ciitipo de la política y en el Foro. Obtuvo el titulo de abogado, cuando aún era muy joven, y' poco tiempo después, ocupaba una cuntí de Diputado en el prestigiadi-simo Congreso, que funcionó durante los últimos dos años de la administración presidencial de don Sebastián Lerdo, de Tejada. Allí conoció el licenciado de la Peña a los primeros cerebros de la Nación, y allí también se educó como hombre público y de negocios. Su filiación fue entonces y sigue siendo en la actualidad, al través de treinta años de luchas y de fatigas, la de un buen liberal, sin exageraciones jacobinas ni demagógicas, pero adorador fiel de los ideales de la Reforma. Estuvo presente en las celebérrimas discusiones que concluyeron con la creación del. Senado y la elevación de las Leyes de Reforma a la categoria de parte integrante de nuestra Constitución, y su voto apoyó estas medidas salvadoras. Después del derrumbamiento lerdista, el licenciado de la Peña se retiró de la vida pública y se dedicó a desarrollar la actividad de sus negocios privados. Sin embargo, el gobierno porfiriario. se distinguió desde sus comienzos por su afán moderador, dispuesto a transigir con el partido vencido, y deseoso siempre de aprovecharse de los elementos sanos de honradez y de trabajo. Fue tan hábil la política del General Díaz que breves años después de su triunfo, colaboraban en la administración tux-tepecana los más connotados amigos y partidarios del ex-Presidente Lerdo. El licenciado Romero Rubio, jefe de la facción derrotada se reconcilió con el nuevo gobierno y poco después emparentó con el propio General Diaz. El General Escobedo, Ministro de la Guerra del licenciado Lerdo de Tejada, después de una infructuosa intentona revolucionaria también rindió las armas, y ayudó a los vencedores, en la tarea grandiosa de la reconstrucción nacional. El licenciado de la Peña fue también llamado a prestar sus servicios en el régimen imperante y acudió gustoso a otorgar su contribución material y moral. En este sentido, ayudó mucho a la consolidación de las instituciones en el Estado de Coahuila,, en donde desempeñó puestos importantísimos, entre los cuales culminó el de Gobernador de aquella entidad federativa. Su labor como Gobernante fue siempre corta pues no estuvo sino interinamente al frente de su Estado natal, sin embargo, en esos periodos breves dejó una huella saludable por su espíritu emprendedor y progresista, siempre deseoso de impulsar y acrecentar las riquezas de Coahuila. Al mismo tiempo que dan Práxedis de la Peña se dedicaba a servir en puestos públicos, fomentaba, en infinidad de empresas particulares, las negociaciones principales de su Estado natal. Ayudaba con su inmenso capital todas las empresas nacientes, llevaba su ayuda material y moral a las Compañías industriales y mercantiles que la necesitaban, y se puede decir, sin temor de equivocarse que en el desarrollo enorme de la riqueza coahuilense, fue uno de los principales y más eficaces factores. Basta recordar que en la actualidad es Presidente del Banco de Coahuila, de la Compañía Jabonera de la Laguna, de la Fábrica de Hilados y Tejidos “La Fe,"— situada en Torreón, y reconocida como la mejor en su género,—de la Compañía Agrícola Pilar y Anexas, y de muchísimas otras grandes negociaciones para que nos demos cuenta de la influencia enorme que el licenciado de la Peña ha ejercido en la industria manufacturera, agrícola .. y bancaria del Estado de Coahuila. Si se piensa, por un momento en el número de gentes que trabajan en estas ricas Compañías, se comprende mejor la fuerza política y social que don Práxedis desarrolla en la frontera septentrional de México. Cuando triunfó la revolución carrancista y empezó la anarquía a devorar a nuestra Patria, el licenciado de la Peña decidió radicarse en esta ciudad, desde la cual podría vigilar y atender sus cuantiosos intereses. Aquí ha residido desde hace dos años, y su cuidado le ha permitido salvar mucho capital propio y extraño, que corría peligro de desmoronarse. -> Pero don Práxedis no podía permanecer inactivo, y decidió continuar, en terreno extraño, sus hábitos emprendedores y tenaces. Estaba acostumbrado a la lucha industrial y mercantil, en ella había vivido desde sus primeros años, y necesitaba, por tanto, seguir desarrollando su incansable actividad. Al efecto, se ha aventurado en varias industrias progresistas, obteniendo en todas ellas el éxito de siempre. Es tan famoso su espíritu de empresa que basta la presencia del licenciado de la Peña en una negociación, para que ésta se fortalezca y cobre prestigio. En estos últimos meses ha realizado un magnífico negocio. Acaba de comprar, en compañía de dos o tres personas más, una mina riquísima, situada a siete millas de Silver City, población situada a cinco horas de ferrocarril de la Ciudad de El Paso, Texas. El terreno donde está la mina pertenece al Condado de Pinos Altos, Estado de Nuevo México. La mina se llama “Silver Cer." Los trabajos de explotación de la mina han dado principio con un person^ competente bajo la dirección del conocido minero chihuahuense don Hilario Lozoya. Los minerales extraídos hasta hoy, dan en ensayo, los de más baja ley, 600 onzas por tonelada y la veta principal del cuerpo mineralizado tiene una anchura de ocho pulgadas del mineral llamado rosicler que ensaya más del sesenta por ciento de plata pura. También hay en la mina plata nativa, que la llaman los mineros, que sale entre el metal que se extrae y tiene breñas de pura plata. La mina nada más tiene hasta hoy trescientos pies de profundidad, y hay la seguridad de que la veta principal, a medida que el pozo se ahonde, será más gruesa, pues los estudios hechos asi lo indican. Apenas se ha empezado a trabajar la mina Silver Cer” y ya se han recibido muchísimas proposiciones de empresas americanas, para comprar el metal que produce. Sigue pues, el nombre de don Práxedis, siendo un magnífico augurio para la prosperidad de las empresas comerciales. La mina “Silver Cer” tiene además una misión benéfica en estos dolorosos momentos porque viene a emplear a multitud de desterrados que se encuentran en la indigencia sin la oportunidad.de un trabajo honrado, que les oermita vivir con tranquilidad, fuera de la Patria. Sabido es que la revolución ha arrojado de México a millares de infelices que vagan desde California hasta Texas, en actitud desgarrante, sin encontrar alivio para su dolor y miseria. En adelante, muchos de ellos podrán trabajar en la mina “Silver Cer” y ganar allí lo suficiente para subsistir. <8^ ^¡02,