LUi 5 MAia-F*. __EL SEMBRADOR_ JJ Sembrandon De aquel rincón bañado por los fulgores del sol, que nuestro cielo triunfante llena, De la florida tierra donde entre flores Se deslizó mi infancia dulce y serena; Envuelto en los recuerdos de mi pasado Borroso cual los lejos del horizonte, Guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado, Del sembrador más raro que hubo en el monte. Aún no sé si era sabio, loco, o prudente Aquel hombre que humilde traje vestía; Sólo sé que al mirarle, toda la gente con profundo respeto se descubría. Y es acaso su gesto severo y noble A todos asombraba por arrogante: Hasta los leñadores mirando al roble Sienten las majestades de lo gigante! Una larde de otoño subí a la sierra Y al sembrador, sembrando, miré risueño: Desde que existen hombres sobre la tierra Nunca se ha trabajado con tanto empeño! Quise saber curioso, lo que el demente Sembraba en la montaña sola y bravia; El infeliz, oyóme benignante y me dijo con honda melancolía: “Siembro robles y pinos y sicómoros; Quiero llenar de frondas esta ladera, Quiero que otros disfruten de los tesoros Que darán estas plantas cuando yo muera. —Por qué tantos afanes en la jornada Sin buscar recompensa?— dije. Y el loco Murmuró con las manos sobre la azada: —Acaso tú imaginas que me equivoco; Acaso por ser niño, le asombre mucho el soberano impulso que mi alma enciende; Por los que no trabajan, trabajo y lucho; Si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende! Hay que imitar al viento, que siembra flores Lo mismo en la montaña que en la llanura, Y hay que vivir la vida sembrando amores. Con la vista y el alma siempre en la altura. En la propia miseria los ojos fijos, Buscando las riquezas que nos convienen y todo lo arrostramos por nuestros hijos Es que los demás padres, hijos no tienen? Vivimos siendo hermanos en el nombre Y en las guerras brutales, con sed de robo, Hay siempre un fratricida dentro del hombre, Y el hombre para el hombre siempre es un lobo. Por eso cuando el mundo, triste contemplo, Yo me afano y me impongo ruda tarea Y sé que vale mucho mi pobre ejemplo, Aunque pobre y humilde parezca y sea. Hay que luchar por todos los que no luchan! Hay que pedir por lodos los que no imploran! Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan! Hay que llorar por lodos los que no lloran! Hay que ser cual abejas que en la colmena Fabrican para lodos dulces panales; Hay que ser como el agua que va serena Brindando al inundo entero frescos raudales. Dijo el loco, y con noble melancolía Por las breñas del monte siguió trepando Y al perderse en las sombras, aún repetía: Hay que vivir sembrando! siempre sembrando! /U. R. BL/1NCO BELMONTE. CORTESIA DE: Centro ¿Mercantil de ¿Monterrey, S. E L S E M B R A D O R A b " ! E-Kí-vO , .... T Sr. Don Amado Reyes Aviles. Gerente de la Sucursal del Banco Mercantil de \ eracruz, S. A., en Orizaba, Ver.; y Presidente del Club Sembradores de Amistad en aquella ciudad. Cantos Copulares (Sigue de “el día que tu naciste cayó un pedazo de cielo. Hasta que lú no te mueras no se tapa el agujero”. Vibra el aire sevillano, agitado por notas que se alzan con la agudeza de una faca y luego se enrollan en espirales interminables y se resuelven en cadencias veladas, en quejas de amor, en melancolías de ausencia o en gritos que agita la pasión, mientras se ponen al trote las guitarras acompañantes y la prima canta y el bordón 11o- “Y el tiempo callado se va hora Iras hora". Toda la gama de la sensibilidad irisa las coplas; odio y resignación, celos y quebrantos, gracejo y reflexión sensata, anhelos y donaires, malignidades y delicadezas de sentir. 'Poda la rica vida del alma popular andaluza se expresa en sus cantares. “Yo soy uno y tú eres una una y uno son dos, dos que debieron ser uno, ¡pero no lo quiso Dios!” la Pag. 5) Habrá algo más conciso y más bellamente expresado que esta resignación con dejos de fatalismo musulmán?. Y podrá darse mejor que en la siguiente copla, la impre-ción de la inexorable marcha del tiempo? “Río arriba, río arriba nunca el agua correrá que en el mundo río abajo, río abajo todo va". Una copla habla de la firmeza de quien “Para brillar, las estrellas; para blancura la nieve; para firme, mi firmeza". Y otra la contrasta con la veleidad de la amada: “Tu cariño es como el toro que donde lo llaman va, el mío es como la piedra, donde la ponen se está". Y así van expresando los cantares andaluces, desde las ansias sensuales hasta las religiosas, con el retozo de la seguidilla o con el vuelo señero de la mística saeta.