Señor Roberto Lansing. Secretario de Relaciones de los Estados Unidos LA ACTITUD DE CARRANZA Al día siguiente del atentado villista, Don Venustia-no Carranza participó al Gobierno de los Estados Unidos su profundó pesar por lo ocurrido y pidió permiso para que sus tropas pudieran internarse en territorio norteamericano y perseguir con eficacia al enemigo. Al mismo tiempo dirigió un Manifiesto al Pueblo Mexicano ofreciendo solemnemente que el Ejército de Estados Unidos no pisaría el suelo nacional si el Gobierno norte-americano no concedía a las fuerzas mexicanas igual derecho en su territorio. Este giro fue hábil, y colocó a los Estados Unidos en la obligación moral de conceder la reciprocidad solicitada por Carranza. Si se negaba a las fuerzas constitu-cionalistas el derecho de internarse en Estados Unidos, se confesaba tácitamente que las tropas norteamericanas no podían abrogarse la facultad de ocupar territorio mexicano. Irían a México porque eran fuertes; pero confesando con hechos irrefutables que estaban ejercitando una violación. Se vieron pues, en la necesidad ineludible de contestar afirmativamente; pero con el objeto de nulificar la petición carrancista, pusieron la limitación de que las tropas constitucionalistas, no tendrían derecho para ocupar territorio americano sino en el caso de que una partida organizada en Estados Unidos, hiciera en cualquier población mexicana, lo mismo que Villa había hecho en la plaza de Columbus. Esta restricción ha desbaratado todo espíritu de reciprocidad, y Carranza está en la obligación de rechazarla con energía. El espíritu de una verdadera reciprocidad consistiría en hacer abstracción absoluta de la línea divisoria, y poner las fuerzas combinadas de los dos países, en contra de un enemigo de la civilización. Pero, si como lo pretende el gobierno de Washington, la línea divisoria va a seguir existiendo para los mexicanos, y se borra en lo absoluto para los norteamericanos, la reciprocidad se esfuma en un formulismo sarcástico y vacío. Por el texto de la comunicación del Secretario Lansing se advierte que si mañana la gavilla villista es perseguida por tropas carrancistas, y logra cruzar el Río Bravo, los soldados de Don Venustiano carecerán del derecho para llevar adelante su persecucióri. ¡Reciprocidad curiosísima! Para perseguir a Villa los norteamericanos pueden cruzar la línea divisoria cuantas veces quieran; en cambio, las tropas de Don Venustiano, tienen que mantenerse siempre dentro del territorio nacional. Don Venustiano Carranza no debe aceptar esta reciprocidad acomodaticia en la cual todas las ventajas las recibe Estados Unidos y todos los ultrajes los sufre México. Su obligación está en sostener los términos de su Primer Manifiesto, y asumir en caso necesario, la defensa de la integridad nacional. Para ello cuenta con el apoyo de la Nación que no ve ni verá con agrado, que las tropas americanas pisen el suelo de nuestros mayores sin que se conceda, igual derecho, desde luego, en Estados Unidos a fuerzas mexicanas. Una actitud levantada y viril, mantenida hasta el último momento puede sal-