Los conductoras de Ejércitos
Joffre, rey Alberto, gran du-iuc Nicolás, archiduque Federico, French. Hindenburg, ¿cuál de estos nombres que tanto suenan en nuestros oídos en estos días de prueba para Europa alcanzará la in mortal-dad' ¿Cná! de ellos conduciiá a sus eje renos a la victoria'decish a 3 * Vañ-D empeño fuera. aventurar una profecía en una cuestión tan compleja, acerca de la cv.al se han expt esto" lan contradiclo rías opiniones y argiihieuti)» para to dos los gustos. Eu\c5t:f'guerra de graniívs masas, en está lucha de j>i v-l los y razas, si el rcsv'.»ádo dependiese so’amente de ;os elementos ina-teriales, cabría que un espíritu analítico de primer orden hiciese un minucioso recuento de «.ilos y por me-dio de una sencilla o)^.t.ic:< ii a¡iim¿ü-ca llegaría a avcrigtár enál de aque-Po6 caudillos.tenia fatalmente que -sa-íir triunfante.
Pero la guerra. ?. a lo dijo Jom:ni *‘n## - es una ciencia exacta, sino un drama terrible y apasionado ’. -Es de-un acto trágico, en el que el protagonista es el homíire con todos sus rencores y pasiones, coir <odos sus entusiasmos y desmayos, con todos sus aciertos y torpezas: en una pall's bra, con todas las t. aadades iniicren-tes al ser humano. No hay más que djrigir una ojeada retrospectiva a ios afráhtecimientos de la lucha actual pata convencerse de la veracidad del dístico de tan insigne escritor militar. Con los meses que llevan peleando las dos grandes coaliciones, si la guerra fuese una ciencia exacta, tiempo suficiente era ya para r.aber logrado el triunfo el grupo que más rectamente hubiese aplicado sus principios.
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General Obest von Falkenhausen.
No: no existe tal exactitud. Integrada la guerra por una serie de pfo b'emas que los caudillos han de resolver. en la inmensa mayoría de los casos, sm^conocer completamente los datos níás rniport an tes—fuerza numérica. matcrirl disj><>nible. situación en t i terreno y sobre f.odo. estado morai <’e los ejtrcit<is_ enemigos—, es e’.i-denie que esos dirctores de la lucha, aun disponiendo de los elementos de juicio que les proporcionan los modernos medios de «‘xploración, se vetan muchas ycces onstreñidos a ac-|rar in«-t"nti\a nt-iilc j con relativa in-dt¡)cndencía de todo rigorismo científico.	' .
Cuando se ven esos gramlrj mi ticos, esos millones de combatientes t vi teatro de la guerra occidental, aconchados a la tiurra, en contint o batal ar sin ventaja,sensible y sometidos a un estéril, tejer y destejer que. * cual la interminable tela de Penelope. les obliga a desandar por la noche lo andado durante el día. o viceversa. parece cor^o si la dirección de Tos ejércitos hubiese perdido su antiguo prestigio de genialidad, sus altos vuelos de inspiración. Y. sin embargo. nóQes asi: nunca como ahora tienen que hallarse dotados los generales en jefe de ese semidivino don de improvisación de esa poderosa facultad que les haga vislumbrar claramente el momento, la ocasión pm picia de rea izar el esfuerzo supremo. de ese destello del genio que se resume en la frase de Napoleón: “Ser más fuerte en el punto decisivo.”
En esta frase, tan sencilla aparentemente, está condensada toda •
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Dragones germanos cerca de Shawli,