• A HISTORIA de la resurrección según la presenta San Lucas en el Capítulo XXIV de su evangelio ofrecía a los lectores de su tiempo y ofrece a los hombres a travefc de los siglos dos hechos fundamentales: Primero, que Cristo vive y segundo, que es el compañero en el camino de la vida de aquellos que le abren su corazón. El segundo de estos hechos es imposible sin el primero. Los caminantes a Emmqús y los discípulos del Señor descubrieron que Cristo vivía, que la cruz no había terminado su vida maravillosa. La condición de ánimo de los dos caminantes cuando uno de ellos decía: "Mas nosotros esperó* hamos que él era el que iba a redimir a Israel," era la condición de todos los discípulos. Con la muerte del Señor sus esperanzas habían sido destruidas, sus ideales habían desaparecido como un sueño y tristes y decepcionados volvían a sus antiguas ocupaciones. Solamente la realidad de un Cristo vivo podía haber restaurado sus esperanzas y sus ideales. El jnundo cristiano en nuestro días necesita más que todo la certeza de que Cristo vive, que su presencia en el mundo es tan real o aún más que lo fue su presencia en la carne. El Cristo de la historia es indispensable a nuestra fe pero la tragedia de una gran parte de la iglesia cristiana y de un gran número de los cristianos es que este es el único Cristo que conocemos. Los discípulos conocieron toda la gloria del Cristo que nació en Belén y fué colgado en el calvario pero muy pronto conocieron también en su experiencia Cristiana al Cristo que era desde la fundación del mundo y que será eternamente. No es de maravillarse que los discípulos fueron tan radicalmente transformados por la realización de esta verdad fundamental del cristianismo, la maravilla hubiera sido que hubieran permanecido tristes y decepcionados después de experimentar al Cristo eterno en sus corazones. Si la Iglesia Cristiana ha de ser una fuerza transformadora en el mundo necesita la certeza de que Cristo vive. Esta certeza llevó a los primeros cristianos hasta las confines del mundo romano e hizo exclamar al apóstol de los gentiles: "Estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni potestades, ni lo presente ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro." Y este Cristo que los caminantes a Emmaús conocieron, no solamente está vivo, El es el fiel compañero de aquellos que le han conocido. Los paganos tienen sus dioses en un templo o en un nicho y el creyente va a adorarle y luego vuelve a las luchas, del mundo dejando tras de si su dios, no asi el cristiano que sabe que su Señor vive y que a cada momento está como dice el poeta: "Aún más icerca de nosotros que nuestras manos y que nuestro aliento." La vida toda del cristiano tiene un nuevo significado cuando ha llegado a este conocimiento. Cristo vive, y es el constante compañero de los hombres y las mujeres que se encaminan a la Cíuh dad Celestial. eACE unas semanas un grupo de hombres prominentes se encontraban discutiendo la manera más apropiada de ayudar a los millones de chinos que están sufriendo lo indecible a consecuencia de la guerra. Después de denunciar las atrocidade de los Invasores de la manera mas aguda y en los más fuertes términos, se pidió a un prominente chino que se encontraba presente para ayudar al grupo con sus consejos, que dijera algunas palabras. El visitante se levantó y su discurso consistió en las siguientes palabras: "Yo creo que es mucho mejor encender una vela en la obscuridad que maldecir a las tinieblas." En verdad que las tinieblas del pecado nos cercan en todas direcciones. La vida de los individuos, las naciones y el mundo en general está llena de toda forma de pecados que han traído densas nubes en todas direcciones y solamente un hombre insensible puede permanecer indiferente a estas realidades. El primer impulso ante tales condiciones es condenar pero tenemos que confesar que amenudo no pasamos de aquí. El Señor dijo al profeta Jeremías: "Mira que te he puesto en este día sobre gentes y sobre reinos para arrancar y para destruir, y para arruinar y para derribar y para edificar y para plantar." Todas las tinieblas del mundo no pueden resistir a la luz, más aún, las tinieblas más densas nc¡ pueden apagar la luz más pequeña. Cuanto más densas son las tinieblas más brillante aparece el punto luminoso aunque pequeño. Todo esto afirma nuestro convencimiento en las palabras del chino de que hablábamos al principio: "Es mucho mejor encender una vela en la obscuridad que maldecir a las tinieblas." Y Aos cristianos tenemos no una vela insignificante sino al Sol de Justicia, a Cristo Jesús cuyo resplandor es capaz de penetrar a los rincones más escondidos en*la vida de los individuos y de las naciones y disipe r para siempre las tinieblas del pecado. Púsflna 3 I ;5%íi •I'.. 1:^' ■; 'X i*N 11 - PÍB Séí v TMS DWWWG IS SUBST*W*iO FOK PRINTOUT FRON MICROFILM