mente de su labor preconstituciona-lisfiu No te sorprenda que Brincas padre y Bringas hijo hayan sido Ge nerales: eso aqti es muy general. Las máquinas no descansan, y xitoi. igur*l facilidad y destreza te hacen tn billete revolucionario que un General de la misma prócedenca. La me.ánica ha prosperado mucho entre nosotros. Con decirte que hoy hasta el malestar y el descontento son generales, te lo digo todo. No necesito agregar que estas fabulosas emisiones de papel han determinado un aumento in precedente !a tí t tra pública Al ora to do . pa ja .ios '/.cL" ros «os .atn»steres de la vi da. Ños hallamos en pleno fausto. Un sombrero cuesta cien pesos; otro tanto y un pico más se paga t.por un par de zapatos; una camisa representa un desembolso de cincuenta pesos. Los comestibles se hallan en igual proporción: kilo de café cinco pesos; kilo de manteca cuatro; kilo de maíz cinco. Y no sigo para qte esto no parezca Nota mercantil de precios Lo dicho ¿es o nó la comprobación de que hay abundancia de dinero? Verdrd es que los obreros que ganaban uno o dos pesos al día cuando, •nperaba la odiosa no alcaq. an boj i.jor ssla- o, si es que lo ai anzan; ! o r die pod’ú n.g r que e ta re xolución tiene la honrosa caracteric- tica de ser netamente salvadora parí las masas ayer irredentas. ¿Con qué vamos a pagarles a Venus y demás personajes olímpicos la merced recibida al empuje libertario? Así es como un amigo mío, bajo la influencia de este ambiente renovador, ha dado al verso aquel: ¡Oh, Diosa Libertad, yo te bendigo! esta otra forma: ¡Odiosa Libertad, yo te maldigo! Y aquí termina esta mi tercera epístola. Sinceramente tuyo, SILVERIO. EL RECONOCIMINTO Celebrado con toda pompa en Jauja la noche del S* 20 de Octubre de 1915. Se oyen por las calles músicas y dianas; corren los corceles, suenan las campanas. Bocas de pistolas, bocas de fusiles, lanzan a los aires raudos proyectiles. Los libertadores, llena bien la panza, van gritando roncos vivas a Carranza. Todos son carreras, confusión y susto, mientras los armados se embriagan de gusto. La gente se aturde con el campaneo; se cierran las puertas por miedo al saqueo. Las niñas nerviosas se llenan de espanto, diciendo: ¡Qué pasa! ¡Qué es esto. Dios Santo! Y mugen las vacas viendo las estrellas y tiemblan creyendo que vienen por ellas. Con igual pavura, por igual motivo, sus lamentos lanzan la cabra y el chivo.; y de su serrallo temiendo el despojó canta el sultancillo del penacho rojo. ¿Más cuál es la causa de tanto aspaviento? ¡Lo del esperado reconocimiento! Después de una hora de ruido espantoso se calman las gentes y vuelve el reposo. Y aquí de las charlas y del comentario, por el importante triunfo libertario. Uno que se alegra y otro que se abate, pues quiere que siga sangriento el combate. Mas ya no hay remedio: se acabó lá danza; que en toda la línea ganó ya Carranza. Los de Yanquílandia tendiendo la mano, la piocha acarician a Don-Venustiano; y él dice con garbo: “Bien hacerlo supe; triunfa mi glorioso Plan de Guadalupe”, Se acabaron penas, disturbios y alarmas, si embargan a Villa municiones y armas. La paz vendrá firme, después del martirio, no la artificiosa del viejo Porfirio. Quedará el acero muy quieto en la vaina de estos paladines que gastan polaina. . Triunfaron los libres; llegó ya el momento. ¡Vino el esperad'' reconocimiento! De aqui en adelante quietud y bonanza. ¡Que vivan los yankees, que viva Carranzal Ayer los ganados estaban perdidos, porque gobernaban puros foragidos. Veremos muy pronto, si todo se aplaca, qué bonitamente va a engordar la vaca. Surgirán millones de crasos rebaños, no flacos y pocos como en otros años. Las casas y haciendas serán de su dueño, no como pasaba cuando el oaxaqueño, aquel gran tirano que avieso en sus móviles dejó que robaran coches y automóviles, y que sus soldados saquearan las tiendas y que confiscaran en pueblos y haciendas, dejando a los ricos dormir en petates y dando a palurdos poder de magnates. ¡Qué horribles despojos cuánta tropelía durante los TREINTA de la .tiranía! Esto ya es la gloria; llegó el gran momento. ¡Vino el esperado reconocimiento! ¡Abajo las viejas prácticas odiosas, y a dormir tranquilos en lecho de rosas! No dirá ninguno que hay personalismo. ¿Se quiere una prueba de nacionalismo? Hoy si el centinela su QUIEN VIVE lanza, todos al momento responden: CARRANZA, con lo cual se deja bien patentizado lo que vale un pueblo democratizado. Y a olvidar que Venes era reservista; que sirvió al Senado siendo Porfirista. El cambiar de juicios y borrar recuerdos siempre ha sido propio de los hombres cuerdos. Ya todos en Jauja seremos iguales; no habrá servidumbre ni habrá principales. Si algún despojado murmura o se queja, la bala o el palo: ¡la ley es pareja! ¡Oh, la democracia de la edad presente, cómo eres fecunda, grata y bien oliente! ¡Ya verán ustedes qué resurgimiento con el esperado reconocimiento! SILVERIO.