14 de Septiembre, 1924. REVISTA CATOLICA 623 Pastoral del Señor Obispo de San SOBRE EL PELIGRO PROTESTANTE Y SOBRE LA FUNDACION DE LA LIGA DE LA FE Luis Potosí DIOCESANA EN DEFENSA NOS, EL DR. D. MIGUEL MARIA DE LA MORA, por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Obispo de. San Luis Potosi.—A Nuestro M. L Sr. Deán y V. Cabildo, al V. Clero Secular y Regular, y a todos los fieles de nuestra muy amada diócesi, salud y paz en Nuestro Señor Jesucristo. Venerables Hermanos y amados hijos: Siendo tan precioso el soberano don de la fe, por ser esta virtud la raíz de la justificación y la condición precisa e indispensable para agradar a Dios y salvarnos, pues dice el Apóstol San Pablo que sin fe es, no difícil, sino imposible agradar a Dios (Hebr. Cap. XI, 2), no podéis imagi-t naros cuán hondas angustias oprimen Nuestro corazón cuando se presenta en el campo encomendado a nuestros cuidados pastorales algún nuevo peligro contra nuestra fe, o se avivan e intensifican los que ya había. Tal ha pasado con la Convención Protestante, que por desgracia nuestra, ha tenido lugar en estos días en San Luis Potosí. Por eso, ante las nuevas actividades del Protestantismo, uno de los más terribles enemigos de nuestra Religión, la conciencia nos dice y nos grita que nos pongamos en guardia contra la fu-_nesta avalancha negra de la herejía. v Más bien que refutar los errores protestantes, nos proponemos señalaros algunos de los medios que los sectarios emplean para propagar sus doctrinas y hacerse de prosélitos, e indicaros algunas armas de combate. Sin embargo, creemos conducente llamaros la atención sobre algunas pruebas fundamentales de la falsedad del Protestantismo. . lo.—Jesucristo dijo en San Mateo, capítulo 28, - vers. 20, que El estaría con su Iglesia todos los días hasta la consumación de la siglos; y en el capítulo XVI_______aseguró que las puertas del in- fierno no prevalecerían contra ella; es decir que las potestades infernales, cuyo instrumento es el e-rror y la herejía, jamás podrían dominar a su Iglesia; que, según San Pablo (I Tim. III, 15), es columna y apoyo de la verdad. Luego no podía faltar jamás la verdadera Iglesia de Cristo, ni podía trocarse de columna de verdades en her-videro de errores. < Ahora bien, nuestra Iglesia Católica, Apostólica, Romana, es anterior al Protestantismo, su e-nemigo, 'el cual no apareció hasta el siglo XVI de la era Cristiana; por consiguiente, la Iglesia Católica era la verdadera Iglesia, con ella estaba Jesucristo cumpliendo su soberana promesa; y ella era la columna y apoyo de la verdad, y si lo era entonces, tenía que seguirlo siendo en los siglos futuros. En efecto, el Protestantismo dice que la Iglesia Católica, Romana, se separó de la verdad; y que por eso fué necesario que Lutero y demás protes-* tantos vinieran a reformarla; pero si esto fuera así, hubiera faltado en algún tiempo la verdadera Iglesia; hubieran prevalecido contra ella las puertas del infierno; ya no hubiera estado Cristo con ella, pues Cristo no vive en la Iglesia de la mentira ; todo esto en contra de sus sagradas e irrefragables promesas, tan firmes, que primero pasarán los cielos y la tierra que el que dichas promesas dejen de cumplirse. Debemos, pues, concluir que el Protestantismo, posterior a la Iglesia Católica, Apostólica, Romana, y su enemigo, no es la Iglesia de Cristo. 2o.—Los fundadores del Protestantismo, especialmente el primero de ellos, que fué Lutero, eran, por confesión de los mismos protestantes, hombres perversísimos, deshonestos, ebrios, soberbios, etc.; y es claro que si Dios hubiera querido reformar su Iglesia, no se hubiera valido de hombres tan perversos; pues así como es honor de un Rey, que desea llevar a cabo una empresa importantísima, emplear embajadores honorables, dignos de la gloria de su soberano, así se ve muy natural que Dios hubiera empleado en esta obra, varones santos, puros, dignos de El. Ni aleguen los protestantes aquel texto de Jesucristo cuando dijo en San Mateo, cap. 23: “Los escribas y los fariseos se sentaron en la Cátedra de Moisés; haced lo que os dijeren y no lo que hicieren”; porque los escribas y los fariseos no iban a fundar una religión, ni a reformarla, como no trataron de fundar ni reformar la religión los Papas, los obispos y sacerdotes malos que desgraciadamente ha habido algunas veces en la Iglesia Católica; pero Lutero, Calvino, Enrique VIII y demás fundadores del Protestantismo, debían considerarse como enviados extraordinarios de Dios para una obra altísima; y pensar que estos enviados eran amancebados, borrachos, etc......es- to no lo concibe el sentido común cristiano. 3o.—El Protestantismo varía infinitamente en los dogmas de la fe; luego no es la verdad, porque la verdad no varía; no solamente la verdad sobrenatural y divina, sino la natural misma, pues siempre será verdad que el todo es mayor que su parte; que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. Ahora bien; que el Protestantismo varía, lo demuestra su historia y el gran número de sectas independientes, diversas y aún contrarias que -comprende. ¿ Puede ser ese laberinto la verdadera Iglesia? Más todavía: el Protestantismo lleva en su misma e-sencia la fuente inagotable de sus variaciones. Y en verdad, la esencia del Protestantismo es la interpretación individual y privada de la Santa Escritura, o como ellos la llaman con más frecuencia, de la Biblia, entendida e interpretada como a cada uno se le ocurra. Ahora bien, si no