El Cerro de las Campanas De “L’Empire Liberal” por Emilio Ollivier El acontecimiento era cruel, pero no inesperado. Parecía inminente desde la partida de nuestras tropas. En aquel momento, México todo, reconquistado por Juárez, que iba a establecer su gobierno a San Luis Potosí, estaba en poder de las fuerzas republicanas, con excepción de cuatro ciudades: Veracruz, Puebla, México y Querétaro. Miramón empezó lo que Maximiliano llamaba la pacificación, por un golpe de mano feliz contra Zacatecas, donde estuvo a punto de apoderarse de Juárez. Envanecido por ese éxito, Maximiliano le escribe de México: “En el caso de que consigáis apoderaros de don Benito Juárez, de Lerdo de Tejada, de José Maria Iglesias, de don Luis García o de Miguel Negrete, os encargq de una manera muy especial “hacerlos juzgar y condenar por consejo de guerra," conforme a la ley de 4 de Noviembre, actualmente en vigor. Pero la sentencia no será ejecutada antes de haber recibido nuestra aprobación. Para eso nos mandaréis inmediatamente una copia por intermedio del ministro de la guerra. Hasta no haber recibido nuestra decisión, os recomendamos procurar a los ^prisioneros un trato conforme a lo que la humanidad exige, sin desatender por ello el tomar todas las precauciones necesarias para impedir una evasión.” (5 de febrero). Esta Carta no llegó a su destinatario ya en derrota; cayó en manos de los Juaristas y fue más tarde una pieza funesta 1 del expediente del proceso de Maximiliano. Al dia siguiente de su victoria efímera, Miramón, atacado por fuerzas superiores", fue literalmente despedazado en San Jacinto (6 de febrero de 1867); su hermano Joaquín, hecho prisioinero, fue fusilado a la luz de una tea; 157 soldados franceses fueron ejecutados por pequeños grupos. Miramón, herido, se escapó a duras penas. El desaliento de Maximiliano a la noticia de esta derrota, igualó a su reciente exaltación; e hizo simultáneamente dos tentativas que demuestranzel desorden de sus pensamientos. Envió a un Mr. Burnouf para ofrecer a Porfirio Díaz el mando de las tropas encerradas en Puebla y México,. agregando que Márquez, Lares y Cia., serían arrojados del poder y que él mismo abandonaría el pais, de- ■* jando el Estado a los Republicanos. Porfirio Díaz respondió: “que como general en jefe de un cuerpo de ejército, no podía tener con el archiduque otras relaciones que las que las leyes militares autorizan con el jefe de una tropa enemiga." Y al punto instruyó a Juárez de la proposición. La segunda tentativa de Maximiliano fue una carta a Lares: “La situación de México me conmueve profundamente; cada resolución adoptada para terminar la guerra civil nos conduce a encenderla más, y por doquie-