S. M. el Rey Victor Manuel de Italia en la línea de operaciones. *< . ■ — - XX' • EL ODIO NECESARIO O--- La declaración de dos ministros franceses en el Congreso Socalrts de L°n°res. «" momentos de “unión sagrada", es de mal gusto y de una táctica deplorable. Otra vez Vivian, ha debido asegurar en el Parlamento que Francia "irá hasta e! fin ” Asi queda reparada la indiscreción________ ÍCensurar indirectamente a Rusia, declarar que no se quiere agobiar a Alemania, cuando la fraternidad con el adversario es actualmente casi en delito de lesa patria! Se lucha a muerte. Pero en esta tierra de ideólogos, algunos empiezan a perdonar. No veamos al i si no una convulsión, tal vez la última, de ese idealismo generoso y peligroso que la Gran Revolución dejó como un fer-mentó de inquietud humanitaria y mística. “No es la .Alemania de Goethe la que nos odia" se murmiraba aquí al principio. Pero la Alemania inteleteal se asociaba pronto zl bombardeo de Reims Antoine ha contado hace poco una frase de Hauptman, que fue su cordial amigo en los tiempos del Teatro Libre. El dramaturgo alemán que iba más tarde .jt renegar su mesianismo, decíale entonces como un fariseo sentimental: —Un alba de fraternidad se levantará y habremos sido como so dados que se abrazan en el valle nocturno, antes de! sol. Antoine creyó. Francia también. ¡Cómo dudar! Desde la Revolución, con breves pausas, esta es la fábrica mundial de ideas avanzadas y de explosivos, la patria del “evangelio tricolor” dec:a Heine. E! anarquista español. el nihilista ruso, el polaco soñador de la ideal Varsovia, todos tuvieron aqui su hogar. Cerebro del mundo, presidio suelto del mundo, “casa de todos,” fué París. Era su gloria Vimos a rusos enflaquecidos por Siberia -y el amor al prójimo; vimos a mujeres con gorrito de astra-kán y ojos soberbios que prepara ben delcyaente, evangélicamente, la explosión de la Santa Rusia. En humildes fondas del barrio latino, en torno de vn pilaf sabroso, algunos hombres cetrinos organizaban li caída de un tirano rojo, mientras “los reyes desterrados” dé Alphonse Daudet dispon:an, por "e' contrario, una restauración desde París. Y no pt edo olvidar a esos as:á ticos silenciosos de mi barrio, con americana y oliendo a opio, un coco ridxulos vn poco santos. que iban a ser. en Pe'cín. los mártires de una República sin coletas. Se infiltraba así un amor de redención universal que tuvo en Zola su ovínto evan-relirta París era Teru-salén y era Cosmópohs. Los soñadores. los desamparados, 'os perseguí dos. vinieron aqtí a beber ajenio, y fré la bora en ore el excelente Taurés aconsejaba a los hombres el abrazo y a las naciones el desarme. Tanta belleza no no^ia ser verdad ni predicada s-n jneidentvc; ; Rebordáis el aentno Dreyfus? Salieron a luz. crispadamen-te. los dos semb'antes de Francia. Ambas actitudes eran sinceras hasta el odio hasta la muerte. Conflicto de tragedia antigua y perenne, el más hondo problema de concien-ia que vn pueblo se planteara jamás: ¿Vale más ove para salvarse de una guerra prnbpf-le ^e condene a vn hombre aunque pueda ser inocente o que perezca V" rn—do meo ove trinpfe la iusti-cia? Para algunos, el rencor a Dreyfus fi é sobre todo aversión a 'a ra-. za nómada, peligrosa, que ba¡o nin-g'-n ci»!o oi"i=o inhalar su definitivo campamento. Para los otros, el “Komandante” era también un símbolo. Un partidar:o le llamó seriamen-" te "el nuevo Cristo" Hombres sinceros como ese ardiente Peguy, que tan católico y soberbiamente ha muerto. eran frenéticos partidarios del reo. Lo más singular es qre casi todos los soñadores cosmooo’itas estuvieran del lado "de Dreyfus, y casi todos los patriotas en contra de él. Por primera ver éstos velan el pe ligro de amar A favor del evangelis-mo. de 1? misión libertadora, se desquiciaba el ejército, se abdicaba en favor de Alemania se convertía a Francia en i na encrucijada universal donde podría e evarse un Calvario. ¿No ha dicho un utópico exasperado que este pueblo debiera ser el Cristo de las natrones, morir para propagar eternamente la abolición generosa de las fronteras? La guerra actual parece dar una respuesta acerba a estas candideces de iluminado Pero los iluminados continúan. Romai Rolland, con el gbupo barcelonés de 'os amigos de la unidad mora! de Europa, declaran hoy que “ningún país debiera pasar de un Gobierno a otro sin el consentimiento explícito de su pueblo.” Esto quiere decir—y asi lo interpretan ya los buenos entendedores de Francia —que para incorporarse a Alsacia y Lorena, después de una victoria, creia necesario un plebiscito, un plebiscito en donde la prolifica Alemania vencería. ¡A esto se "lega. Dios santo! Es hermoso qre Bvda conceda por sobrehumana caridad un brazo al tigre ate tiene hambre; pero en los pue-hloe mi b'-'í-smo se llama “hacer el primo". "En general—ha dicho un gran español—una nación simpática es una nación que marcha mal ” Antes que ser simpática. Francia debiera procurar 4a fortaleza en tierra y mar. El símbolo de Grecia— de Grecia que pereció por desprecio a las armas—es oportuno aún. La cordura, la suprema Razón, necesitan como Minerva, casco y lanza. Y por esto, los más republicanos "de los homares debén alabar a los. actuales reaccionarios de Francia gue, enfrente de los perdones apresurados de las generosidades suicidas, áaés allá del bien y del socialismo, estíe creando la doctrina del odio. • - Ventura QareU Wiwí»»,