FORO ZOOO-Edición 27 El divorcio estadístico Pedro Carlos Guillen Existen dos películas que me parecen paradigmas para ¡lustrar el proceso de deterioro que se establece de cuando en cuando en la gente que se deja de querer. La primera es La guerra de los Rosas, en la cual Michael Douglas se orina en el pescado empapelado que preparó su bellísima mujer. El asunto termina tan mal que al final de la película ambos quedan colgados de un candil mientras se siguen pateando para luego estrellarse contra el piso. La segunda es Belleza americana, en ésta la pareja formada por Annette Bening y Kevin Spacey simplemente se ignora entre sí, hasta que él entra en una especie de rebelión asertiva que lo lleva a tirar un plato de espárragos contra la pared y mandar al demonio a su legítima esposa. Está claro que el divorcio es un símbolo contemporáneo y que esta prerrogativa social no se utilizaba antes con la misma frecuencia por cuestiones de decoro y no necesariamente de estabilidad marital. El seguimiento a este proceso ha tenido innumerables aproximaciones que las más de las veces han tratado de generar fórmulas que eviten estos desenlaces (me imagino a un consejero matrimonial como una especie de árbitro que le explica a él que su aversión por el Escena de la película GnJymw í'.' í 3 N-.Í ij www.todobaja.com hígado no es causal de divorcio). Una aproximación fresca es la que he encontrado en un estudio realizado por el doctor John Gottman, psicólogo de la Universidad de Washington, y que lejos de pretender evitar los divorcios, simplemente los predice. El proyecto ha seguido de cerca las andanzas de 650 parejas durante 25 años y se basa en métodos como la filmación de interacciones y la medición de respuestas fisiológicas (como el ritmo cardiaco) durante la discusión de temas en los que no hay acuerdo. Asimismo, el doctor Gottman ha realizado entrevistas personales a estas mil 300 personas. Con estos datos se ha realizado un modelo que le permitió predecir qué parejas permanecerían juntas después de un tiempo determinado con una precisión de 91%. Una de las derivaciones del estudio se relaciona con la posibilidad de determinar en qué momento ocurrirá la ruptura; los divorcios tempranos (entendidos como los que ocurren durante los "Belleza Americana" primeros siete años) tienen una dinámica completamente diferente a la de aquellos que ocurren después de este periodo. Según Gottman, en el primer caso se trata de parejas con conductas muy activas emocionalmente que expresan indistintamente amor y odio. Esta volatilidad produce efectos inmediatos a diferencia de los divorcios tardíos en los que la represión asociada al dolor de la ruptura mantiene junta a la pareja hasta que se llega a una edad en que el divorcio simplemente se convierte en una liberación. Algunos de los síntomas que el estudio presenta son: la indiferencia ante las actividades de la pareja, comer fuera y prácticamente no hablar y la falta de risa en el matrimonio, entre otras. Parecería en estos tiempos que la convivencia con otra persona a través de un lazo afectivo produce un efecto erosivo que en algunos casos llega a situaciones de tragedia. Es probable que una explicación a esto se relacione con un papel más activo de las mujeres en los tiempos recientes, pues ello determina que los roles tradicionales se trastoquen y creen nuevas dinámicas. ¿Nos encaminamos a una sociedad en la cual el matrimonio se extinga? Es probable, pero ello no me parece ningún problema si lo que esté a cambio sea la posibilidad de una forma alternativa que nos permita querernos sin ningún temor a las consecuencias sociales Pedro Carlos Guillen es biólogo, con doctorado en Ciencias por la UNAM y Fellow del Programa LEAD-México. PvwVct \os róejofes PERROS La Net@-DDress Internet a! Publico OG5 Ve.a y pfe.pM'ó-l-eAo coa GCA