234 "la voz - olvidará nunca tantas tinieblas disipadas, tantos errores destruidos, tantas--prácticas abominables proscriptas? En efecto, bajo la influencia del catpli-: cismo las artes y las ciencias han progresado rápidamente; al paso que en los lugares en donde no ha colocado su pié este adorable culto, la sociedad se encuentra en la mas torpe estupidez. Recordemos que aun en países en que no ha reinado absolutamente la Religion cristiana se ha prohibido toda innovación en materia religiosa, y no ha sido otro el motivo que la ciencia cierta de que la introducción de un nuevo culto trae consigo la ecsistencia de nuevos perturbadores del reposo público. Si donde ecsisten varios cultos se teme la introducción de uno nuevo, por creerse que altere la tranquilidad y orden común, ¿con cuánta mas razon deberemos temer ese trastorno en un pais como la República, en que se profesa una sola Religion, y ésta la verdadera? Es necesario carecer de sentido común para creer ventajoso á la República mexicana el establecimiento del tolerantismo religioso: es necesario concebir la idea de no tener religion, alguna, para querer introducir diversos cultos en donde domina el único verdadero; y por último, es menester estar lleno de sentimientos irreligiosos é impíos para pretender menoscabar la unidad religiosa, sembrando errores que podrán vegetar tal vez en los inocentes corazones de los jóvenes. Pero ¿la Providencia lo permitirá? . Sin duda que no, y protejerá nuestros esfuerzos haciendo prevalecer la Religion católica, apostólica, romana, en un pais que la ha respetado por mas de trescientos años. -No tenemos la temeridad de creer que estafe son ideas nuevas ni menos que vayan aliñadas tal cual quiere lo importante y delicado de la materia; son voces sueltas en que hemos prorumpido agobiados del sentimiento y llenos de terror por el porvenir que nos aguarda, si siquiera se da oidos á los que sin embozo proclaman la reforma del artículo constitucional, que prescribe la religion que debe dominar en la República mexicana; pero si bien nuestra voz no convence, sí manifiesta esplícitamente nuestra voluntad: ■ nosotros, como cualquier mexicano, tenemos el derecho de petición, y hoy usamos de él, solicitando no se admita la tolerancia religiosa para que nuestros representantes en esa augusta asamblea sepan cuál es nuestra voluntad, y no, usando de interpretaciones violentas y erradas, quieran inferir que nuestros deseos son los de ellos, si por desgracia su opinion privada- fuera contraria á la nuestra. Si la ley espresa la voluntad del legislador, y la de éste ha de estar en consonancia con la voluntad del pueblo para que sea justa y pueda ser obedecida, debemos ecsaminar esa armonía entre ambas voluntades, sin cuyo requisito el legislador habrá escedídose de sus facultades. El legislador no puede tener mas facultad que la que le da el pueblo que lo elige, y cuando se encuentre sin saber cuál es la voluntad nacional, debe ocurrir á los medios que le proporcionen esta ciencia, para investigar cuáles son los deseos de sus representados. Mácsimas políticas son estas muy antiguas y reconocidas, y el que pretenda contrariarlas llevará la nota de ignorante ó de servil. Ahora bien, ¿vuestra augusta soberanía estará acaso convencido de que la voluntad de los mexicanos es la reforma del artículo constitucional sobre religion? ¿Hay algún dato siquiera para presumirlo? Por el contrario, los muchos impresos que en estos últimos diás hemos visto, las conversaciones particulares que oímos en las calles, el desagrado y repugnancia con que se ve á uno que otro que desea tal reforma, nos manifiesta claramente que la voluntad del pueblo mexicano es que no se haga esa reforma, que ven como el término de nuestra c sistencia política y religiosa.