con una precisión constante y rara, bajaba desde el techo hasta la cara para seguir después por todo el pecho, me obligó a despertar en el instante en que soñaba yo, lleno de galas, bailar bajo la luz de un sol brillante entre un grupo magnífico y ardiente de blancas y bellísimas zagalas. ¡Ah! y lo que roncan esas buenas gentes que a los más fuertes árboles destroncan, y que hacen tanto ruido con los dientes que parece mentira lo que roncan: nunca me hubiera yo ni sospechado ver por aquellos mundos reunidos y durmiendo lado a lado tantos bajos profundos_______ Asi es que hallando aquello peor que el rezo, pues era una calumnia contra el arte, lé di gracias a Dios, y después de eso. me largué con la música a otra parte. Metido entre un trigal y decidido a terminar con él, lo que era fácil, no estando muy crecido, me encontré al animal de mi caballo tan dado y atareado en su faena, que a no ser por un medio muy usado y común entre animales, probablemente no hallo otro remedió de sacarlo de aquellos andurriales. Y aun no asomaba iluminando al mundo la dulce claridad del rubicundo y la pastora aquella aun no se alzaba a ver la última estrella, cuando cansado y\ de ser tan loco y de soñar en lo que ya no pasa, rompí de mi ilusión las dulces redes y me volví a la corte y á mi casa, donde estoy a las órdenes de ustedes. MANUEL ACUÑA. Kafígn 6? biten íprntur . ¿Y qué?. ¿Será posible que nosotros tanto amemos la gloria y sus fulgores, la ciencia y sus placeres. que olvidemos por eso los amores, y más que los amores las mujeres? ¿Seremos tan ridículos y necios que por no darle celos a la ciencia, no hablemos de los ojos de Dolores, de la dulce sonrisa de Clemencia, y de aquella que, tierna y seductora, aun no hace un cuarto de hora todavía, con su boca de aurora, “No te vayas tan pronto,” nos decía? ¿Seremos tan ingratos y tan crueles, y taft duros y esquivos con las bellas, que no alcemos la copa brindando a la salud de todas ellas? me atengo a lo que soy, de carne y hueso, y prefiero los besos y no el humo, que al fin, al fin, la gloria no es más que eso. Por lo demás, señores, ¿quién será aquél que al ir para la escuela con su libro de texto bajo el brazo, no se olvidó de Lucio o de Robredo por seguir, paso a paso, a alguna que nos hizo con el dedo una seña de amor, así___al acaso? ' ¿O bien, que aprovechando la sordera de la obesa mamá que la acompaña, * nos dice: ¡No me sigasI porque mamá me pega y me regaña? 4 ¿Y quién no ha consentido en separarse del objeto amado con tal de no mirarlo contundido? Yo, a lo menos por mí. protesto y juro que si al irme trepando en la escalera que a la gloria encamina, la gloria me dijera: ¿Quién será aquél, en fin, que no ha sen|tido latir su corazón enamorado, y a quién más que el café no ha desvelado el café de no ser correspondido? —Sube, que aquí te espera lo que tanto te halaga y te fascina; y a la vez una chica me gritara: —Baje usted, que le aguardo aquí en la esquina, lo juro, lo protesto y lo repito: si sucediera semejante historia, a riesgo de pasar por un bendito, primero iba a la esquina que a la gloria. Porque será muy tonto cambiar una corona por un beso; mas como yo de sabio no presumo, Al aire, pues, señores. lancemos nuestros hurra; por las bellas, por sus gracias, sus chistes, sus amores, sub perros y sus gatos y sus flores. y cuanto tiene relación con ellas. t Al aire nuestros hurras de las criaturas por el sér divino, . , por la mitad del hombre, por el género humano femenino. MANUEL ACUÑA.