Partid al Hogar Celestial hr UdM i Súbito McSmck Cuando recibimos el mensaje de que había partido de eete mundo el Reverendo Honorio Kspinosa floto, quien era presidente del fleminarto Teolófi-co Bautista de Chile y uno de loe vicepresidentes de la Aliansa BautlsU Mundial, pasaron por nuestras respectivas mentes preciosas memorias, y el sentir de una gran pérdida personal surgió en nuestro corasón. En septiembre de 1922 Dios nos envió como misioneros a la República de Chile. Al llegar a Santiago, la capital, nos dirigimos a la casa perteneciente a la Junta de Misionee Foráneas; allí conocimos a nuestro primer amigo chileno, de dies y siete años de edad, y desde luego consideramos como hijo a sote admirable joven, Honorio Espinosa, que estudiaba leyes y hacia poco había aceptado a Cristo como su Salvador personal. Nosotros no hablábamos español y él sólo sabia unas pocas palabras en inglés, pero así comenzamos a vivir conjuntamente. El ganó inmediatamente nuestra simpatía porque se encariñó mucho con nuestra bebé de siete meses, y más tarde, él y otro señor que también vivía con nosotros, le enseñaron a ella a dar sus primeros pasos. Así que nuestra hija creció a su lado y siempre lo consideró como su hermano mayor. Honorio, con gran paciencia, nos enseñó a hablar español y nosotros le enseñamos a él Inglés. A los pocos meses yo deseaba predicar en español. Cuando me empeñé en hacerlo por primera vez en la Segunda Iglesia Bautista, ese buen joven tomó el asiento de adelante y me decía las palabras que yo no recordaba, así que los dos terminamos rendidos. El nos corregía siempre y seguramente se fastidiaba algunas veces con nuestras faltas; pero nos sobrellevaba porque nos amaba y apreciaba. Aprendimos de él costumbres típicas que, posiblemente, jamás hubiéramos aprendido de otra manera. El nos guiaba paso a paso, convidaba a sus amigos judíos, católicos y de otras religiones, que han llegado a ser eminentes. En aquellos días nació en nuestro hogar un centro estudiantil que siguió durante loe años que servimoe en nuestro amado Chile. A veces leíamos un libro, discutíamos de la Biblia, hablábamos de loe problemas diarios de los estudiantes, y terminábamos con una hora social. Los estudiantes llegaron a llamar a nuestro hogar: "El Refugio". Tuvimos el gran placer de participar en el servicio nupcial con su amada y bella esposa, Lux Brando; y años más tarde el de ver a los padres de él y a sus dos hermanos Ingresar como miembros de la Iglesia que él pastoreaba. Honorio anhelaba tener en Santiago un edificio grande y digno para adorar a Dios; este deseo fue concedido por medio de un donativo del 8r. Maxie Jarman, y en este edificio se celebraron sus servicios fúnebres. Deseaba también que hubiera en Chile un seminario bautista, y Dios se lo permitió y sirvió como presidente de esa institución durante diez y nueve años. A mí me tocó como misionero encargado, edificar y dirigir el Seminario durante loe tres años que él estudió en el Seminario de Louisville, Ky. El. UU. de A. Después de terminar sus estudios en esta institución regresó a Chile, y en una ceremonia muy impresionante le entregué las llaves del Seminario Bautista de Chile, dlcléndole: “Al entregar a usted, como presidente, las llaves de esta institución siento tanto gozo como si las entregara a mi propio hijo camal." El me contestó: "Hay que dar honra a quien honor merece", y otras palabras muy cariñosas. Continuamos trabajando siempre en armonía; a menudo nos pedía consejos, como lo hizo, aún en su carta de agosto de este año. Muchas veces hemos pensado en él como el "Pablo de Chile". ¡Cuánto sufrió y se sacrificó por su fe! Cuántas veces lo vimos llegar de sus clases, en la Universidad de Chile, muy triste porque sus compañeros se habían burlado de él, pero jamás se le ocurrió dejar su fe, ni aun en aquellos años críticos cuando no había dinero para llevar a cabo la obra. Siempre nos ayudábamos mutuamente. En una ocasión en que tuve que salir al sur del país para enseñar en un Instituto Pastoral durante seis semanas, él se quedó encargado de las cinco Iglesias que regularmente atendíamos entre él y nosotros. Durante ese tiempo le presté mi automóvil, así él podía predicar en una iglesia a las 6 p. m. y luego atravesar la gran ciudad de Santiago para ir a predicar en la Primera Iglesia a las 8 p. m. Igualmente cuando él fue a los Estados Unidos, algunos hermanos laicos y yo nos hicimos cargo de sus muchos deberes. Honorio Espinosa dirigió el Seminarlo Teológico BautlsU de Chile desde el año 1940 hasU el día 3 de septiembre de 1959. Enseñó su última clase el día 2, en dicha clase habló sobre la seguridad del creyente. Aquella noche se acostó como de costumbre, y despertó en su hogar celestial. Fue Umbién editor de "La Vos BautlsU", órgano de la Convención, abogado de la Misión, presidente de la Convención, Vicepresidente de la Alianza BautlsU Mundial, y Umbién del comité de Paz Universal. Este gran cristiano podía vislUr hogares ricos y pobres, porque amaba a toda la gente. Para nosotros su partida ha sido una gran pérdida personal. Uno de sus himnos preferidos era: "Hay un amigo más que hermano, Cristo el Señor". Ahora él goza de la presencia de Cristo, junUmente con sus muy amados hermanos y colaboradores Arturo Lara y Vicente Mendoza, quienes partieron para ester con su Dios en este mismo año. Nuestro gran amigo, buen hermano y siempre fiel cristiano, nos despedimos de ti por breve tiempo. Gracias a Dios que tenemos la seguridad de verte en aquel hogar celestial, que es la mete de todo cristiano. INUO A MAMO DI 1HO 11