V. 29 de mano: Bien hecho, Mateo 25: 14-20. Nuestra capacidad, habilidad, y posición y todos nuestros bienes y talentos ■o ndádivas de Dios. La variedad de distribución también son de su mano. El periodo de prueba es hasta que venga Jesús, y fue designado para dar tiempo para probar nuestro carácter. Cada posición tiene su propia responsabilidad, y cada porción sus compensaciones. En cada caso existe una entrega personal. Cinco, dos, o un talento y su correspondiente responsabilidad se da “a cada uno conforme a su facultad." El premio que se recibe depende de la fidelidad del siervo, no del éxito absoluto o relativo, ni del número de los talentos puestos al cuidado del individuo. La cantidad entregada y su capacidad de usarla producen la obligación. La negligencia es castigada. El tiempo y la labor del siervo perezoso pertenecen a su Señor; su castigo fue justo porque no había usado para Dios las dádivas que había recibido de Dios. Perc mientras tanto que el siervo perezoso recibía el castigo, el premio a la fidelidad trasciende a todo cálculo humano; reconocimiento público, bienvenida de Cristo, exaltación con Cristo en su gozo, y dominio en su reino. Oración: Señor nuestro, dános la gracia suficiente para poder usar los talentos que nos has entregado. Amén. S. 30 de marzo: El juez está delante de la puerta, Santiago 5:7-11. La paciencia es sentir las aflicciones sin murmurar y las perjuicios sin pensar en vengarlos. Dios es paciente porque es eterno. Si por su gracia embebimos algo de su Espíritu, luego debemos con paciencia mostrarnos como sus hijos, dando muestras de su imagen. La causa de gemir es opresión; cuando es meramente la expresión natural de la aflicción, Dios se conmueve con misericordia, pero si es el efecto de impaciencia, o ai la queja expresa un deseo de vengar el mal entonces llega a ser criminal. Esta es la clase de quejas que el apóstol prohíbe. Los apóstoles fueron citados como ejemplos de paciencia bajo el sufrimiento; también es una alusión a las palabras de Jesús: “Bienaventurados sois cuando os vituperaren y as persiguieren ... por mi causa." El apóstol, a fin de animar a los creyentes puso el ejemplo de Job, un gentil quien había manifestado tanta paciencia en el sufrimiento y que fue recompensado grandemente. Se nos ha dado el ejemplo del sufrimiento de los profetas a fin de aquietar nuestro descontento; y de su paciencia para estimulamos a imitarlos. Oración: Padre celestial, ayúdenos a practicar la paciencia en las cosas pequeñas de la vida. Amén. D. 31 de marzo: ¿Cómo escaparemos?, He-bieos 12:22-29. Si Dios permitiera al mundo oír el llanto y la lamentación de los perdidos en el infiemo, el clamor despertaría al estudiante ocupado en sus estudios, detendría el pie del bailador en la sala de baile, pararía a los ejércitos en el campo de batalla, llamaría al mundo adormecido en sus camas, y encorvaría las rodillas de ¡os incrédulos, y todos los que estuvieran sin Cristo gritarían: “Señor, sálvanos o pereceremos." Tal como el hábil pintor pone al fondo de su cuadro los colores más oscuros, Dios pone en el tormento y las negras nubes de Sinaí la cruz del Calvario y su amor para el más vil pecador, a fin de dar mayor prominencia a Jesús. Son llamados hijos de Dios los que creen en Cristo de todo corazón. Ellos son los que han respondido al llamado celestial y Dios se manifiesta a ellos solamente como un Padre amante, quien los amó y ellos a él. Pero para los que no responden y se atreven a rehusar la invitación, Dios es un fuego consumidor. El evangelio para ellos no es salvación sino condenación para toda la eternidad. No hay ningún escape. Oración: Señor nuestro, ayúdenos a anunciar a los pecadores el peligro de postergar su entrega a Cristo. Amén. HUMILDAD Una señora que se había dirigido a un cristiano reconocido por su caridad cristiana, solicitando ayuda para una huérfana, al concedérsele ésta dijo: Cuando la niña sea grande, le diré el nombre de su benefactor." “No —respondió el hombre—, nosotros no agradecemos a las nubes que nos dan la llu-bia Enséñele a mirar más alto, a agradecer a Aquel que nos manda a las nubes y la lluvia."—Guia del Hogar. 46 EL HOGAR CRISTIANO