titud, como Im eetrellas a perpetua eUmldad" (Daniel 11:1). Miguel trataba por todoe loe medioe poelblea de ganar a Ctaax. eu compaAero de elates. Le explicaba el plan de DM* para cada criatura que viene a este mundo; pero (Mear seguía eu mal camino, maldiciendo, mintiendo y peleando con todoe. Un día fue expulsado de la secuela y poco tiempo después cometió un grave delito y fue puesto en prisión. Miguel seguía siendo fiel a su Maestro. Bstaba estudiando una profesión y era a la ves un honrado deportista. En una ocasión ganó un trofeo porque habla salvado a dos com-pañeros que esUban a punto de ahogarse Por esta hasafta le fue concedido el premio que el gobierno de su pala otorga a aquellos que obran acciones heroicM, el cual consistía en concederle cualquier coca que *1 pidiera. Miguel recordó a su excondlscí-pulo y pidió que se le pusiera en libertad. 8e le concedió tal privilegio, pero con la condición de que estuviera bajo su responsabilidad por algún tiempo, por temor a que reincidiera en su mala vida. Miguel, después de pensarlo detenidamente, se dirigió a la cárcel para entrevistar al reo. Este al verlo exclamó: M|Miguel! ¿Qué ha-cee tú aquí siendo un hombre tan recto y tan honorable?” Después de saludarlo y cambiar algunas palabras le preguntó: "Oye Céear. ¿qué barias al ee te concediera tu libertad?" "¿Qué haría?" replicó César, “buscarla la ocasión para matar al Jues que me sentenció a quedar encerrado en este maldito lugar". Tratando de no manifestar su asombro, Miguel le tendió la mano para despedirse y le dijo; "Lo que debes hacer es arrepentirte y pedirle a Dios que te perdone". Ya estando afuera de la prisión sacó de su bolsillo la copla del documento que podía poner en libertad al pobre muchacho y lo rompió con gran pesar. Después de veinte artos Miguel recibió una carta extraAa que decía: "Querido Miguel: Despuée de verte la última vex sentí una angustia mortal Sentí deseos de ser bueno. Oré a Dios y él se manifestó en mi vida con grande poder. Antes de un arto notaron mi cambio y me dieron un trabajo que ha contribuido a mi felicidad. He leído muchísimas veces la Biblia que me regalaste, y hoy, después de veinte artos, he cumplido mi condena y se me concede la libertad, aunque hace más de dieciocho artos que Cristo me dio la libertad más preciosa, la libertad del alma. HaMa hoy supe tu dirección y quise escribirte para que se- (Pasa a la página 11) JULIO A SIFTIIMMI DI 1H0 3