lo ¿no se declara también de un modo implícito que una vez que se pueda, se intervendré? XXX Después de tales* antecedentes, no parece una audacia concluir que la política de Mr. Wilson en materia de panamericanismo puede con justicia definirse como LA OCULTACION SISTEMATICA DE LOS ACTOS MAS REPROBABLES BAJO EL MANTO DE LAS DECLARACIONES MAS APARATOSAS Y DE LOS MAS NOBLES CONCEPTOS. Sin aceptar ni por un momento que los beligerantes puedan ser un peligro más que para los Estados Unidos, es evidente que un franco y bien entendido pan-americanismo, encontraría ancha y sólida base en el común interés de todos los países de este Continente. Si la Casa Blanca se decide a cultivar con los países situados al Sur del Río Grande una verdadera amistad, purgada de dobleces, los Estados Unidos podrán comprobar que el engrandecimiento de nuestra raza no entraña para ellos peligro alguno y que, por el contrario, su poderoso aunque naciente industrialismo tiene muchas ventajas q^'e recojer de nuestra confianza en su buena fe: los Estados Unidos encontrarían en nosotros magníficos clientes y amigos leales a toda prueba y nosotros encontraríamos en este pueblo enorme, una poderosa ayuda pa ra nuestro desenvolvimiento y un consejero lleno de prestigio para guiamos. Pero para esto no basta con discursos que, por muy buenos que resulten, siempre carecerán de la suprema fuerza, de la decisiva elocuencia del ejemplo; y a un viejo profesor de Universidad no le es lícito olvidar el precepto del gran lírico latino: “Si vis me flere.. etc.” Para lograr la confianza del • Continente, es menester que ya no haya más atentados a las pequeñas soberanías, que cada quien dentro de su casa, humilde o suntuosa, resuelva si s propios asunjos según su leal saber y entender. Así, sí podremos ir todos los países de este Continente a mimos en la estrecha solidaridad de que hablaba Mr. Wilson en el último Congreso Pan-Americano; pero mientras, parece necesario que alguien conteste a satisfacción éstas dos cuestiones: ¿Quién nos garantiza que en esta vez se trata de pan— amer'canismo de buena fe? Y aun dado q'-'e así fuera, ¿quién nos asegura que una de estas mañanas no despertemos con la noticia, proclamada desde lo alto del Capitolio, de que MR. WILSON UNA VEZ MAS HA CAMBIADO DE OPINION? QUERIDO MOHENO. New Orleans, La. Febrero, de 1916. El Tío Sam alimenta la hoguera con municiones Caricatura original de Meggendorfer Blatter de Munich