466 ' - ' la .voz Sagrada Escrituráj que dice: “ Dad al César lo que es del César, y á Dios lo que es de Dios;” mas con él se prueba lo contrario; porque con este testo contuvo y reprimió nuestro Salvador Divino la audacia de los fariseos sus enemigos, quienes buscaban ocasión para perderle: estos preguntáronle una vez, ¿si era lícito pagar él tributo al César? para que si respondía que sí, acusarlo con el pueblo que aborrecía los tributos, y si respondía que nb. delatarlo al César para que lo apremiase; con tal motivo les pidió qué le mostrasen una moneda, y preguntándoles: “ ¿De quién es la imagen que tiene grabada esta moneda?” Respondiéronle: “ Del César:” entonces les dijo el Salvador: “ Dad al 'César lo que es del César, yj á Dios lo que es de Dios.” No creo yo que hasta aquí se prueba algo contra la inmunidad de la Iglesia, si se le quiere dar á este testo su verdadero sentido; antes bien, él es una nueva prueba de su inmunidad; porque si jeii virtud de él no se le puede quitar ál César lo que es del César, ni mucho menos á Dios lo’que es de Dios: ya el Clero le da á la nación lo que le pertenece pagándole las graves contribuciones que sufre y ha sufrido de sus bienes raices; pero no puede quitarle á Dios lo que es de Dios, despojándose de los bienes que adquiera al servir al Altar, y de los quejd^be subsistir: estos bienes aunque por razon de la materia sean ^p^br^^no lo son por la del fin á que están consagrados; aa¿ esfc^^mid^de-dicados á Dios, forman el patrimonio de JesucrisMMffl^t|fe*risi-ble y Gefe Supremo de los sacerdotes y demas latrf^j^pí^üienes de ninguna manera se les puede menoscabar. Se tiene á mal mi Observación sobre el, tributo impuesto al Clero, y se Califica de un escándalo el decir que no puede pagarlo sin •lastimar su conciencia. Estoy bien persuadido, Sr. D. C. L., que no he causado escándalo al defender una causa justa y santa, y no merezco esta nota ó apodo que gratuitamente me dá vd. en su im-pugnacion. Yo .siempre predico y he predicado al pueblo la sumisa obediencia á las legítimas autoridades, y he confirmado con mis obras está doctrina. Pero repito lo que ya dije en mi Observación “ que cuando por un equivoco, y con la mejor intención (al que todos estamos, espuestos sin esceptuar á los hombres mas sá-bios y justos) se dictase alguna ley que en algún modo estuviese en contraposición ó, la de Dios, en este caso debemos respetarla por ser emanada de la autoridad legítima, mas no podemos obedecerla en conciencia, porque es ciertísimo que mas nos obliga obedecer á Dios que no á los hombres. ¿Acaso el rey Felipe IV cen suró de escandaloso al Sr. Palafox, en la resistencia que le opuso al defender la inmunidad del Clero de Ósma? ¿Se rd^ó por ven