PASTOR DE BELEN Drama de Navidad en tres escenas J. F. MITCHELL Personajes AARON, un pastor de Belén. RAQUEL, esposa de Aarón. LIDIA, hija de Aarón y Raquel. BENJAMIN, hijo de Aarón y Raquel. CLAUDIO, un joven romano, amigo de Benjamin. CORNELIO, un caballero romano, padre de Claudio. Lugar La casa del pastor Aarón, a la orilla del pueblo de Belén. Es una casa pequeña y muy sencilla, pero todo está muy limpio y ordenado. Hay una mesa, dos bancos pequeños, y dos o tres banquetas. Al fondo, sobre una mesita, hay una caja de madera que contiene el rollo del profeta Isaías. Para la mesa hay un mantel, un jarro de barro, y varias fuentes de barro o madera. PRIMERA ESCENA Raquel está sentada en una banqueta, trabajando en un mantón de lana. Lidia prepara la mesa. RAQUEL: Lidia, ¿Dónde está tu hermano Benjamín? No lo he visto en toda la mañana. Debe estar de regreso ya. porque es hora que tu padre debe llegar para almorzar. LIDIA: Salió temprano con el joven Claudio, el romano. Claudio quiere conocer nuestros campos, y Benjamín lo acompañaba al cerro que domina el pueblo y el valle. Parece que se ha hecho muy amigo de Claudio. Quizás demasiado amigo del hijo de un político romano. RAQUEL: Verdad es que no le conviene cultivar una amistad intima con un joven de los gentiles, por muy rico que sea. Sin embargo, son extranjeros que viven dentro de nuestras puertas, y hay que tratarlos con hospitalidad. LIDIA: Extranjeros, gentiles, paganos. ¡Opresores romanos! RAQUEL: Guarda tu lengua, hija mia. No los condenes a todos porque algunos son Injustos. (Mira hacia la puerta). Oigo ya las pisadas de tu hermano. No le hables de su amigo Claudio. (Entra Benjamín) Entra, hijo mío. ¿Cómo has llegado? BENJAMIN: Cansado y con hambre. (Se sienta en una banqueta) ¿Y todavía trabajas en el mantón? Ya estabas con eso cuando yo salí. Seguramente te duelen los ojos con tanto trabajo. RAQUEL: En verdad estoy cansada; pero ya estoy por terminar, y lo tendré todo listo para que tu padre lo lleve en la tarde. “La mujer de acendrada virtud ... busca la lana y el lino, y trabaja gustosamente con sus manos. Hoy tu padre llevará su ganado a los cerros al oriente. Va a necesitar un buen mantón para abrigarse del viento helado durante las vigilias de la noche. Esto va a ser una sorpresa para él al salir. (Dobla el mantón y lo guarda). La vida de un pastor es dura, y tiene sus peligros. Afortunado es que van a acompañarlo los vecinos Simón y David. Asi podrán turnarse, y todos podrán descansar un poco. LIDIA: ¡Pobre padre! No me gustaría pasar toda la noche así en el campo. BENJAMIN: A ti no, porque no es trabajo de mujeres. Pero a mi, si. Es trabajo de hombres proteger las ovejas de las fieras o de los ladrones, hacer su campamento al aire libre, dormir en el suelo, para asi suplir las necesidades de la familia. Un día tomaré el lugar xe ral padre en el campo, para que él descanse un poco. Muy bien lo merece. (Mientras habla Benjamín, Aarón aparece con la vara en la mano.) AARON: Si, hijo mío, un día no muy lejano. Pero no será para que descanse tu padre, será solamente para que trabaje en otra cosa para asegurar un poco nuestra situación en estos tiempos inciertos. RAQUEL: (Se levanta) Siéntate para descansar un, rato, Aarón. Tu almuerzo está casi listo. Has trabajado desde la salida del sol. AARON: (Se sienta). No me importa que tenga que trabajar. No es bueno que el hombre esté ocioso. “Con el sudor de tu rostro comerás el pan”, dice el Señor. Pero tengo que confesar que, cuando surge la posibilidad de perder el fruto de mi trabajo, eso me preocupa. Por falta de lluvia nos ha costado muchísimo encontrar pastos adecuados para el ganado. Con esta ocupación romana no se sabe de un dia a otro qué pasará con lo poco que hemos podido juntar. Y ahora nos hacen empadronarnos para un nuevo impuesto. Cuánto será, nadie sabe. Es como si fuéramos cautivos otra vez en Babilonia, pero esta vez somos cautivos en nuestro propio hogar. RAQUEL: Lo peor de todo es que nuestro pueblo empieza a perder la esperanza, y con la esperanza pierden su fe. Algunos que no encuentran manera de mejorar su situación empiezan a colaborar con los romanos contra sus hermanos. Este cautiverio del alma es diez veces peor que la opresión romana. AARON: Bien has dicho, querida; y si Jehová nos ha prometido la libertad, nos resta a nosotros solamente mantener firme nuestra fe, y esperar al Libertador. ( A Benjamín) Hijo, trae el rollo del profeta, buscaremos esperanza en las Escrituras, antes de almorzar. (Benjamin trae el rollo, y todos escuchan con reverencia mientras Aarón lee Isaías 9:2-7). AARON: Amén. Asi sea, Señor. TODOS: Amén. AARON: Inclinémonos delante de nuestro Dios. (Todos se arrodillan en oración) TELON SEGUNDA ESCENA (El mismo día, después del almuerzo, Raquel y Lidia levantan la mesa. Aarón y Benjamín conversan). AARON: Asi que quieres reemplazar a tu padre en el campo. Luego podrás hacerlo, porque eres grande y forzudo para tu edad. ¿Te gustaría acompañarnos hoy para ayudarnos a llevar los útiles y hacer el campamento? Podrías pasar la noche en el campo, y traer el asno mañana. BENJAMIN: ¿En serio, padre? ¿Puedo acompañarlos? AARON: Sí, hijo mío, en serlo. Me alegro que te guste el campo, porque de aquí adelante estos buenos hombros me van a ayudar mucho. (Nota que Benjamin de repente se ve triste) ¿Qué pasa, Benjamín? ¿No quieres ir? BENJAMIN: Sí, padre, quiero ir, pero Claudio vendrá luego a buscarme. Yo le había prometido acompañarlo. (Raquel y Lidia se quedan mirando a Aarón y a Benjamin). AARON (muy serio): ¿Claudio? El nombre suena muy romano. ¿Quién es Claudio? BENJAMIN (confuso, pero leal a su amigo): Sí, padre. Es un muchacho noble, de la misma edad mía, hijo del romano Cornelio, que desde la semana pasada ocupa la casa grande de la esquina. AARON: Tú sabes, Benjamín, que no te he prohibido tener tus amigos entre los jóvenes hebreos, y con ellos has tenido muchos privilegios. Pero cuando se trata de un joven romano, que no es de nuestra fe, que no ama a nuestro pueblo ni teme a nuestro Dios, te requiero que te acuerdes que eres judío, hijo de Abraham, y que seas leal a tu pueblo y a tu fe (Benjamín, profundamente herido, baja la mirada). LIDIA: ¡Bien dicho! RAQUEL: Silencio, hija. No interrumpas a tu padre. El sabrá hacer lo que sea justo. BENJAMIN: Muy lejos esté de mí ofender a mi padre. Siento mucho que puedas dudar de mi lealtad a mi pueblo o a mi Dios. Claudio es romano, pero no es pagano. Es un amigo noble, limpio en su conversación, que sinceramente busca la verdad. Me dice que él y sus padres han rechazado las supersticiones de los gentiles, y buscan al Dios verdadero. Yo le he conversado mucho de las Escrituras, y le gusta. Ayer me acompañó hasta la sinagoga para preguntar al rabbí algunas cosas que yo no podía explicarle bien. Y dice que su padre también ha mostrado gran interés. Te ruego, padre, que no juzgues a Claudio sin haberle visto. AARON: Hijo, me has contestado como hombre, sin esconder nada. Por lo tanto confío en tu sinceridad y lealtad. Por supuesto cumplirás tu promesa a Claudio, aunque me habría gustado que fueras a ayudarme hoy. Dios te ayudará a permanecer fiel. BENJAMIN: Amo a Jehová mi Dios, y a él sólo serviré. RA< JEL: ¡Un hijo noble! (Alguien golpea en la puerta) BENJAMIN: Seguramente es Claudio que viene a buscarme (Va a la puerta) Entra, Claudio. Quiero que conozcas a mis padres. (Claudio entra, y saluda respetuosamente) AARON: Bienvenido, mancebo. RAQUEL: Si no te extraña la rusticidad de nuestra humilde casa, pasa a sentarte. CLAUDIO: Al contrario, es un favor inmerecido, conocer el hogar y la familia de mi amigo. RAQUEL: (Presenta a Lidia). Claudio, nuestra hija Lidia. (Ellos se saludan). CLAUDIO: Benjamín me ha hablado muchas veces de su hermana. LIDIA: Espero que no haya contado demasiado. CLAUDIO: Le aseguro que todo lo que él me ha contado ha sido bueno. (Se sienta). No es asi en muchas familias que he conocido; pero el amor y el respeto mutuo se encuentran en la casa donde se teme a Jehová. (Al oír el nombre de Jehová, todos lo miran sorprendidos) AARON: ¿Y cómo es que tú, siendo romano, hablas como hebreo? ¡Con qué reverencia dijiste el nombre de Jehová! CLAUDIO: Y siempre lo diré así. Aunque no lo sea por raza ni herencia, por convencimiento soy hebreo. Años atrás, mis padres rechazaron la religión de los romanos, porque está llena de supersticiones y sensualidad. Sin embargo, no han encontrado todavía lo que puede satisfacer la sed de sus almas. A mí me han enseñado a buscar la verdad dondequiera que se encuentre. Habíamos empezado a buscarla en las Escrituras, y ahora con la ayuda de Benjamín estoy seguro de haberla encontrado. RAQUEL: Seguramente Jehová nos ha bendecido, para que sea conocido en toda la tierra su camino, y en todas las gentes su salvación. AARON: Amén. (Se levanta). Todo está listo para mi viaje, y la hora es avanzada. Benjamín, trae el canasto y el rollo para cargar la bestia. (Benjamín sale, y Aarón se dirige a Claudio). Había pensado llevar a Benjamín conmigo para pasar la noche en el campo, y volver mañana con el asno; pero él ya había prometido acompañarte a ti. Ahora que te conozco y entiendo el tema de vuestras conversaciones, estoy conforme. (Entra Benjamín con canasto y rollo de frazadas). CLAUDIO: Pero Benjamín no debe perder esta oportunidad por culpa mía, si es que quiere ir. (A Benjamín) Yo sé que te gustarla acompañar a tu padre, y él te necesita también. Vete con él. Conmigo no tienes ninguna obligación. BENJAMIN: Pero... AARON: Mejor todavía, Claudio, te Invitaremos para que nos acompañes, siempre que tu padre esté de acuerdo, para que mañana vuelvas con Benjamín. ¿Te gustarla? CLAUDIO: Para mí seria una gran oportunidad. Y estoy seguro que mi padre estarla de acuerdo, para que asi aprenda más de las Escrituras. Con vuestro permiso, iré inmediatamente a avisarle. BENJAMIN: Trae un buen manto para abrigarte en la noche. (Claudio sale) RAQUEL: Lidia, trae el mantón. LIDIA: Ahora, padre, vas a saber cómo mi madre ha pasado el tiempo en estos días. (Trae el mantón, y Raquel lo coloca sobre el hombro de Aarón). RAQUEL: Esto es para que no tengas frío en la noche, y para que te acuerdes del amor de tu familia. AARON: ¡Es hermoso! (Pasa la mano sobre el género). Y abrigador, también. ¿Cómo podría olvidarme de tu cariño? “Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú las sobrepujaste a todas." RAQUEL: Dios os cuide y os bendiga en vuestro trabajo. 14 EL PROMOTOR DE EDUCACION CRISTIANA 15