; $18 - - la vo»: 1 n« uniendo nuestros padecí mien tos .con los sayflfir ««rf»-¿>"tisfac.e.ion que damos por nuestros pecadqsj dice el « no es de tal modo nuestra, que no sea por Jesucristo; « i ..™áfc»-nosotros. que por-npsotros mismos nada -podemos, coópe-~raa*> él, que nos conforta, todo lo podemos; y así no tiene el w hombre por qué gloriarse, sino que toda nuestra glorificación y «complacenciaestá en Jesucristo.” Cap. 8, sess. 14 de pcenit 15. —Tampoco nuestro dolor por las culpas cometidas valdrá algo para el perdbn si no estuviere movido y animado por la gracia de Jesucristo, porque ni arrepentimos, ni proponer la enmienda, ni aun concebir deseos de satisfacer debidamente por las culpas;.en una palabra, nada podemos hacer nosotros por nosotros solos que pueda traernos el perdón de la culpa; pendientes, pues, en un todo de Jesucristo, confesamos qué si no hay dolor no habrá perdón, y que no habrá dolor si no hubiere verdadero deseo y determinación (le Sa.tisfÉlCer* /'■ V?*' ■ L.- ■■■V'■■v. V 16. —Mas cuánta deba ser en particular la satisfacción ó pena temporal que debamos dar por cada pecado, solo Dios lo sabe, porque nada dicen determinadamente las Escrituras ni las leyes de la Iglesia, y por esto no se puede decir: tal pecado merece esta pena y no otra: al otro corresponde cumplidamente la otra pena ni mayor ni menor. Semejante taxacion y medida, aunque en la realidad la hay y la tienen las culpas, nosotros la ignoramos. 17.—Lo que sabemos con certidumbre es que unos pecados son mayores y mas graves que otros, ó por lo que son en sí misinos, ó por el escándalo con que se han cometido, ó por lo que desdicen al -eqtadpídel íque los cometió, ó porque con ellos dió mal ejemplo el nHítpfir sn profesión y dignidad debia darlo bueno, ó por el lugar, -■ rip^jw4fcr. en que se cometieron, sobre lo que es muy digna de íewfed* doctrina, de San Agustin en el Gánon l.°, dist. 5.05 de poenite -. ■ / , . 18 —.pkh* esto que sabemos, aunque no podamos fijar determina-damente-eLcuánto sea una culpa mayor y mas grave que otra; estando. pues, reservado á Dios, el conocimiento de la satisfacción cumplida que-por cada culpa debemos darle: ecsigiendo ademas di-versa satisfacción la mayor ó menor gravedad del pecado; y debiendo los sacerdotes señalarla á sus respectivos penitentes,.¿cuántas incertidumbresno-tiebieron tener al cumplir con esta parte de su ministerio? Una suma austeridad y rigor, ó una suma indulgencia y desproporeSiM de la pena con la culpa, fueron siempre es iremos en que pudo inquirirse, siendo por otra parte muy fácil- que to que unos reputasen por austeridad y rigor, otros lo tuviesen por