paso dr lo más a lo menos complejo. es innegable.
Sobre esta serie científica que informa el^ plan de nuestra enseñanza secundaria, “la serie de ciencias abstractas" que apellida Augusto Comte, está edifcada el de las enseñanzas superiores profesionales que el Estado expensa y sostiene con un cuanto esplendor puede, no porque se crea con la misión de proporcionar carreras gratuitas a individuos que han podido alcanzar ese tercer o cuarto grado de la seleccron. sino porque juzga necesario al bien de todos que haya buenos abogados, buenos médicos, ingenieros y arquitectos; cree así lo exigen la paz social, la salud social y la riqueza y el decoro sociales, satisfaciendo necesidades de primera importancia. Sobre estas enseñanzas fundamos la Escuela de Altos Estudios; allí la selección llega a su término; allí hay una división amplísima de enseñanzas; allí habrá una distribución cada vez más vasta de‘elementos de trabajo; allí convocaremos, a compás de nuestras posibilidades, a los príncipes de las ciencias y letras humanas, porque deseamos que los qi;c resulten mejor preparado» por nuestro régimen de educación nacional, puedan escuchar las voces mejor prestigiadas en el mun<io sabio, las <iue vienen de más alto, las <¡nv van más lejos: no sólo las que producen efímeras emociones, sino las que inician, las que alientan, las que revelan, las que crean. Esas se oirán un día en nuestra Escuela; ellas difundirán el amor a la ciencia, amor divino, por lo sereno y puro, que funda idealidades como el amor terrestre funda humanidades.
Nuestra ambición sería que en esa Escuela, que es el peldaño más alto del edificio universitario, puesto asi para descubrir en el saber los horizontes más dilatados, más abiertos, como esos que sólo desde las cimas excelsas del planeta pueden contení piarse: nuestra ambición seria que en esa Escuela se enseñase a investigar y a pensar, investigando y pensando, y que la substancia de la investigación y el pensamiento no se cristalizase en ideas dentro de las almas, sino que esas ideas constituyesen dinamismos perennemei.te traducibles en enseñanza y acción, que sólo así tas ideas pueden llamarse fuerzas; no quisiéramos ver nunca en ellas torres de marfil, ni vida contemplativa. pi arrcdrttniimtcH tm-bnsea del “mediador plástico"; eso'pueda
existir, y quizás es b u no que exista en otra parte; no allí, allí no.
Una figura de implórame va^dí ha ce tiempo en derredor de lo» ‘•templa serena” de nuestra enseñanza oficial: la Filosofía; nada más respetable ni más bello. Desde el fondo de los siglos en que se abren las puer-las misteriosas de los santuarios de Oriente, sirve de conductora al pensamiento humano, ciego a veces. Con ¿1 repose» en el estilóbato del Parte-nón, que no habría querido abandonar nunca; lo perdió casi en el tumulto de los tiempos bárbaros, y. reuniéndose a él y guiándolo de nuevo, se detuvo en las puertas de la Universidad de París, el “alma mater” de la humanidad pensante en los siglos medios: esa implorante es la Filosofía, una imagen trágica que conduce a Edipo, c! que ve por los ojos de su hija lo único que vale la pena de verse en este mundo, lo que no acaba, lo que es eterno.
¡Cuánto se nos ha tildado de crueles y acaso de beocios, por mantener cerradas las puertas a la ideal An tigona! La verdad es que en el plan <Le la enseñanza positiva la serie científica constituye una Filosofía fundamental: el ciclo que comienza en la Matemática y concluye en la Psicología. es una explicación del Universo; pero si como enseñanza autonómica no podamos darle en nuestros programas su sede marmórea, nosotros que teníamos tradiciones que respetar. pero no que continuar ni seguir: si podíamos mostrar el modo de ser del Universo hasta donde la ciencia proyectara sus reflectores, no podíamos ir mas al'á ni dar cabida en nuestro catálogo de asignaturas a las espléndidas hipótesis que intentan explicar no ya el “cómo” sino el “por qué" del Universo.
Y no que hayamos adoptado un credo filosófico que fuese el “positivismo:” basta comparar con la serie de las ciencias abstractas propuestas por el gran pensador que lo fundó, la adoptada por nosotros para modificar este punto de vista; no, un espíritu laico reina en nuestras escuelas: aquí, por circunstancias peculiares de nuestra historia y de nuestras instituciones, el Estado no podría, sin traicionar su encargo, imponer credo alguno; deja a todos en absoluta libertad para profeaSr el que les imppn-ga o. la ..razón o la fe. Las lucubra ciones metafísicas que responden a
un invencible anhelo del espíritu y que constituyen una suerte de religión en el orden ideal, no pueden ser materia de ciencia; son supremas síntesis que se ciernen sobre ella y que frecuentemente pierden con ella el contacto. Quedan a cargo del talento, alguna vez del genio, siempre de la conciencia individual: nada como esa clase de metalismos para a’zar más el alma, para contentar mejor el espíritu, aún cuando, como suele suceder, proporcionen desilusiones trágicas.
Hay. sin embargo, trabajos de coordinación. ensayos de totalización del conocimiento que si tienen su ra = z entera en,la ciencia, y una sección en la Escuela de Altos Estudios los comprende bajo el títu’o de “Filosofía." Nosotros abriremos allí cursos de Historia de la Filosofía, empezando por la de las doctrinas modernas y* de Jos sistemas nuevos y renovados desde la aparición del positivismo hasta nuestros días, hasta los días de Bergson y William James, Y, dejaremos libre, completamente lil.re el campo de la metafísica negativa o afirmativa, al monismo por manera igual que al pluralismo, para que nos hagan pensar y sentir, mientras perseguimos la visión pura de esas ideas eternas que aparecen y reaparecen sin cesar en la. corriente de la vida mental: un Dios distinto del Universo. un Dios inmanente en el Universo, un Universo sin Dios.
¿Qué habríamos logrado,si a! realizar este ensueño hubiéramos completado con una estreVa mexicana un asterismo que no fulgurase en nuestro cielo' N<<: el nuevo hombre qt e la consagración a la ciencia forme cu el joven neófito que tiene en las vena» la savia de su tierra y la sangre de su pueblo, ño puede olvidar a quién se debe y a qué pertenece; el sursum corda que brote de sus labios al pie del a’tar debe dirigirse a los que con él han amado, a tos que con él han sufrido; que ante ellos eleve como una promesa de libertad y redención, la hostia inmaculada de la verdad. Nosotros no queremos que en el templo que se erige hoy, se ador ? una Atena .sin ojos para la humanhhd y sin corazón para el pueblo, dentro de sus contornos de máftnol blanco; que remos que aquí vengan las selecciones mexicanas en teorías incesantes para adorar a Atena “promakos," a la ciencia que defiende a la Patria.
S U E Ñ 0\S
De mi alma haré una gota de rocío Para regar con ella tu corola;
Haré un sublime altar del pecho mío
Y en ese altar te adoraré a tí sola.
Brillará en las tinieblas de mi suerte, La luz del sol de tu mirar divino; Será un perfume para tí mi muerte Y mi vida una flor de tu camino.
Ven, dejemos el lecho del proscrito, Del mundo impuro, que tu planta toca. Ven conmigo; yo haré del infinito Una copa de amor para tu boca.
..
triste noche plegará sus velos
Y tu voz en mi lira de poeta Agregará al “Te deum” de los ciclos El mágico nocturno de Julieta.
Te creí realidad y eres fulgente Ilusión de mis días halagüeños; Te ví. Señora, y coroné tu frente Con el lampo inmortal de mis ensueños.
Ven, yo te amo; la luz que tú destellas Será mi eternidad, y en santa calma. Tú buscarás a Dios en las estrellas, Y yo lo encontraré dentro de tu alma.
JUSTO SIERRA.