2 K BO tóN K RACION cía*. Lo* hacendado* tienen, a-*í la costumbre de alqui- lar aun peone* á otra* empresas. Lo* contratan con la* compañía* minera* á $2.60 y $3.00, y el día de pago rece g*en la raya y »e la roban cínicamente, abonando sólo á los infelices indios,' cincuenta . centavos diarios. También los venden con conocimiento de las autoridades que se encargan de : hacer cumplir esos pactos criminales. El Gobierno lleva la perversidad hasta el grado de herir en sus sentimientos .más tierros, á la mujer indígena. Arrebata á los pequeñuelos yaquis de los brazos amorosos de la madre, so-pretex-to de evitar que ésta les enseñe á odiar á los verdugos de la raza. Las madres son deportadasá Yucatán y los hijos distribuidos como perresznos entre las personas que los solicitan. Escenas desgarradoras ocurren en los momentos en que las madres son separadas brutalmente de sus hijos. La desesperación las embarga, no solo por el obligado abandono del ser más querido; sino porque saben que de esa manera qeeda para siempre sellada la esclavitud de sus hijos. En efecto, cuando las fuerzas federales 6 del Estado hacen “junta de indias”, los hacendados se presentan á las autoridades y piden los inditos que les son entregados en calidad de siervos. Esto lo saben las madres, que en su amor salvaje á la Libertad, muchas veces prefieren la muerte de sus hijos, antes que dejarlo* en poder de los esclavistas. Un episodio tremendo pinta la desesperación de las madres in dígenas. Estaban recluidas en la cárcel de Hermosillo, varias mujeres yaquis que próximamente serían deportadas á Yucatán. Las madres debían dar el último adios á sus hijos. Dos damas prominen-teo de la ciudad, las esposas de los excecrados Torres é Izábal, tal vez en cumplimiento de una exigencia social, ó tal vez por compaisón, acudieron á la cárcel, con el ánimo de convencer á las indias que entregaran voluntariamente á sus hijos. Se apersonaron con una madre yaqui que tenía un indito en lo* brazos y le aconsejaron que lo regalara á una amiga de ellas, que lo atendería con esmero y le daría educación. La india, meditabunda, angustiada, escuchaba tales proposiciones, sin proferir una palabra. Las damas insistían y ella insistía en callar, embargada en dolorosos presentimientos y conges-tionadaapor una obsesión trágica que le martillaba laa sienes y le enagenaba la voluntad. Varió la proposición una de las damas y dijo á la india: “damt tu hijo á mí que soy rica.” La yaqui comprendía que se acercaba el último momento y que el indita le sería arrancado por la fuerza. Debía obrar. Cogió a su hijo de los pies y nerviosa, lo azotó contra una piedra, despedazándole el cráneo y causándole la muerte. “¿Quieres mi hijo?—rugió—prefiero que muera antes que entregártelo,” y se arrojó sobre el cadáver . anegada en llanto y presa de violentas 1 conmociones. A tales extremos conduce la , “civilizadora” guerra que la Dictadura sostiene contra la desdi- 1 chada y valerosa tribu yaqui, que fué primero despojada de sus tierras y luego condenada al exterminio. en las fincas henequeneras de la península existe la esclavitud. Aun nose apagaban las protesta* contra la desgarbada actitud del tirano, que resueltamente se de claró en favor de los negreros yucatecos, cuando un nuevo hecho, de carácter semejante á aquel, viene á recrudecer esas protestas. Díaz, á raíz de haber sancio nado la esclavitud en Yucatán, sancionó el latrocinio en el Estado de Morelos. El Mayor Pablo Escandón, „ A yudante del Presidente, es dutño de la Hacienda de Atlihuayán, ubicada en el Distrito de Yante pee, Estado de Morelos: Dicha hacienda tenía una pequeña extensión de terreno que poco á poco fué ensanchando Escandón, por medio del despojo, en complicidad del Gobernador Alarcón obligatorio, pues que contaba y con notable perjuicio de los más de cuarenta años de edad, que f>ueblos circunvecinos. Más aún: es la reglamentaria. Además, no os despojadores no se conforma- era vecino de la ciudad de Mé-ron con la expropiación de tie- xice, donde se hallaba so.amente rra. 1 pietarios de todos los animales se efectuó sin las formalidades que en estas se encontraban. de ley: no tuvo verificatiyo en la A esa hacienda fué últimamen- época que señala el reglamento te Díaz, de paseo, obsequiando la respectivo ni se publicó el padrón invitación que le hiciera el rapaz en la forma debida, burócrata Pablo Escandón. Tal Inútiles fueron las gestiones visita es de trascendencia, signi- ante el Juzgado 2 ° de Distrito y fica que el Dictador apoya los la- ante la Suprema Corte, en el am-trocinios de su ayudante y que paro promovido á instancias del prohíbe á los perjudicados recia- desventurado sefior Serrano. Los mar sus derechos. encargados de administrar justi- Es inicuamente inmoral la cia, optaron decidida y unáni-conducta del Presidente al acep- memente por acatar la consigna tar la invitación de visitar una cesárea. El Sr. Serrano no fué hacienda . formada á fuerza de traído de Yucatán y allá pereció despojos, máxime si se conside- hará unos cinco meses, víctima ra que está en antecedentes, qin» del clima mortífero, dejando á conoce los detalles del crimen, su familia en el desamparo y la pues que ante él se quejaron los miseria, vecinos robado* y personalmente ¡Tras el despojo, el asesinato! le hablaron del asunto y hasta le ¡Esto fué á sancionar Porfirio arrancaron la falsa promesa de Díaz con su visita á la Hacienda impartirles justicia. Esa pro- de Atlihuayán! meza ze resolvió en un nuevo crimen. En nombre de alguna* de lae víctimas de Escandón y en nom bre propio, dirigía las gestiones del caso, en la Capital de la Re-Eública, el Sr. D. Jovito Serrano, bmbre de más de cincuenta afios, respetable y perfectamente honrado. Escandón no pudo sufrir que alguien revelara sus picardías y se puso de acuerdo con su pariente el Gobernador del Distrito (que también fué con el Presidente á la Hacienda de Atli-huaván) para hacer que Serrano fuera aprehendido El Sr. Serrano resultó graciosamente sorteado para el servicio de las. armas y con precipitación se le condujo á Yucatán. Dicho señor estaba exceptuado del servicio militar un calsboso de U Estaolóo Central de Policía <^e Mérlda, Después del Sr. Arjona, Don Porfirio nomoró Administrador de Rentas A un despreciable sujeto que se ganó la protección del Dictador, por hwher •ido el a\ udsnt© de Tsrán en la ht-oa-tom be del 26 de Junio de 1879 Veremos *1 con lo* dato* que apúntame* se de ja de rendir ©n nuestra Pa tria tanta admiración A lo* enriquecidos por meció del robo, de la folie-Hh, y A loa que ascienden A lo* puesto* público* en lugar de subir A los cadal mor. REDENCION La prosperidad de las nación©* está ©n rezón directa del bienestar y de la ilustración de su* hijos. No necesitamos argumentar sobre esta verdad que por M sola se impone cor. la fuer-zade un axioma, y que únicament-podrán negar loa que estén interesados en que á las clase* proletarias no i . / . V i ll*8ne ei bienestar que da aliento y sino qne se declararon pro- de transito, y el supuesto sorteo estimula, ni penetre un rayo de luz en trios de todo* los animales se efectuó sin las formalidades ,ae piones ael trabajo tan infortunada* y tan sufrida*. Sentada la anterior verdad, no es difícil explicarse el aira*o lamentable en que se encuentra la República: la inmensa mayoría de loo mexicanos no son dichosos ni son instruido*, y esta verdad tampoco necesita demostración porque todos la palpamos, no hay uno solo que deje de orió á la ‘‘magnanimidad” de Olegario Molina, quien declaró que hacía ese •‘beneficio*’ A la se flora solamente por el amor que eentía por eu antiguo Jefe. Sin embargo, ei público siempre ha tenido la soapecoa de que ei rápido incremento del capital del Gobernador doYucaián, tuvo por base la muerte resistir á las pérfidas insinuacio- de aquel sajo con el ie ir>erado propósito floree, fueran un par de redomados i de lmPpd,r <*ae el pueblo trabajador bribones? Sabían perfectamente Oie- teo«r uo momento de respiro en que garlo y Cantón que el Sr. Arjona no Pueda pensar y dar cuenta de su el* ©nía bienes de fortuna, porque nunca I ° * derri- había sido ladrón, y que, ei Jugaba oon bar Indignado uon toda la fuerza de elloe, no era difícil comprender de devoradas durante siglos donde salían loe billetes de Banco que onda vitad y de miner.h el anda-perdía, mAs eso era io que querían. ™ÍH)e podrido d* la aristocracia y la aue el Sr, Arjona tomase el dinero del 511 ranía* . 1-e , irario, para llevar A oabo el propóei Es azarosa ia vida del proletario to de eliminarlo de ia Recaudación de el 9a* o**bao todas las oodl-Rentan ' olae> en el Aue cabalgan todas las am- a, bidones, en el que estAn prendidas to- A*, fp*.1’,;1*..*;:: "¡ que al juego concierne, ee tan tolerante como Miguel OArdenas. El remedio de nuestros males no ee-tA en elevar eúplioas al Dictador que de nosotroe ee burla y de nueetra humilde y vergonzosa actitud ee mofa. El pueblo principia A penetrarse de p**'«k gran verdad y por eso procura alcanzar oon otros actos mAs viriles lo que no consigue con la súplica y la humillación. \ ün papasal cardenlsta, “El Eco de Torreón,” tuvo el descaro de abogar por el Gobierno, con referencia al a-sunto que nos ocupa, y asentar que el juego ee benéfico A las sociedades, pues que presenta una oportunidad de lucro A loe que desean probar fortuna. El pueblo no quiso soportar la iniuria ni pedir, en vano, justicia al Dictador ó A algún representante de éste y se limitó A castigar la desvergüenza del papelucho, apedreando las vidrieras de sus oficinas y efectuando una manifestación ruidosa en que a- •, blindaron loe ;mueras! al insolente “Eco de Torreón”.. Sin duda alguna que en este caso, como en cualquier otro, impresionará mA-* ai Dictador, la enérgica actitud de! pueblo, que lo* razonamientos mA* ó menos fundados, mAs ó menos brillantes, expuestos por comisiones que ante él ocurran oon ademán humilde, implorando gracia y conmiseración. A los miembros del Partido liberal. nizadora del Partido Liberal, s< suplica a los miembros del Partido, envíen sus cuotas mensuales sin esperar previo cobro, procurando que sus remisiones lleguen á la junte antea del día último de cada mes. St. Louis, Ma, Marzo de 1906 El Secretario, Antonio I. Villarreal. oro, la complacencia venal de loe mercaderes que rigen loe destinos de la Patria. I Durante la Adminletración de Cárdenas, el juego ha adquirido desastrosa preponderancia en Coahuila y es- Busques© el proximo numero