TIEMPO DE B. C., Y SONORA — PAGINA 14 un miura para Ocaña ció, el favor, lo dádiva, de entregarle algo que, en realidad, no es ningún favor, ningún regalo, ninguno gracia, sino simple y sencillamente lo que por exigencia de la ley debe dársele. Por otra parte, es verdad que no existen estímulos auténticos para ¡lograr que los campesinos exploten colectivamente sus parcelas con el entusiasmo y el interés con que lo hacen los que t r a bajan individualmente. En el Valle del Yoqui hay una larga historia de encuentros a golpes y a tiros, o raíz del reporto de Lázaro Cárdenas, entre individua-llistos y colectivistas. Y aunque en otros países ha triunfado el ejido colectivo, siempre se ha debido a que existe un sentimiento especial que los obliga a mantenerse unidos; ejemplo claro es el "kibutz" de Israel, en donde la escasez de tierra y de recursos por un lado, y la necesidad de estar juntos para defenderse de los atacantes, dieron cohesión al trabajo agrícola collective. II ■ Esta es la realidad. Pero i I N líl?" - r<-. Js>" Q6i' V MI. t j * ¿es la realidad definitiva? ¿No hay otra solución más que decir: puesto que las ffrondes fincas garantizan a creciente elevación de la producción, hay que protegerlas y tolerarlas? ¿Y qué norémos con 'los ej ¡datarias? ¿No es también una r e a I i dad que constituyen una enorme masa de empleados o de sub-empleados, que comen mal, andan con huaraches, carecen de vivienda digna y que sus hijos sólo por excepción tie-'nen acceso a las universidades o institutos tecnológi- eos? Puesto que hay más producción con * el sistemo de latifundios familiares, ¿vambs a asesinar a los eji-datarios, hacerlos polvo, volatilizamos, mandarlos o la luna en naves sin regreso? ¿No hay juristas, sociólogos y políticos con imaginación creadora que encuentren solido a este problema? Comencemos por clarificar algunos conceptos que, aunque falsos, han terminado por considerarse verdades de tanto que se repiten. A ¡raíz del reparto de Echeverría, muchos agricultores pusieron el grito en el cielo diciendo que se ‘les arrebataba el fruto de su trabajo. Alguno todavía sufre morbosamente pasando uno y otra vez la película que tomó con escenas de ej¡datarias desconocidos y mugrosos posesionán dose de su elegante casa .de campo y atropellando las flores de su jardín. Otro me decía, mientras calentaba en la palmo de lo mano uno gran copa de coñac en el "Delmó. nicos" de lo Zona Rosa: "Tanto que nos fregamos, trabajando bajo el rayo del sol, con la amenaza de los indios". |Pero esto lo hizo su abuelo, quizás su padre, no él, que apenas anda arribo de los 40 años! ¡Y las grandes propiedades han florecido gracias al trabajó duro de los pioneros, es verdad, pero también, y sobre todo, a la infraestructura construida por él Gobierno Federal a partir de Miguel Alemán, con dinero de todos? Y si se.invoca el Derecho Natural para justificar el derecho de propiedad sobre lo tierra, también podría el ejidafario invocar el ¡5$ •:'T ■ < ' r Derecho Divino para que le expliquen quién le fijó dueño al agua, que es de Dios, y cuándo, por ese camino, van a entubar el aire para venderlo a 'los explotados. Sí, sí, exageramos un poco. Pero quisiéramos tocar el corazón y la mente de los agricultores para que, inclusive por su propia conveniencia, contribuyan a buscar una solución pronta, digna y efectiva al problema de los campesinos. Para que contribuyan, digo, porque el agrario será uno de los problemas serios que arrostre el gobierno de Samuel Ocaña. ¿Hacia qué lado se inclinará? Ill El gobernador Alejandro Carrillo Marcar, de cuyo régimen intentaremos en fecha próxima un análisis completo, está posando a la historia del agro son oren se como un conciliador. Es su orgullo ostentarse como un gobernante que no ha ver tido sangre de campesinos para dirimir conflictos; ha acudido, pora lograrlo, al convencimiento, las negociaciones y el aceleramiento de los trámites. Esta táctica no es bien vista por los agricultores que sufren invasión de sus tierras, pues ■para ellos el Código Penal es la ley más claro del mundo:. si él delito de despojo es castigado y si se configura en cuanto la tierra es invadida, ¿por, qué el agente del Ministerio Público no dispone que vaya la policía al campo y se lleve a la cárcel a los invasores? No interponen recurso contra la inactividad dél Ministerio Público por uno rozón elemental: no existe recurso alguno. Si lo Procuraduría de Justicia no quiere consignar no hoy manera de obligarla. -Pero ¿cuánto tiempo puede dar resultado esta táctica? Quizá mientras, al mismo tiempo que se negocia, se promete, se discute, se van empujando los asuntos pendientes hacia su resolución. No obstante, son tantos y tan complejos, y tan rápidaméhte aumentan las necesidades de los campesinos día tras día, que el gobernante avanzo por el filo de una navaja. (Hemos llegado a un punto en el que nuestro personal manera de contemplar el problema agrario nos hace pensar que no se resolverá nunca mediante arreglos parciales y avances locales, pues no está la falla en lo burocracia, la corrupción administrativa, los jueces venales o el cúmulo de trabajo, sino, más bien, en capas más profundas de nuestro sistema político; pero deseamos seguir tratando el tema desde el punto de visto de la legislación vigente, o fin de que no parezca que discutimos^ el llector y el autor, en lenguajes distintos). Esto significa que Samuel Ocaña, tiene tres cominos: o) tomar el partido de los campesinos de manera radical y sin dubitaciones; b) poner el mecanismo gubernamental a disposición de los pequeños propietarios; c) continuar la política de negociación y convencimiento iniciada por Alejandro Carrillo. Parece que el tercer camino es el más apropiado, en primer término, porque enarbolar la bandera de lós ¡ti®*-' Msfo Elutó