facultativo seguía su lucha infatigable, desbordada de entusiasmo por servir. Había muchos campesinos que curar, había niños famélicos y tristes que albergar en escuelas, había también casuchas en donde la miseria se metía o los cuerpos desquebrajados. La misión ero un apostolado y había que cumplirlo. Aprendió en la escuela que la práctica de la medicina era de servicio, de humanismo, de orientación. Y allí estaba la .gente pobre, esperando a ese alguien que los redimiera. El camino es largo y con muchos escollos. Claro. Pero el principio queda abierto al horizonte* Los caminos señalados. El ejemplo es culminante. Quedan claros ejemplos de jóvenes valiosos que se han inspirado profundamente en las prácticas de este profesional justo, fecundo, lleno de visionarias esperanzas. Daniel Acosta Cázares, es uno de ellos. Colaborador de Ocaña en la Presidencia Municipal de Navojoa, ascendió al puesto de alcalde. Hizo las cosas como el maestro. Las puertas del ayuntamiento permanecieron abiertas durante su gestión, paro todo aquel que nece sitara un consejo, una ayuda a sus ?irandes necesidades. Y las gentes ueron abandonando el caparazón de siglos, que era ni más ni menos, uno cargo agobiante, pesada, que no coincidía con época de cambios y mutaciones. Lo juventud prolifero. Muchachos nuevos salidos de las preparatorias, de las escuelas superiores. Una juventud explosivo, rnás preparada, que deseo el cambio de las viejas estructuras. Un día, un 20 de noviembre, cuando miembros de la oligarquía presidían el escaparate patriótico y se vio desfilar a la muchachada numerosa, vibrante, llena de bríos, Daniel llamó lo atención a los de la Casta Divina de Sonoro: "Estos muchachos, estos que son tan numerosos e inquietos, esto ju ventud estudioso que hoy pasa frente a nuestros ojos, se encargará de colgarnos a todos nosotros si es que no atendemos a sus necesidades y aspiraciones". Y los oligarcas soltaron los billetes. Aflojaron las alforjas cerrados o toda manifestación de justicia. Abrieron los ojos ante lo tremendo realidad. Coincidentes puntos de vista los de un hombre tan culto y visionario como Alejandro Carrillo. Acuerdo definitivo de que algo sucederá un día en Sonora y en México, si gentes visionarias, • como Ocaña, como Daniel Acosta, como Carrillo Marcor y otros políticos verdaderos y no simuladores, no siguen en su tarea interminable de redimir y de posadita señalan las causas de este abandono de las masas desvalidas y apuntan con índice de fuego a los políticos ladrones y simuladores, a los chambistos enriquecidos y a los zánganos adoradores y postrados ante los que han esclavizado a su pueblo y lo han sumido en la miseria y en los vicios, en la depravación y el oprobio. Es por ello elocuente entender que la misión de Ocaña es más que nada su apostolado histórico. Sonora ha dado un vuelco definitivo, difícil de entender paro muchos, pero fácil para los que, desde hace muchos años, alientan esperanzas, superan el anhelo de que aparezcan como hoy en el panorama so-norense, verdaderos hombres, dirigentes auténticos que bajen al surco y al taller para renovar los viejos moldes, para cambiar los sistemas ya agobiantes, para dar al pueblo, a las gentes, a los sonorenses, su lugar en la parcela, en el esforzado afán de superarse. Es todo. Y ojalá que actos chuscos como los del Internacional, de política rastacuera y vulgar, sean erradicados. Sería una asepsia muy redimible y elocuente. Ojalá que siga el cambio y que de una vez por todas se limpie definitivamente lo Casa del Señor. ¡Ojalá!