ham, Joeé, Samuel, Daniel, Dorcas, etc. Cabe decirse que debe haber una biblioteca en cada hogar; comprar un buen libro cada afto, cada trimeetre o cada mee, ie<ún las posibilidades, representa una Inversión que proporcionará utilidades intangibiae de cultura y consagración durante toda la vida de los hijos, loe nietos y las generaciones futuras. In la biblioteca del bogar puede haber varias versiones de la Biblia, libros de historias bíblicas, atlas y geografía de las tierras bíblicas, biografías de personajes bíblicos, un buen comentario, y otros libros, como "Una Armonía de los Cuatro evangehos'’, "11 Mundo del Nuevo Testamento", "La Arqueología y las Escrituras", "Y la Biblia Tenía Raxón", “Esta es Mi Biblia", etc. El hogar cristiano cooperará con la iglesia y sus departamentos en sus planes de promover el estudio de la Biblia. En la escuela dominical se pide a los alumnos que estudien la lección y sigan un plan de estudio diario de la Biblia; también en la Unión de Preparación se da importancia a la lectura diaria de la Biblia; y en la Unión Femenil y sus auxiliares se promueve el estudio de la Biblia y el apr en disaje de muchos de sus textos. El aprovechamiento de loe niños, y aun de los jóvenes, depende en gran parte de la actitud asumida por los padres, quienes deben animarlos a cumplir con las sugestiones de sus maestros y consejeros. I Bienaventurados el hogar y la iglesia que se preocupan por enseñar la Biblia para "que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo"! Ere la última noche del afto. eetá-bamos en el culto de acción de gracias y esperando la llegada del Afto Nuevo. Bentí que aumentaba dentro de mi una rebelión. "Redimiendo el tiempo", decía la vos del pastor, pero no oi más de aquel sermón. Aquellas palabras se me enterraron como una púa, me produjeron un sentir de incomodidad, de escudriftarme a mi misma y de ofensa. Comencé a conversar conmigo misma. "Yo sé que debo redimir el tiempo, yo sé que debo pasar más tiempo en oración; yo sé que debo aprender de memoria más versículos de la Biblia; yo sé que debo leer y estudiar más fielmente la Palabra. Pero ¿dónde hallaré el tiempo extra para hacer todo esto?" Pensé en los quehaceres de la casa —cocinar, limpiar, lavar y planchar, comprar la provisión, coser. Y el tiempo que tenía que dedicar a llevar y a recoger de la escuela a los niños, a llevarlos al ensayo del coro y al dentista. Le dije al Señor: "¡Oh Dios, yo quiero vivir más cerca de ti, pero no tengo un minuto libre en el dial" Se oía ahora que la congregación buscaba el número de un himno en el hlmnario; mi esposo halló la página y me pasó el hlmnario para que los dos pudiéramos cantar. "Tu Tiempo Consagra." Aquellas palabras parecían denunciarme. Me sentí desconcertad; otra ves y un poco enojada porque pensé que el autor de aquel himno era, evidentemente, un hombre que no conocía cuán repleto es el horario que tiene que seguir una esposa en su hogar. Al concluir el culto nos detuvimos a saludar a nuestros amigos. La esposa del pastor, una encantadora madre de cuatro niños pequeños, se detuvo aqui y allá para hablar con tos miembros de la congregación. Su esposo se estacionó en la puerta, saludando a cada persona que salla. Su esposa era bonita y parecía tener una fuente Inagotable de energía, sin embargo, poseía una naturaleza es- SncontU 'Tiempo piritual que sólo podía ser el resultado de una comunión íntima con su Salvador. ¿Cómo Lo Hacía? Hablamos las dos unos momentos y luego le hice la pregunta que me había hecho a mi misma: "¿Cómo encuentra tiempo cada día para tener comunión con el Seftor? | Estoy se- gura que usted lo hace!" Ella ee sonrió y dijo: "Bueno, ten- go que admitir que no fue hasta que llegó el primer bebé cuando encontré ratos en que podía tener verdadera comunión con el Señor." Ella se fijó que yo me sorprendí de la aparente contradicción que me causó su observación, pero siguió diciendo: "Parecía que yo no tenia un minuto en el día para mí misma hasta que volví del hospital. Entonces leí Coloseruxs 3:17 que dice: "Y todo lo que hacéis, sea de palabra, o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por él." "Asi que cuando planchaba comencé a hablarle al Seftor de mis necesidades y de las necesidades de otros. Mientras lavaba losa comencé a me- dltar en su Palabra. "Siempre llevaba mi Biblia sobre el asiento de en frente de nuestro automóvil, y mientras esperaba a que los niños saliesen de la escuela lela algunos versículos o un capítulo. Cuando esperaba en la sala del dentista hacia lo mismo. Encontré que el Seftor me daba por lo menos una hora extra cada día para pasarla con él." Quedé callada por un momento y muy Impresionada al darme cuenta de cuán sencilla era la solución a mi problema. El tiempo había existido sin darme cuenta de ello. Dios habla provisto el tiempo "extra"; yo simplemente no lo "había hallado." "Muchísimas gracias", le dije al despedirme. "Jamás se imaginará usted lo mucho que me ha ayudado." A1 salir del templo, mi esposo miró el reloj de la torre." "Mi deseo es que este afto sea el más fells que hayas tenido", me dijo sonriendo. Y su deseo llegó a ser realidad. Hace un afto que "encontré" aquella hora extra que Dios me habla provisto y ha sido hasta ahora el afio más feliz. —Trad, por M. M. de W. de un artículo de la revista Home Li/e, por Evelyn McCullough Anderson. tNIlO A MARZO DI 1H0 5