'ebrero REVISTA EVANGELICA 69 Fascismo y Comunismo --(o)- Por Dan Gilbert. ----(o)----- Extracto de un Artículo publicado en “The Fellowship Forum,” Washington, D. C., E. U. A. El Fascismo y ei Comunismo son dos aspectos de la misma enfermedad política y social. El Comunismo es un veneno en el cuerpo de la sociedad organizada; el Fascismo es una anti-toxi-na que el cuerpo acosado desarrolla en su lucha por la vida. De manera que el Fascismo se desarrolla sólo después de que el Comunismo ha progresado de una manera definitiva en su obra devastadora en el cuerpo político. Esto fué así en Alemania y en Italia. El Fascismo no se levantó sino hasta que el Bolcheviquismo había hecho al pueblo creer que sólo la mano de hierro pudiera contrarrestar el mal “rojo.” ¿Puede el Fascismo ser una eficiente anti-toxina para el Comunismo? Tal vez, en ciertas circunstancias, la enfermedad del Comunismo puede curarse por el contra-irritante del Fascismo; pero éste puede ser, y en efecto ha sido en algunos casos, casi letal para la sociedad que lo ha invocado en su contienda contra las agencias destructoras del Comunismo. 1. La religión debe desarraigarse. El Comunismo se arraiga históricamente en el ateísmo militante. La economía marxiana brotó de la filosofía materialista del mismo Marx. El aborrecimiento de Dios es la fuerza motriz de la revolución “roja.” Los mismos líderes bolcheviquistas confiesan francamente que el Sovietismo en Rusia no puede durar a menos que la religión sea aniquilada de raíz. El Fascismo, por otro lado, está arraigado en el temor. Tiene su origen en las clases medias, aterrorizadas por las amenazas del Comunismo a sus hogares, sus ocupaciones y sus instituciones más apreciadas. El Fascismo entonces es un esfuerzo de parte de las clases medias para salvar y preservar cuando menos parte de lo que aprecian más. El pueblo que invoca el Fascismo está tan aterrorizado por las amenazas del Comunismo que sacrifica su libertad con el fin de preservar, cuando menos, algunas fases de su vida familiar de la destrucción de sus subver-tores soviéticos.