¡Hogar, Duke Hogar! Aeí canUba el poeta, y así cantan y siguen cantando los padres y las madres que tienen un hogar. Debería ser ésta la canción que se elevara de todos los hogares del mundo, al menos en aquellos donde los principios del evangelio son proclamados como verdades eternas. Nos cuenta con pena Don Abé de la tragedia que él se ve obligado a presenciar día tras día, y sin poder hacer nada. Unos vecinos suyos tienen cuatro hijos de poca edad y uno recién nacido, a quienes dan escuela de la peor clase. Desde que se levantan hasta que se acuestan, los niños no oyen otra cosa que palabras de insulto y de desprecio. La madre les dice: "Zánganos, idiotas, aprontados, frescos, majaderos, ¿están sordos? diablos, demonios", y otros adjetivos por el estilo. El padre por cualquier cosa los amonesta con "te voy a romper la cara", y la abuela que se interesa por oír las novelas radiales, les dice: “lárguense de aquí", “no me molesten", “cállense y no hagan ruido", etc. El domingo por la mañana la madre carga con ellos para misa. Mientras los prepara les endilga unos cuantos "zánganos" e "idiotas", y luego al regre sar de misa les despepita el resto de los epítetos inflamatorios. Como consecuencia de esta educación, el niño mayor es víctima algunas noches de pesadillas y sueños borrascosos, despertando a gritos; pero el padre arregla el asunto con unos cuantos correazos. Ya los niños en sus juegos, se dicen unos a otros las mismas palabras insultantes que reciben de sus padres, y no hace mucho uno de ellos amenazó a su hermano pequeño con “romperle la cara". Estos niños no pueden cantar "Hogar, dulce hogar". Si están arriba, los echan para abajo; si están abajo, los mandan a subirse. No pueden jugar porque se ensucian la ropa; no pueden hacer ruido porque perturban la tranquilidad de los mayores. Y los pobrecitos no encuentran qué hacer, pues a cualquier rumbo que tiren sigue la prohibición despiadada y terminante. Y con todo, a menudo se les oye llamar a "papaíto" y a "mamaíta” para recibir por respuesta, no la palabra de cariño, sino la consabida palabra de “majaderos" y "necios". Don Abé nos cuenta que ha estado tentado a salir en defensa de los 2 EL HOGAR CRISTIANO