Lección VI. HERALDOS DEL REY Febrero 9 de 1980. BOSQUEJO DE LA LECCION CEGUIMOS estudiando, queridos niños, las sublimes enseñanzas del sermón de la montaña. el 1. La Regla de oro. Esta fué pronunciada por nuestro Señor Jesucristo con sus propios labios. Encierra enseñanzas tan llenas de sabiduría y justicia que los niños bien harían en ponerlas en práctica. No hay un ser sobre la tierra a quien no le gaste que todos lo traten bien y que cuando digan algo acerca de él, sea siempre bueno. El Señor Jesús nos enseña en la regla de oro que hagamos con los demás todas las cosas que quisiéramos que ellos hiciesen con nosotros. El niño que reclama que sus compañeros lo traten bien y se conduce ásperamente con ellos, está quebrantando la regla de oro. 2. Los falsos profetas. ¿Saben los niños cuáles son los falsos profetas? Aquellos que pretenden enseñar a las gentes el camino de la vida por medio de doctrinas y enseñanzas mentirosas. Estos se presentan como un cordero; pero su corazón es el de un lobo. ¿Cómo podemos conocer a los falsos profetas, niños míos? Todos los niños saben que conocemos los árboles por el fruto que dan. Si el manzano produce manzanas grandes, coloradas y dulces, decimos, este manzano es un buen árbol; pero si da manzanas chicas y agrias, decimos es mal árbol. Y ¿qué hacemos con este árbol? Lo cortamos y hacemos leña y en su lugar plantamos un buen árbol. De la misma manera los falsos profetas son conocidos por sus obras, como el mal árbol por su fruto. 3. El resultado final de los falsos profetas; así como el árbol malo es cortado y hecho leña, los falsos profetas serán apartados de la presencia del Señor al fuego eterno preparado para el diablo, y para sus ángeles. 4. ¿Sobre qué fundamento edificamos? Hay dos fundamentos: el de la peña, que es Cristo Jesús y sus enseñanzas, y el de la arena, que son los falsos profetas y sus enseñanzas. El que edifica sobre las enseñanzas de Cristo, permanece hasta el fin; pero el que edifica sobre las enseñanzas de los falsos profetas su ruina será «grande, porque no verá la vida eterna. Cuando el Señor Jesús terminó de exponer las sublimes enseñanzas que hemos estudiado del Sermón del Monte, las gentes se admiraban de su doctrina, porque nadie les enseñaba como él.