I: , DE LA RELIGION. 3H Sobre la providebeia? ; ■ Admirable es sin duda el cuidado que el Criador tiene, con todas las obras de sus manos, á ninguna de las cuales falta con lo quéXec^e su ser, piden sus necesidades, y conviene para su dicha. Desde el invisiWe arador que sin sentirlo habita en nosotros, hasta el monstruoso elefante, á toád&proporciona comida, regalos y placeres, y en todos se deja ver grande, benéfico, munífico. ■ ¡Qué amable y tierno se ostenta con los hijos de los cuervos, á quiéñbjjiro-. porciona alimento en el rocío cuando sus padres los abandonan! ¡Quéldini-’ rabie en la vegetación de que cubre la tierra, para que de ella se alimente^ millares de familias y millones de especies de avechuchos, muchos de ellos’ tan despreciables á nuestro parecer que ni aun llaman nuestra atención! Sin que trabajen, sin que se afanen, todos ellos encuentran diariamente la mesa puesta, y tan surtida de la espensa de Dios, que con todos.se ostenta padre. Solo con el hombre parece que usa de alguna escepcion, pues sobre obligarlo á un trabajo ímprobo y penoso, muchas veces parece que le niega lo necesario, ó al menos no se lo concede con tan larga.mano como á los seres privados de razon. Y el ppr qué no es oscuro. Los animales, marchando hácia el fin para que los crió, están en regla; el hombre, habiéndose apartado de él, está fuera del orden, y tiene que trabajar para, que la pena lo or- -dene de nuevo. Ademas, tiene una razon que es una providencia secunda- • ria, y con asta, si usa bien de ella, y marcha en el orden que el Hacedor íé prescribe, no puede faltarle ni le falta la providencia primaria en cualquiera posición en que se halle. Hará Dios milagros para socorrer al que necesita, si es lo que debe ser, y .no. ha venido á necesidad por su culpa. Vedlo en el Evangelio. MarcKo Jesus al otro laclo del lago de Galilea que es el mar de Tiberia-des y le seguía una gran multitud. Según San Gregorio, este lago es una imágen ó figura del inundo que con sus tumultuosos vaivenes y sacudimientos se asemeja no poco al mar en borrasca, ó á la inconstante mutabilidad de las aguas. Le pasó Jesus cuando después de haber vivido entre nosotros hecho hombre, se volvió, ál cielo á cuidar desde allí de su Iglesia, y á mirar próvido y benigno por los. individuos de la grande multitud que habia de se-guiile y le seguía al otro lado del mar. de Galilea; del mundo, gentil y pecador que es el de Tiberiades. Los hombres veian los prodigios que hacia el Señor con los que enfermaban, y ,unos, por cobrar la salud perdida, otros por no perder la de que gozaban; todos llenos de admiración por la benéfica bondad con que curaba á los enfermos le seguían á bandadas sin cuidarse de cosa alguna mas que de oir al que, conjo; dijo en otra ocasión San Pedro, tiene palabras de vida. Los.israelitas le seguían quizá solo porque velan que sanaba á los cuerpos enfermos corporalmente,los siglos siguientes habían de seguirle porque habian de Ver los milagros con que habia de dar salud á las almas enfermas por el error y por la culpa: todos hoy como en las edades pasadas, como en la época que describe el Evangelio atraídos por su adorable providencia, en un sentido, en otro y en todos quería manifestar en ellos los milagros de su misericordia. ■ Pasado el lago subió Jesus al monte, y allí se sentó con sus discípulos.