290 ;'V. LA VOZ; en que mi Ministro de Estado al apostatar de su Religion, traicione á su patria, á quien no será mas fiel que lo fué á Dios; y vendrá un dia en que al abjurar el pueblo de su fé religiosa caerá sobre sus gobernantes, á quienes no respetará mas que respetó á su Dios; y vendrá undia en que rotos los diques de la conciencia y de la moral,' la Nación Mexicana, al violar por la apostasía el pacto que la une con Dios, sufrirá espantosas calamidades que en justo castigo le enviará, como lo ha-hecho siempre con los pueblos que le han sido rebeldes. Medite V. E. -estas verdades con la imparcialidad con que debe ecsaminar los grandes intereses de la República que dignamente preside; V. E. que es padre, V. E. que ama á este desgraciado pueblo mexicano, V. E. que sabe cuánto vale la confianza del gobernante en sus súbditos, V. E., en fin, que conoce cuánto y cuan benéficamente influye en el bien común la conciencia religiosa' de un magistrado, diga en suxorazon cuan grande es la pérdida que va á sufrir México si se introduce la tolerancia religiosa. Hay otra consideración que aunque meramente política, es muy atendible y muy digna de que la presente el Prelado Eclesiástico: con dolor recordamos lodos, que por mas de veinte años la Nación ha sido la víctima de los partidos políticos; ellos, y no la falta de población, causaron la ruina de la Hacienda; por ellos, y no. por la intolerancia religiosa, han rehusado venir á establecerse entre nosotros muchos estrangeros útiles y laboriosos: á esa division de partidos, y no á la falta de población, deben los Estados del interior su empobrecimiento, falta de brazos y de recursos; por esa division, y no por la intolerancia religiosa, los indios bárbaros han. asolado tantas poblaciones: en fin, nuestras continuas discordias y desórdenes, y no. la falta de. colonización y la intolerancia de cultos, atrajeron -la íinVaiSion americana,/qué tantas desgracias nos ha causado: si pUes^la-discordiá civil y la division de partidos han sido por muchos áñosjlá causa-única de tamafias calamidades, ocurramos todos á quitárlajbontraellá diríjanse las medidas del Gobierno, y empléese en removerla la sabiduría de los legisladores; pero no se aumenten motivos de" discordia y division, poique en vez de curarse, se écsacerbarán nuestros males. . Sí, Sr, Exilio., sé horroriza el ánimo al contemplar el terrible fomento dé odios y de discordias que la tolerancia de" cultos va á causar: la diferencia de religiones separa á los hombres.del todo; hasta dónde llegará la influencia de Jas' diversas ideas religiosas en el ánimo de las gentes, lo dicen mil y mil acontecimientos funestísimos que la historia de las guerras de religion y la de los pueblos en que ecsisten simultáneamente varias, nos refieren; mas baste para calen-