6 LA INVOCACION DE LOS SANTOS Y cuando San Pablo dice que "se nos hace sérvir de espectáculo al mundo, a los Angeles, y a los hombree", (I. Cor. IV, 9), ¿qué otra cosa quiere decir sino que los Angeles en el cielo ven nuestras acciones como las ven los hombres? /■ Los ejemplos citados se refieren, es verdad, a los Angeles; pero Nuestro Señor declara que los Santos en el Cielo serán como los éspíritus Angélicos, en la posesión de un mismo conocimiento y en el goce de una misma felicidad. (S. Mateo, XXII, 30). Leemos en el Evangelio que cuando el Epulón estaba sufriendo en el lugar de los réprobos, suplicaba encarecidamente á Abraham que apagase sü sed; y que éste, aunque detenido en el Limbo podía escuchar y responderle. Ahora, si puede existir comunicación entre las almas < de los justos y las de los condenados, ¿con cuánta más-razón no puede suponerse que haya cambio de ideas entre los Santos del Cielo y sus hermanos de la tierra? Los pocos ejemplos aducidos son suficientes para ' convenceros de que los Espíritus del Cielo oyen nuestras oraciones. 2. Tenemos también abundantes testimonios en las Escrituras para demostrar que los' Angeles nos asisten con sus oraciones. El Todopoderoso amenaza con la destrucción a los habitantes de Sodoma y de Gomorra, a causa de sus crímenes y abominaciones. Abraham interpone su patrocinio; y en respuesta a su oración. Dios promete perdonar tales ciudades siempre que haya diez justos en ellas. La mano vengadora de Dios se suspende, • y! el estallido de su cólera se detiene, merced a la eficacia de las oraciones de un solo hombre! (Gen. XVIII). Leemos en el Exodo, que cuando los Amalecitas iban a declarar la guerra a los hijos de Israel, Moisés, el , gran siervo y profeta de Dios, subió a la monte® a «w por el éxito de su pueblo; y nos dicen las Escrituras q^ie cuando Moisés alzaba sus manos en oración, vencía Israel, pero que cuando cesaba de orar, Amalee tenía la ventaja, " 7 ¿Podrá manifestarse con más evidencia el poder de la oración? La silenciosa plegaria de Moisés en la cima dtf monte era más formidable para los Amalecitas que la espada de Josué y su ejército que peleaba en el valle. (Estad, xvii). Cuando el mismo Pueblo Hebreo fué desterrado de ? ■ su país natal y llevado cautivo a Babilonia, tan grande eva-