Los Naranjos 8$ ha cerrado la fatiga, y tu teño, dulce amiga, estremeciéndote etti. Ignaro Maaacl ALTAMHRANQ. ## » I I v. & ■ si > :: SW5 L < Perdiéronte lie neblinas en loe picoa de la sierra, y el sol derrama en la tierra su torrente abrssador. ' Y se derriten las perlas del argentado roclo, en las aldelfaa de, río y en loe naranjos en flor. Del “mamey” el duro tronco picotea el "carpintero," y en el frondoso “manguero" canta su amor el “ti rpial;” y pueblan las maripoeaa el florida cafetal. Deja el baño, amada mía, sal dé la onda bullidora; desde que alumbró la aurora j g eteas loca a 1L ¿Acaso el genio que hab ta de ese rio en los clisteles, te trinda de’icias tales q.e lo prefieres a mí? |Ingrata! ¿por qné riendo te apartas de la ribera? Ven pronto, que ya te espera palpitando el coraxón. ¿No ves q e todo despier ¿No ves que mi deseo y mi pasión? En -loa verdea tamarindos se req iebran lat paiomaa, y en el nardo los aromas a beber las brisas van. ¿Tu corazón, por ventura, esa sed de amor no s ente, que así se muestra inclemente . a mi dulce y tierno afán? ¡ Ah, no! perdona, bien mío; cedes al lin a mi r- ego, y de la pasión el f' ego miro en tus ojos lucir. Ven, que tu amor, virgen bella, néctar es pera mi alma; sin él, qre mi pena calma ¿cómo pudiera vivir? Ven y estréchame, no apartes ya tre brsxos de mi cuello, no ocultes el rostro bello, tímida huyendo de mí. Oprimanae nuestros labios en un beso eterno, ardiente, y transcurran dulcemente-lentas las horas así. En los verdes tamarindos enmudecen las palomas; en los nardos no hay aromas para los ambientes ya. « # f En la ribera del rio todo se agotta y desmaya; las adelfaa de la playa te adormecen de calor. Voy el reposo a brindarte del trébol en esta alfombra, a la peri: mada tomara de lot naranjos en flor.