REVISTA MEXICANA. Semanario Ilustrado. Entered ai second class matter, October 25, 1915 at the Post Office of San Antonio, Texas, under the Act. of March 3, 1879 Año I. San Antonio, Texas, Diciembre 12 de 1915. Número 14. El Preconstitucionalismo. Cinco años de guerra fratricida han consumido la mayor parte de la riqueza pública, y lo que es más sensible aún, han destrozado los últimos vestigios de las antiguas instituciones. La sociedad mexicana vive desde hace año y medio, sobre bases falsas y movedizas, y carece de leyes y autoridades que le garanticen el respeto a la vida y la propiedad. Desde que el Presidente Carbajal interrumpió voluntariamente sus funciones de Poder Ejecutivo y autorizó la ■ disolución del Ejército Federal, los Tribunales se quedaron s'n brazos que hicieran efectivas sus sentencias, y el pueblo entero quedó sometido a la voluntad de las gavillas armadas que inundaban el territorio mexicano. Don Venustiano Carranza comprendió desde el primer momento que no ejercía autoridad sobre los “Generales" y “Gobernadores’’ que integraban el llamado Ejército Consti-tuciona’.ista, y que, con solo manifestar un intento de concentrar el mando, provocaría una insubordinación general. El ex-Gobernador de Coahuila se dio cuenta de que todos los caudillos que se encontraban en su derredor no consentirían que su poder absoluto fuese limitado por leyes y decretos, que garantizasen una vida civilizada, sino que por lo contrario estaban desosos de continuar en un régimen bonancible de inrresponsabilidades; y anhelando él, a su vez, con-tinrar con su t'tulo de “Primer Jefe," acogió con entusiasmo la idea de un "periodo preconstitucional” que lo libertaba de la obligación de poner a la sociedad bajo el amparo santo de la Ley. El “preconstitucionalismo’’ ha sido el disfraz bajo el cual ha ocultado Carranza su impotencia. Sabe Don Venustiano que Obregón estará dispuesto a hacer su voluntad omnímoda donde quiera que se ha'le, y que hasta Pablo Gonzáléz, el más fiel de sus amigos, empieza a hacerse tocar el himno nacional en la Capital de la República. Sabe igualmente que el día en que procure poner valladares al autoritarismo de Obcegón y a la vanidad de González, perderá hasta la'categoría meramente nominal con que tanto se envanece. Por consiguiente, deja hacer, y como “NO HA LLEGADO EL TIEMPO DE ORGANIZAR,” y "es extemporáneo volver al régimen constitucional,” divierte sus ocios en visitar poblaciones y se goza con el poco envidiable deleite de escuchar discursos. Después de todo, es lógico: puesto que no tiene el oro del poder, se conforma con sus falsos oropeles. Naturalmente, con ese sistema, lo único que logrará Carranza será continuar su situación equívoca y perpetuar en México, por algún tiempo, la creciente disgregación del poder. A medida que pasen los días, irá siendo más débil 1^ autoridad central, en tanto que la autoridad de los caciques se consolidará más y más en sus feudos respectivos. Alvaro Obregón que es el que más espera del porvenir, ha vuelto a su Estado natal, en donde seguramente sueña establecer las bases de su futura vida. Pablo González, menos práctico que el caudillo sonorense, se ha limitado a rodearse por “pitines” vestidos de Generales, que recompensan las mercedes de su señor, murmurándole a los oídos, la profecía de las Brujas de Macbeth. Salvador Alvarado da rienda suelta a las extravagancias de su cerebro calenturiento, creyéndose el apóstol de la Revolución, tal como antes se creyó apóstol • de la enseñanza. Y así, cada quién, por su lado, y sin fuerza superior que los congregue y armonice, enderezan sus energías por rumbos contradictorios, arrojando la Patria a un verdadero caos. Al principio, muchos creyeron que el peligro carrancis-ta era Villa. Y suponían que tan pronto como éste fuera vencido, quedaría consolidado el trono de Don Venustiano. Pero lejos de eso, ti aniquilamiento del cabecilla durangue-ño no ha traído un sólo elemento a la reorganización nacional. ■ Continúa la República en estado de ansiedad, el Código Penal, suspenso, los Tribunales cerrados, las elecciones pendientes y el Pre-ConstitucionaHsmo imperante. En tina palabra. los jefes militares siguen imponiendo su omnímoda voluntad, y Don Venustiano pers'ste en sus -giras pintorescas escuchando los sonoros ditirambos de sus campanudos oradores. Ahora, los Estados Unidos han reconocido a Carranza como Gobierno de México, Villa está aniquilado, la reacción se encuentra en el destierro.... ¿Qué razón existe para sostener la prórroga del período preconstitucional? ¿Por qué Carranza no ha organizado su gobierno? ¿Por qué no dicta una ley, o cuando monos unas bases generales, que normen los puntos más importantes de su administración y marquen les cercos indispensables a las autoridades políticas y militares? Nada hace Carranza y nada hará, porque nada le permiten sus aparentes subordinados. Como está seguro de que los cabecillas de la Revolución desobedecerían cualquiera ley que pusiera rienda a sus desmanes y tropelías, prefiere Carranza continuar su “PRE-CONSTITUCIONALISMO” que es el mágico secreto de la lealtad de sus partidarios. Después del pre-constitucionalismo vendrá el post-cons-t'tucionalismo; pero sea que a la palabra que sirvió de bandera a vna Revolución se le anteponga este o aquél prefijo, lo cierto es que bajo la autoridad nominal de Carranza, México no podrá entrar dentro del carril de las instituciones y de la Ley. El día en que Don Venustiano haga el ensayo de prohibir el famoso “pre” en su Organismo político, le pasará lo que al morfinómano que quiere suspender en un instante el vicio que ha alimentado a fuerza de vacilación y debilidad: comprenderá que su mal es tan grande, qua después de haberle amargado la vida, lo condena a seguirlo teniendo hasta la muerte.