Una Cultura Falsa. Su contacto con el militarismo: Se ha publicado en Francia una edición crítica del manifiesto de los intelectuales alemanes. Entre los documentos que habrá que recordar de esta guerra tendrá que figurar tal volumen preferentemente. El autor de la edición es Luis Dimier; ha editado la obra la Nouvelle librairie na-tionale, de París. Consta la edición de lo siguiente: el texto auténtico en alemán: la versión oficial francesa, versión dada por los mismos alemanes: la traducción literal, exacta, hecha por Dimier, traducción que difiere bastante—luego To veremos—del texto francés salido de Alemania: finalmente, varios capítulos de glosa y comentarios. En la presente ocasión vamos a recoger la doctrina expuesta por Dimier en uno de estos capítulo^.\*Aborda el autor en esas páginas 'el concepto de la cultura. ¿Qué debemos entender por GRABADOS Rápidos, excelentes y a su justo precio Trabajos en cobre o en zinc para hacer ilustraciones a una tinta o a varios colores. Service Engraving Co. CALCASIEU BUILDING San Antonio, Tex. civilización y por cultura? ¿Cuál es el carácter predominante de la civilización y de la cultura alemanas? “O la civilización no es nada—dice Dimier—o es algo común a todas las naciones”. La civilización no puede ser algo exclusivamente nacional; nc, puede consistir sino en dictados, principios y categorías que sean aplicables y útiles y fecundos a todos los hombres. “Los prejuicios locales, los humores particulares, las determinaciones étnicas no entran en la civilización.” Por tal causa no podemos hablar de civilización alemana. o civilización francesa, o civilización italiana. Civilización es para el hombre y no para unos hombres. Y esto no quiere decir—añade el autor—que una nación no pueda vana-glor arse de contar como suya una determinada aportación a la obra general de civilización que persigue la en beneficio de todos, puede ser el resultado del trabajo de una nación; ese pueblo puede ser Grecia, Roma, Italia, Francia, España. Y en esc sentido podemos hablar de civilización griega, latina, italiana, francesa, española. Pero prevengámonos contra el exclusivismo: pongamos mucho cuidado en ello. Abrir la puerta al prejuicio nacional puede ser abrir la puerta al retroceso, al estacionamiento o a la barbarie. No es el prejuicio y el particularismo griego, latino, italiano o francés lo que ha constituido la civilización, sino lo que había de general y humano en el genio griego, latino, italiano o francés. “Al contrario—dice Dimier—, es precisamente corrigiendo esos prejuicios subordinando esos humores, reformando esos rasgos y esas proporciones en el sentido delicado que revela el estudio de las cosas llevado hasta los principios, y Ta verdad abarcada en toda su extensión, como los griegos y latinos han llegado a ser los preceptores del género humano.” Lo mismo ha ocurrido en las naciones modernas. Si alguna ha dado su nombre a una. civilización, ha sido a causa de esa misma intensificación que ha hecho de los principios humanos y generales. No en otro sentido ha podido hablarse de que el Renacimiento era italiano, y de que la civilización^ del siglo XVIII era francesa. Y «añade el autor: “Alemania ha pretendido cambiar esto; Alemania ha querido poseer un.i civilización que no fuera sino de ella, que no reflejara sino a ella, cuyos rasgos no fueran sino sus rasgos nacionales.” “Quiero decir—sigue escribiendo Dimier—-que Alemania, en vez de normalizar sus gustos, de lo proporcionado, de lo razonable, se ha dado, al contrario, por norma esos mismos gustos, fantasías y humores. Quiero añadir que de la norma que Ale mania se daba de ese modo, han resultado dos cosas: de una parte, un cisma europeo, más fadical, más solemne que el que ha marcado la Reforma y diferente de la Reforma en el hecho de que la Reform.*! no separaba más que a Alemania; y de otra parte, una pretensión monstruosa de