PAGINA DEL MINISTERIO "EN CUANTO A LA COLECTA La Iglesia Primitiva vivía y propagábase por medio de contribuciones de sus hijos. La primera referencia a la liberalidad de los "santos" se encuentra en Hechos. Los diáconos fueron nombrados para el fin de recibir y distribuir entre los pobres, las ofrendas de los hermanos. Y tan grande fue la generosidad de algunos, como Bernabé, que dieron todos sus bienes a la Iglesia. La estima en que fueron tenidos por la hermandad, incitó a otros a imitarlos. Ananias y su esposa, falsificando su liberalidad, vendiefbn sus almas solamente para obtener los aplausos de sus hermanos. Puédese entender por este incidente, per la ansia de esta pareja para ser considerados como cristianos verdaderos, que la Iglesia dio grande importancia a la caridad, o al espíritu de generosidad de parte de los creyentes. Y no solamente los Hechos hablan de este método de financiar la Iglesia, más otros libros del Nuevo Testamento, especialmente las cartas de Pablo, hacen frecuente mención de colectas, ofrendas, y óbulos. En fin, nadie puede leer el Nuevo Testamento sin convencerse de que desde el principio la Iglesia no tuvo otra manera de propagarse a no ser por medio de contribuciones personales. Pero después de la conversion de Constantino, la Iglesia perdió en gran parte este fino espíritu de caridad cristiana. Era mas iácil participar en ia^po-htica y recibir su manutención ael Estado. Y hasta hoy aia, la iglesia Católica, en dondequiera que tiene la influencia predominante, vive a expensas del Estado. Tamoien diversas iglesias Protestantes de Europa siguen esta política. Pero este método no es cristiano, y siempre trae consecuencias malas, tanto para el Estado como para la iglesia. así qt^e, las iglesias Evangélicas siempre consideran que la responsabilidad de la manutención de la i-giesia pertenece a los mismos hijos de ena. i mego aespues de la Heiormacion, las iglesias Evangélicas volvieron al método primitivo de vivir de ,as contribuciones libres. El mundo esperaba un iracaso completo. ¿Como propagarse de ios obulos ae ios pobres < X que aiiicii iue establecer una organización tuerte, que no solamente se mantuviera sino se extendiera por todo el mundo. Que leamos la historia ae las luchas de Juan Wesley, principiando su gran trabajo, como Pablo, sin templos, sin casas ae oración, sin miembros, sin un centaVo, y aún, sin una JUNTA DE MISIONES. Lo que tenia era mucha ie, mucha oración, y mucha consagración. ¡Y venciól Su flaqueza fue convertida en fuerza. No confiando en gobiernos, mas si, en Dios, venció todas sus dificultades y fundó una Iglesia fuerte y próspera. Victorias como estas son las glorias del Evangelio. Costaron sacrificios y sufrimientos de parte de los ministros y laicos. El Obispo Osbury recibió treinta dólares por año para atender un circui to que abarcó cuatro Estados! Sus creyentes que apenas tenían para comer, siempre contribuyeron, con todo, un óbulo para el trabajo de su "parson". Si los primeros Metodistas eran tan devotos, y contribuyeron con tanta liberalidad, pregúntase, ¿por qué tenemos tanta dificultad hoy día con nuestras asignaciones, cuotas, y presupuestos? ¿Hemos perdido algo del gozo de la liberalidad cristiana? ¡Creo que sí! Los Brasileños tienen un chiste que dice: "Un Metodista, una reunión de oración; dos Metodistas, una colecta; tres Metodistas, una Conferencia Anual". Es una buena caracterización del Metodismo, oración, colecta, organización. Y los tres andan juntos. Después de la Unión del Metodismo, estamos dando mucha atención a nuestra organización, dejando de lado, las cosas más importantes. Todos, ministros y laicos, son culpablesl El Pastor no habla del púlpito de finanzas. Naturalmente, preferimos, cgmo Pedro, "predicar el Evangelio" y dejar a otros "atender la mesa". Otra consideración es que el pastor tiene un interés personal en las finanzas de la Iglesia, y por lo tanto, necesita hablar sobre ellas. De igual manera, es necesario instruir a nuestro pueblo sobre sus obligaciones. Lo que los ministros necesitan es tomar una actitud tan alta y larga sobre esta cuestión de finanzas, que la parte personal desaparezca en el bien del Reino de. Dios. En el capítulo 8 de II Cor. Pablo da al ministro el verdadero concepto de las ofrendas para las Iglesias. Es un deber contribuir; es un privilegio, es un gozo, una gracia. "Así mismo, hermanos, os hacemos saber de la gracia de Dios que ha sido dada a la Iglesia de Macedonia: que en grande prueba y tribulación, la abundancia de su gozo y en su profunda pobreza, abundaron en riquezas de su bondad íliberalidad). Pues, de su grado han dado conforme a sus fuerzas, yo testifico, y aun sobre sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que aceptásemos la gracia y la comunicación del servicio para los santos". ¡Ah, si nuestras Iglesias tuviesen esta actitud sobre una cuestión que causa tanta dificultad a las congregaciones! Tal vez, no conocen sus deberes. Tal vez, unos sermones sobre el diezmo serían de gran utilidad para despertarlos. Tomé por texto sobre el diezmo las palabras de Malaquías: "¿Robará el hombre a Dios?" Después del sermón, un hermano me dijo: "No oí una palabra del sermón, pero el texto me impresionó profundamente. Déjeme ver este texto". Mostróle el texto. ¡Ay de mí, yo he robado a Dios!", dijo él. Y compró una Biblia y se convirtió en miembro fiel y un diezmero convencido. Que usemos todos los sistemas y ayudas posibles cara hacer más fácil esta tarea de levantar las colectas; listas, cuotas, etc., pero la Iglesia en esto, como en todo, espera la palabra "adelante" de su pastor. Si él es tímido, o negligente, o indiferente, la congregación, también, será tímida, negligente e indiferente. ¿Y qué será el futuro de nuestra Iglesia? Dijo Pablo: "Cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?" Sin ofrendas voluntarias, no se puede enviar predicadores, y sin predicadores, no hay quien anuncie el Evangelio!—J. W. DcmieL Página 4 TUESDAY, MAY 2004