EL SEMBRADOR------------- 1 SI como el pueblo ha condensado en 7^ los refranes toda la riqueza de sus " observaciones y de sus reflexiones, siempre ha manifestado su sentido crítico y su sensibilidad en cantares y coplas. Una cualidad tienen las coplas populares. Son pegajosas. Se oyen una vez y se quedan en la memoria para siempre. “El Cantar para ser bueno ha de ser como la cola que se pega al que lo escucha cuando salga de una Loca”. A ésto no aciertan las coplas de los poetas eruditos, sino en rara ocasión. Por su factura las reconoce el pueblo y a pesar de su bella forma, las desconoce y nunca las canta: “Un cantar bajó al pueblo no era mal mozo; pero el pueblo le dijo: no te conozco!”. La copla es una combinación métrica, generalmente una cuarteta octosílaba en la cual son asonantes el 2o. y 4o. versos. La palabra viene de “Copula’’, voz latina que significa atadura, ligamiento, unión. En ella se alan las palabras, se ligan los conceptos, se une el verso a la tonada y ésta le da alas y así vuela de boca en boca. La copla es una caña que ora se llena con la manzanilla retozona y maliciosa, ora con la sidra burbujante y dulcemente sentimental, ora con el málaga sombrío y pesaroso.... Florece la copla en las canciones de todo el mundo, lo mismo en las márgenes del Volga que en las del Rhin, que en las del Ródano. Pero, para nuestra sensibilidad no hay más copla que la de España y entre las de España, las que se abren, como amapolas rojas, cu las márgenes del Guadalquivir. “Cantares, quien dice cantares dice Andalucía". Sevilla es la ciudad de las coplas. Surgen del pueblo triancro y nadie sabe quien Cantos Copulares * Por el Sr. AGUSTIN HASAVE. las compuso. “Las coplas no se escriben. Se cantan y se sienten, dice Manuel Machado. Nacen del corazón, no de la inteligencia y están más hechas de gritos que de palabras. Sólo la costumbre de llorar cantando, propia de nuestro pueblo es capaz de encerrar tanta pena y tantos amores en los tercios de una malagueña o cu el canto llano de una seguidilla. Nó, no se escriben las coplas, ni son tales coplas verdaderas hasta que no se pierde el nombre del autor. ¡Y este glorioso anónimo es el premio supremo de los que tal género de poemas componen....! Un día tpie escuché alguna de mis “soleares” en boca de cierta flamenquilla en una juerga andaluza, donde nadie sabía leer ni me conocía, sentí la noción de esta gloria paradójica que consiste en ser perfectamente ignorado y admirablemente sentido y comprendido... y no (pilero más". Suele suceder que el pueblo adopta una copla de poeta erudito, la reforma, la refresca y se la apropia. Así ha sucedido con un cantar de Palón, (pie ha quedado así: “Soñé que el fuego se helaba Soñé que la nieve ardía Y pa soñar imposibles Soñé que tú me querías" así también con dos coplas de Manuel del Palacio, refrescadas por la musa popular y las cuales quedaron definitivamente así: “A unos ojos me asomé Y en unos labios caí Si un corazón no me saca No sé que será de mí.” y la otra: “El hombre cuando se embarca ha de rezar una vez; cuando va a la guerra, dos y cuando se casa tres”. E L S E M B R A 1) O R Encerrar en el más pequeño recipiente verbal una emoción o un pensamiento, es una de las más preciosas cualidades del estilo. La copla popular tiene esta virtud. El coplero se ve obligado a expresarse con la concisión que es necesaria cuando no se dispone más que de una cuarteta. Como se tiene que hacer caber allí todo lo que se pretende comunicar, claro es que hay (pie vigilar que no haya palabra ociosa ni rellenos de ripio. Así logra la copla su intensidad máxima. Salvador de Madariaga, en su interesante obra “Lírica Popular Española” da ejemplos de estos cantares de expresión comprimida y dice: “He aquí un drama de amor en tres líneas : “Mira tú si es cosa grande: la conocí el otro día, la quiero más que a mi madre". “He aquí una novela en cuatro líneas: "Me quisiste, me olvidaste Por la ambición del dinero. Con lágrimas regabas Los trajes de terciopelo". “He aquí un gracioso entremés, encerrado cu el menudo estuche de una seguidilla: “Dices que no la quieres ni vas a verla; pero la veredita no crece hierba". “He aquí una breve comedia en una cuarteta: “A tu madre se lo dije, A tu padre no me atrevo. En sabiéndolo tu madre Tu padre lo sabrá luego”. Y, por úlimo, una escena de crisis dra mática vibrante de emoción y concentrada en cuatro versos: “Anda (límelo andando (límelo andando, que si tú llevas miedo ¡yo voy temblando!" La poesía popular suele tener aciertos que no alcanza la erudita. Quien lea el Romancero espigará admirables bellezas de expresión. Recordemos, entre otras maravillas, la del Romance del prisionero que no tenía más contacto con la vida libre y amable, que un pajarillo que a diario lo visitaba. Un mal día se lo malí) un ballestero y desde entonces quedó totalmente sólo en la lobreguez de su calabozo. La misma emoción de soledad irremediable, la da un cantar gaditano, en sólo tres versos: ‘"¡Ay, no hay naíta que vé.... Porque un barquillo que había, tendió la vela y se fué....!” Sevilla es una eterna primavera de cantares. Desde Triana hasta la Macarena, la ciudad es una gran pajarera. .. .Canta la moza en el zaguán de azulejos y el señorito (pie vuelve del corlijo vecino, caballero cu su jaca adornada con madroños. Canta la vieja en falsetes rispidos, mientras aliña las macetas de su patio y canta la cigarrera tras el trabajo del día y cantan los vendedores ambulantes, cu largos pregones sonoros.... Todo el mundo canta en la ciudad andaluza. Por una ventana, como pájaro que se escapa entre los barrotes de su jaula, sale una copla: “Ojos azules tenía la mujer que me engañó; ojos de color de cielo, ¡mira tú si fué traición!” Otra voz cercana se eleva cu la quietud de la larde: (Sigue en la Pág. 7) — 4 — — 5 —