EL SEMBRADOR Palabras del Sr. Patricio Sada Muguerza, Presidente del Club de México de Austin, Tex., pronunciadas en la sesión que dedicamos el 30 de Diciembre último a los miembros de dicho Club, que se encontraban de vacaciones en nuestra ciudad. LJií) MANl'Fl EL SEMBRADOR -______. . r r__ A -j 'I r; Sobre el Amor y la Simpatíáj f - 86 El Amor en el Santo de Asís. Por el Lie. Alfonso Cavazos. SR. PRESIDENTE Y SRES MIEMBROS DEL CLUB SEMBRADO- ■ RES DE AMISTAD: Me ha sido un gran honor tomar la palabra en esta ocasión, para darles a conocer los fines y actividades del Club de México en Austin, Tex. El Club de México es una sociedad cultural y social integrada de mexicanos, alumnos y cx-alumnos de la Universidad de Texas. Ha sido su primer fin fomentar el amor a México, dando un lugar decoroso de reunión para sus miembros, estrechando las relaciones con la Universidad Nacional de México, y fomentando las simpatías con los demás países de América, en forma tal que nuestra patria sea siempre querida y respetada por sus vecinos, como lo es por sus hijos. El Club de México fué fundado el 26 de octubre de 1939. En cuatro años de existencia, ha llevado una vida social y cultural muy activa, la cual le ha otorgado el puesto como Club Latino de más distinción en el campo de la Universidad de Texas. Ha sido el segundo objeto del Club, recibir con honor merecido a altas personalidades procedentes de México, muy en especial, de la Universidad Nacional. Entre personajes agasajados se puede mencio/.ar al Lie. Brito Foucher, Rector de la Universidad Nacional, al Dr. Toussain, director de la Escuela de Arquitectura, y al teniente Nájera y capitán Gaxiola, quienes galantemente prestaron sus servicios al Gobierno Mexicano, para trasladar a Austin, en un avión militar, una bandera que fué en regada el 5 de mayo al Club México de esa ciudad. El Club de México se ha distinguido en sus vivos deseos de estrechar los lazos que nos unen con nuestros hermanos de América. El 12 de octubre celebró una sesión solemne en la cual se le concedió la palabra a un compañero representante de cada país de América. No hace cuatro semanas el Club de México deseando sembrar la amistad y simpatía entre los estudiantes de Latino-América, acordó invitar a un gi upo de ellos a la ciudad de Monterrey, ya que tan lejos se encontraban de su patria. Este grupo de muchachos fué galantemente recibido por el Club de Sembradores. Bien podéis estar seguros que el día que regresen a su patria, lo harán con palabras de agradecimiento y cariño hacia un grupo de hombres de empresa de esta ciudad industria], quienes fueron tan generosos para brindarles alejamiento. Se me ha nombrado su represent lite para presentarles de su parte, su más sincero agradecimiento. Lamentamos no pudieran estar présenle; en esta ocasión, razones de fuerza mayor los forzó a salir apresuradamente de esta ciudad. Señores: en nombre de este grupo de compañeros, "así como en nombre del Club de México, les estamo; verdadera mente agradecidos. Los valores de la simpatía y el amor siempre han sido considerados como dignidades humanas de la más alta jerarquía moral. En uno de los libros de mayor penetración, Esencia y Formas de la Simpatía, Max Scheier, el genial filósofo alemán nos conduce paso a paso a través de un vasto y misterioso país, el interior del hombre, donde unas veces con ritmo alternante, ante la presencia de un gran dolor, nuestro espíritu permanece hermético, cerrado en lo absoluto a las formas humanas de la simpatía y la compasión, y otras veces, sin necesidad de estímulos enérgicos, basta una pequeñéz cualquiera, por ejemplo una miña aca-i ¡ciando una flor, para que nuestra alma se abra de par en par a las alegrías y dolores humanos, simpatizante y acogedora. Es como si de repente en un cuarto oscuro se encediese una. luz o se abriese una ventana. Caprichosa naturaleza humana, que unas veces nos hace fríos ante la presencia del dolor, y otras veces sin motivo aparente, nos vincula con finos lazos invisibles a todo lo que sig nifica el penar y el padecer. Entonces nos sentimos miembros de la gran comunidad humana, y como ella, so metida al flujo y reflujo de las alegrías y sinsabores de la vida. Estos fenómenos de la simpatía y la compasión, que anteceden siempre en el sentimiento del amor, han sido i ntei-p retados desde muy diversos puntos de vista, esto es, según la posición peculiar de las diversas escuelas, desde el fino espiritualismo, como en la concepción platónica del amor, hasta aquella otra,su antípoda propiamente, y que hace depender el amo.-como un movimiento de la libido sexual, como una fuerza del inc nciente. ciego y tiránico; esta es la concepción del judío vienés Sigmundo Freud y de la Escuela del Psicoanálisis. No es posible hacer un estudio de tedas estas tésis. Unicamente me referiré aquí a dos formas negativas del problema: una de ellas, la sustentada por la filosofía inglesa en los Siglos XVII y XVIII y principios del XIX, y la otra, la que con el mayor vigor sostuvo en su tiempo la Etica de Salvación de Schopenhauer. En revancha a ello, para terminar, una délas formas más puras que ha conoci do el Mundo Cristiano: el amor purísimo de un santo, San Francisco de Asís. La Etica inglesa ve en la compasión y en la simpatía un acto utilitario. Los éticos ingleses en general, todo lo ven a través de la máxima utilidad, y esto es obvio. Si Inglaterra fué y lo es el país de mayor imperio colonial del mundo, de tal suerte que su destino mismo está vinculado a este dominio mundial, entonces resulta de una lógica de bronce el hecho de que su ética tiene que estar fincada necesariamente, en meras relaciones utilitarias. Así surgió en. el panorama de la filosofía moral una ética divo, ciada de los valores del espíritu, una ética pobre, el llamado utilitarismo moral. El egoísmo por ejemplo, que es planta inglesa, quiere decir técnicamente el bien para mí mismo, y el altruismo, que es una forma emboscada del utilitarismo, quiere humanizar esta aspereza de la moral inglesa primitiva y dice, ya no el bien para ti sino para los demás. Pues bien, la simpatía y la comp •-sión son interpretados aquí en función de un principio utilitario: precisamente en el compadecer al dolor de - 2 - 3 -