Los niños de nuestra generación viven en un ambiente de tensión y de violencia. Frases envenenadas de odio y propaganda de mala voluntad, o al menos de incomprensión y de intolerancia se escuchan a través de la radio, se lee en los periódicos, se dice en la conversación, se repite en reuniones de carácter público o privado. Los cuadernos de tiras cómicas que todos los niños devoran están plagados de historietas perniciosas donde la nota sexual, de crimen y de violencia, es la característica de todas ellas. Nuestras can.iones vernáculas son violentas y pasionales: sus temas favoritos son el celo, la violencia, la brutalidad del macho. El Juan Charrasqueado, mujeriego y matón, anda en labios de criaturas de kindergarten. El maestro moderno está frente a una tarea gigantesca: pero necesaria; tiene que saber algo más que técnica de la enseñanza, porque hoy, más que nunca, no debe olvidar que su tarea primordial es la de modelar las almas. Yo sé que la tarea de modelador de almas no es la cosa más sencilla de la tierra, porque modelar un alma requiere una técnica muy distinta y muy superior a la técnica que se requiere para enseñar una asignatura. Pero si el mundo de mañana ha de ser un mundo decente, con más corazón y menos progreso mecánico, con más amor y menos estupidez, con mayor espíritu de comprensión y de buena voluntad y con menos actitudes militaristas y violentas, es tarea urgente modelar con delicadeza y paciencia el alma del niño de esta generación. EL MAESTRO MOOERM) V EL ALMA DEL AIÜO Por Francisco Estrello Entre ios factores de más importancia para llevar a cabo esta tarea de tan grandes dimensiones, se destaca en posición estratégica el maestro de escuela. El maestro, por tanto, debe hacerse cargo de su enorme responsabilidad moral frente a los alumnos que se le confían. El maestro moderno tiene que ser ente moral y no simplemente intelectual; tiene que ser forjador de almas y no simplemente uno que transmite conocimientos. Cada vida de sus alumnos debe ser su preocupación; la manera como cada uno de ellos reacciona debe ser motivo de su cuidado y vigilancia: su lenguaje y sus actitudes deben ser objetos de dirección constante. Tenemos que enseñar a los niños de esta generación adolorida, y atormentada. aun en contra del medio poco propicio para ello, a dejar de ser violentos y rudos y a ensayar actitudes más amables, más llenas de comprensión para los demás, más llenas de simpatía, más cargadas de amor. Tenemos que enseñarles que el camino de los violentos siempre termina en la tragedia, y que el amor es fuerza más integradora y más dinámica que todas las fuerzas juntas, inclusive la del átomo, porque es la única fuerza Integradora. El mundo ha padecido bastante ya en manos de los violentos. La filosofía de la fuerza ha hecho ya demasiado daño. Queremos un mundo en donde los hombres puedan confiar los unos en los otros, y donde el miedo deje de ser factor negativo para el desarrollo pleno de la vida. El maestro tiene la oportunidad de destacar frente a sus alumnos no tanto las glorias militares con que nos han nutrido por generaciones y generaciones, sino las glorias de los hombres y de las mujeres que han entregado sus vidas haciendo labor constructiva de acercamiento y de mejoramiento humanos; de los hombres y de las mujeres sin garra que se han sacrificado por hacer de este mundo un sitio mejor. 10 EL MOGA* CRISTIANO