27 de Julio, 1924.
REVISTA CATOLICA
509
SECCION
EDITORIAI
LA IGLESIA Y LA LIBERTAD
La Iglesia ha sido siempre madre de héroes, y la única que ha defendido la libertad de todas veras.
Y sino, allá va la prueba.
A principios del siglo XIII S. Juan de Mata fundó la orden de la Santísima Trinidad para la redención de cautivos. Sólo en el primer viaje que hicieron a Africa, dos de sus religiosos lograron traerse en libertad 186 redimidos; en el segundo viaje, hecho por el mismo santo en persona, se trajo consigo 120 esclavos libertados.
Pocos años después, S. Pedro Nolasco fundó la Orden de la Merced con el mismo fin. En dos viajes que hizo a tierra de moros redimió más de 400 cautivos. Sus religiosos hacían voto de quedarse cautivos, si así convenía para libertar a sus hermanos. San Ramón Nonato, en cumplimiento de esta promesa, permaneció ocho meses cautivo. San Pedro Pascual, después de emplear todas sus rentas en tan santo objeto, c<iyó él también prisionero; y el dinero que le enviaban para su rescate lo empleaba en rescatar a otros; y así murió.
El célebre Obispo Las Casas combatió con heroico arrojo la esclavitud de América, y llegó a ordenar a los confesores de su diócesis que negasen la absolución a los que no diesen libertad a sus esclavos. El mismo obligó a Carlos V a dar una ley en favor de los esclavos indios.
El dominico Valdivieso murió 'en 1539 a manos de un gobernador bárbaro, a causa de sus trabajos en contra de la esclavitud.
Francisco de S. Miguel, dominico también, fué perseguido en el Perú por la misma causa.
Otro dominico, Juan Ramírez, combatió sin descanso el tráfico de esclavos con excelentes resultados.
Anchieta, Lorenzana, Montoya y Díaz Taño, sacerdotes de la Compañía de Jesús, trabajaron -en el Brasil con tanto ahinco contra los cazadores de hombres, que llegaron a conseguir permiso del rey para armar a los indios y defender su independencia.
El P. Taño, en 1639, obtuvo del Papa Urbano VIII un rescripto en favor de los negros; y fué tanto lo que trabajó por ellos, que los irritados colonizadores europeos intentaron saquear el colegio de los Jesuítas de Río Janeiro, y lograron expulsar a éstos de muchas partes, después de horribles vejaciones.
Pero los Jesuítas no se asustaron por Jan poco.
A principios del siglo XVII fundaron en el Paraguay una República Cristiana para protejer a los indios contra la crueldad de los europeos. En 1642 dieron un buen escarmiento a los cazadores de esclavos, arrancando de sus manos a dos mil infelices paraguayos.
En 1639 los mismos Jesuítas tenían fundadas hasta treinta ciudades de negros libres; y hubieran conseguido la libertad de todos los pueblos esclavos, si los políticos no les hubieran estorbado.
En fin, sería no acabar nunca si quisiéramos narrar los trabajos de un S. Francisco Solano, a quien venera el Perú llamándolo el Apóstol de las Indias; de un S. Pedro Claver a quien el mundo entero apellida el Apóstol de los Negros; de un Alonso de Sandoval cuyo heroísmo admira la Nueva Granada; y de tantos hijos de la Iglesia Católica que, al impulso de la ardiente caridad, han sacrificado su existencia por defender la libertad de los hombres.
El P. Olmedo, de la Orden de la Merced; Juan de Quevedo, obispo de Darien; Ortiz y Menéndez, obispo de Santa Marta; Diego de Lande, obispo de Yucatán; Agustín de la Coruña, en Popayán; el Arzobispo Toribio, en Lima; García de Toledo, Domingo de Sto. Tomás, los PP. Nebrija, Nó-bili, Acosta___ todos estos ilustres religiosos y
otros muchos combatieron con denuedo en favor de la libertad humana, precisamente contra los que se llaman civilizados y atacan la libertad para satisfacer su ambición y codicia.
¡ QUE LECCION!
Al verificarse las Convenciones republicana y democrática en esta gran nación de los Estados Unidos para designar el candidato oficial para las próximas elecciones presidenciales, lo primero que ambas convenciones hicieron fué implorar el auxilio divino. En la Convención republicana fué uno de los invitados por los delegados para hacer la invocación al Todopoderoso el Obispo católico Mons. Schrember, y en la democrática el Cardenal, Arzobispo de Nueva York, Mons. Hayes.
¡ Qué lección para esos pueblos y gobernantes microscópicos que se creen agrandarse con perseguir a la religión y hacer burla de ella! Ya que miran a los Estados Unidos como al pueblo que va a la cabeza de la civilización, de la cultura y del progreso moderno y hacen gala de americanizarse -en lo posible, miren y consideren bien el desairado y ridículo papel que están haciendo ante esos actos oficiales y públicos de los representantes de este gran pueblo, que no creen humillarse ni rebajarse al implorar el auxilio del cielo. ¡ Cuán cómica y despreciable resulta la insignificancia moral e intelectual!
LOS PETRIMETRES MODERNOS
Hemos llegado a unos tiempos en que las ideas se hallan trastornadas y las palabras han cambiado de significación. Así a la luz se le llama tinieblas, a las tinieblas luz; al que antes se le consideraba y se le llamaba un canalla? ahora es considerado como un gran hombre y s-e le llama espíritu fuerte; antes al que robaba s-e le llamaba ladrón, y se le consideraba como tal; ahora al que roba, so pretexto de humanidad y de bien al pueblo, se le llama redentor; antes se considera-